mismo no resulta indispensable para la comprensión del edificio objeto de este trabajo. Aún así, siempre es interesante conocer la vida útil de las estructuras adyacentes (Fig. 47).
2.6. Fase V: siglos IV y V d.C.
La quinta fase individuada en la estratigrafía cobra una mayor importancia para el estudio de las aulas adrianeas, ya que permite saber que el edificio mantuvo el funcionamiento para el que fue concebido al menos hasta el quinto siglo de nuestra era.
Los restos pertenecientes a este periodo no son muy abundantes, pero cabe destacarse una base con una inscripción que se halló en la parte más occidental del pasillo situado entre las Aulas B y C y otra que se halló en la parte suroccidental del Aula C. Ambas inscripciones (Figs. 48-‐‑49) recuerdan una probable donación hecha por parte del praefectus urbi Fabius Felix Passifilus Paulinus, que desarrolló su carrera en la Roma de la segunda mitad del siglo V d.C.
Este hecho nos ha permitido saber que por lo menos hasta bien avanzado el V siglo el edificio debía seguir en pie. Por el contexto estratigráfico en que fue hallado es bastante probable que esté en su posición original, al menos en el caso de la primera base encontrada.
En lo que respecta a las inscripciones hay que destacar el trabajo realizado por Silvia Orlandi175 que ha analizado toda la epigrafía de la excavación.
175 Egidi-‐‑Orlandi 2010, págs. 124-‐‑127; Egidi-‐‑Orlandi 2011, págs. 301-‐‑319; Orlandi 2012, págs. 41-‐‑
46.
Fig. 48 La base 1. Ministero per i Beni e le Attività Culturali.
La primera base176 hallada tiene unas medidas de 120 x 70 x 57 centímetros. Los caracteres tienen entre 7 y 5 centímetros de altura y en un espacio de 78 x 50 cm. presentan el siguiente texto:
Fabius Felix Passifilus / Paulinus, v(ir) c(larissimus) et inl(ustris), / praef(ectus) urb(i), / studiis suis.
Apareció del revés, por lo que se piensa que quizás pudo ser reutilizada. Está dañada por la esquina superior derecha. La superficie es muy rugosa, por lo que probablemente se trata de una inscripción que fue borrada y sobre la que se volvió a escribir posteriormente, sin embargo no quedan trazas de la supuesta
176 Para ver la ficha completa de la Base 1 consultar: [En línea] Orlandi, S., LSA-‐‑1819, Base for statue, erected by Fabius Passifilus Paulinus, prefect of the city. Roma. 450-‐‑476., Last Statues Of Antiquity, University of Oxford, http://laststatues.classics.ox.ac.uk/database/detail-‐‑
base.php?record=LSA-‐‑1819 [Consulta 11/03/2013].
inscripción original que confirmen este hecho. En la parte superior de la base aparecen tres perforaciones que debían servir para sujetar la estatua sobre la misma. Y aparece además en la misma parte una letra “S” inscrita ya en época antigua, aunque su significado es desconocido.
Fig. 49 La base 2. Ministero per i Beni e le Attività Culturali.
La segunda base177 mide 116 x 77 x 68,5 cm. Los caracteres varían entre 7 y 5,5 cm. y en un espacio de 55 x 62,5 cm. presenta un texto idéntico al de la primera base, aunque con restos de pintura de color rojo. Está dañada en las esquinas inferior y superior izquierdas. La base apareció también del revés, y en la parte inferior aparecen varias marcas que denotan un uso anterior. En la parte superior a pesar de su mala conservación aparece una perforación para la estatua.
177 Para ver la ficha completa de la Base 2 consultar: [En línea] Orlandi, S., LSA-‐‑2664, Base for statue, erected by Fabius Passifilus Paulinus, prefect of the city. Roma. 450-‐‑476., Last Statues Of Antiquity, University of Oxford http://laststatues.classics.ox.ac.uk/database/detail-‐‑
base.php?record=LSA-‐‑2664, [Consulta 11/03/2013].
El significado de las inscripciones es un tema controvertido, pues la expresión studiis suis llama enseguida la atención. Según Orlandi, el senador que la dedicaba utilizó este giro lingüístico para subrayar su interés personal en la ejecución del trabajo (la erección de la estatua). Este hecho se debe probablemente a que durante este periodo histórico este tipo de encargos no solían hacerse de manera personal por los magistrados. El personaje nombrado en las bases es bastante conocido, ya que en Roma han aparecido varias dedicatorias178, sin embargo no se sabe con exactitud el momento de su prefectura en el que dedicó las estatuas, aunque es bastante probable que ocurriese antes del 476, en los decenios centrales del siglo V.
Por último lugar, a nivel epigráfico hay que destacar un reciente descubrimiento realizado por Orlandi179 gracias a un apunte realizado por Martin G. Conde180. Se trata de un fragmento perteneciente a la esquina inferior derecha de un gran bloque de mármol, que probablemente era un arquitrabe en el que aparecen incisas en la roca las dos últimas líneas de una inscripción monumental que debían contener letras de bronce ya desaparecidas, probablemente de tipo imperial. El fragmento tiene unas dimensiones de 64 x
178 Orlandi 2004, págs. 499-‐‑500.
179 Egidi-‐‑Orlandi 2011, págs. 307-‐‑319. Al parecer este fragmento no había llamado la atención de ninguno de los investigadores que habían trabajado en las excavaciones y gracias al aviso dado por M. G. Conde a principios del 2011 a través de su página web, Orlandi inicia una interesante investigación epigráfica que ha traído un resultado inesperado. Sin embargo, algunos meses antes, durante una visita al yacimiento junto a Giovanni Ricci y a Claudia Cecamore, tuve la oportunidad de fotografiar el fragmento. Es cuanto menos curioso que nadie se hubiese parado a pensar en una inscripción tan monumental.
180 Conde. M. G., [En Línea] Rome: the Metro C Archaeological Surveys: the Piazza Madonna di Loreto, Sector (# S14/B1). The Discovery of New Inscriptions & Architectural Elements of the Temple of Trajan?,
http://www.flickr.com/photos/imperial_fora_of_rome/5374055767/sizes/o/in/photostream/, [Consulta 11/03/2013].
48 x 45,5 centímetros, y las letras miden en torno a unos 16 centímetros de altura, lo cual denota la importancia del hallazgo.
Fig. 50 Inscripción imperial encontrada en el yacimiento. A. Lopez Garcia
Las dos líneas de texto conservadas permiten identificar el siguiente texto:
-‐‑-‐‑-‐‑-‐‑/[-‐‑-‐‑-‐‑] max(im-‐‑)/
[-‐‑-‐‑-‐‑]is
La inscripción fue inicialmente puesta en relación por Conde con un fragmento aparecido en las excavaciones de 1998-‐‑1999 en el Foro de Trajano en el que aparecía escrito: [Imp(erator) Cae]sar Nerva Traia[nus -‐‑-‐‑-‐‑]. Esta inscripción formaba parte de la decoración arquitectónica del pórtico que circundaba el área frente a la Basílica Ulpia.
Sin embargo, Orlandi lo puso en relación con un gran fragmento de arquitrabe que se halló en torno al 1695 en las excavaciones realizadas para la ampliación de los cimientos de la iglesia de San Bernardo ad Columnam, que estaba situada en el mismo lugar que se encuentra hoy la iglesia del Santissimo Nome di Maria, justo al lado de la Columna de Trajano.
Esta inscripción encontrada fue llevada a la Galleria Lapidaria181 de los Museos Vaticanos, donde se ha conservado hasta nuestros días. Sobre esta inscripción habían sido realizadas varias hipótesis182. La nueva hipótesis propuesta por Orlandi pone en relación el fragmento encontrado en la excavación de la Piazza della Madonna di Loreto con el fragmento encontrado en 1695 y con dos fragmentos que aparecen dibujados y descritos por Sallustio Peruzzi en el siglo XVI aparecidos cerca de la iglesia de Santa Maria in Campo Carleo que se perdieron183.
Fig. 51 Reconstrucción e hipótesis de Orlandi. S. Picciola. Egidi-‐‑Orlandi 2011.
181 CIL VI, 966.
182 Egidi-‐‑Orlandi 2011.
183 Los dibujos de estos fragmentos se conservan en el Gabinetto Disegni e Stampe de la Galería de los Uffizi en Florencia con los números de inventario 2076A y A656.
La superposición de los fragmentos dibujados por Peruzzi y los restos conservados en los Museos Vaticanos ha demostrado que probablemente se trataba de dos inscripciones idénticas que coinciden perfectamente con el fragmento hallado recientemente. El texto podría ser la clave para la comprensión del Templo del Divo Trajano184.
Fig. 52 Restos de la Fase V, siglos IV-‐‑V. A. Averini. Coop. Archeologia.
184 Existe una amplia polémica acerca de la ubicación del Templo del Divo Trajano v. Meneghini 1993, págs. 13-‐‑21; Meneghini 1996, págs. 47-‐‑88; Meneghini 1998, págs 127-‐‑148; Coarelli 2000;
Packer 2001, pág. 10 y ss.; Packer 2003, págs. 109-‐‑136; La Rocca 2004, págs. 193-‐‑238; Claridge 2007 págs. 55-‐‑94. Según Orlandi la existencia de este par de inscripciones de dimensiones reducidas en comparación con un edificio colosal hace pensar que no se trata de un templo tal y como tradicionalmente se ha pensado, sino que en el momento de la muerte y la divinización de Plotina se llevó a cabo una monumentalización del pórtico que circundaba la Columna Trajana, que quizás albergaba las cenizas de Trajano en su base, configurando el espacio como un monumento sepulcral y honorario.
En este momento además se realizan algunas modificaciones en el trazado viario encontrado, así como en las tabernae que se encuentran al oeste de las estructuras de época adrianea. Aparece una especie de letrina cuadrangular construida con un zócalo de bloques de tufo que pasa a ocupar parte del trazado viario y se apoya en el muro adrianeo.
Las tabernae que se restauran durante este periodo aparecen sobre todo alteradas en la parte frontal que daría hacia la calle. Los muros aparecen recubiertos por paramentos de materiales muy pobres, ya que se reutilizan los ladrillos y el tufo.
2.7. Fase VI: siglos VI y VII d.C. La reutilización como fundición metalúrgica.
Tal y como hemos podido comprobar, las aulas mantuvieron su uso hasta bien entrado el siglo V. Sin embargo, a partir del siglo VI se aprecia un cambio muy significativo en la historia del edificio. Desde este momento el monumento es objeto de una actividad de expoliación sistemática que se caracteriza por la extracción de la antigua decoración marmórea y de los bronces que adornaban las aulas. Como consecuencia de este hecho desaparecen la mayor parte de los mármoles que cubrían las escalinatas, los suelos y hasta la decoración parietal.
Sucesivamente se implanta en el interior una intensa actividad artesanal que aparece reflejada en la aparición de un gran número de hornos de fundición de varias formas y dimensiones que fueron utilizados principalmente para la elaboración de aleaciones de cobre, como han sugerido los numerosos restos de escorias halladas durante la excavación.
La superficie de la excavación (Fig. 53) aparece tan accidentada que podría asemejar a la superficie lunar, como explica Giovanni Ricci185. Las aulas aparecen completamente sembradas de fosas que según los estudios realizados por el equipo de la excavación se han dividido en varias tipologías según su función (Fig. 54).
Por un lado ha aparecido una serie de fosas circulares y casi rectangulares caracterizadas por un revestimiento interno de limo cocido de un color anaranjado. Estas fosas tienen una profundidad de entre 25 y 30 cm. y alrededor de 50 cm. de diámetro. La mayor parte de esta tipología de fosas se ha encontrado en las escalinatas del Aula B, aunque también se ha hallado alguna en el pasillo interno que divide las escalinatas. Se trata de una tipología de horno de fundición a pozzetto.
El tipo de horno a catasta se caracteriza por una perforación circular bastante profunda que debía servir como cámara de combustión y por la presencia de
“cajones” rectangulares que se sitúan a lo largo de uno de los márgenes de la fosa y que debían albergar en su interior una lastra que servía como base de apoyo al fuelle que ventilaba el interior del horno.
Las paredes de estos hornos denotan signos de termotransformación como consecuencia de las altas temperaturas. En dos casos ha aparecido incluso el conducto por el que entraba el aire del fuelle. Esta tipología de horno aparece sobre todo en la escalinata sur del Aula B y en el pavimento del pasillo que separa las escalinatas. Se trata de estructuras mucho más elaboradas que los hornos a pozzetto descritos anteriormente.
185 Ricci, G., Le indagini archeologiche di Piazza Madonna di Loreto: Lo scavo stratigrafico, en congreso “Officine in Urbe. Produzione metallurgica a Roma tra tardoantico e altomedioevo”, 13/12/2010, Universidad G. D’Annunzio, Chieti. [Video en línea]
http://www.youtube.com/watch?v=y4bjjQC58A8 [Consulta 26/11/2013].
Otra tipología identificada es el horno de reverbero, de la cual se han hallado tan solo dos ejemplos, uno de ellos encontrado en el espacio que se situaba entra las dos escalinatas del Aula C y que se tiene un magnifico estado de conservación. El otro ejemplar se halló en el interior del Aula B y se caracteriza por la presencia de dos fosas circulares intercomunicadas que aparecen excavadas a distinta profundidad.
Fig. 53 Vista de los hornos de fundición en el interior del Aula B. SSBAR.
Fig. 54 Restos de la Fase VI, siglos VI –VII. A. Averini. Coop. Archeologia.
Del último tipo de horno identificado por el equipo de Vasco La Salvia186 se ha identificado tan solo un ejemplar situado en la parte nororiental del Aula B junto al derrumbe. Se trata de una fosa circular de unos 50 cm. de diámetro y 40 cm. de profundidad en torno al cual aparecen formando una especie de corona una serie de pequeñas perforaciones de un diámetro máximo de 5 cm. La fosa aparece con restos muy visibles de termotransformación.
En cuanto al resto de perforaciones halladas en el pavimento del edificio han sido diferenciadas en varios grupos. Aparecen una serie de fosas sin restos de
186 La Salvia-‐‑Iacone 2010, págs. 165-‐‑166; La Salvia, V., L’impianto metallurgico, en Actas del congreso “L’Athenaeum di Adriano, Storia di un edificio dalla fondazione al XVII secolo”
22/09/2011 (Sin publicar).
termotransformación que probablemente albergaron restos lígneos que debieron servir a la sujeción de los yunques y los bancos de trabajo de la fundición. Este tipo de perforación aparece en las proximidades de los hornos.
Un segundo tipo lo constituyen las fosas circulares de unos 30 cm. de diámetro y 30-‐‑40 cm. de profundidad que debían servir para el enfriamiento de los metales fundidos, lo cual se ha podido deducir gracias a la buena impermeabilidad del conglomerado de cemento en el que están excavadas. Un curioso caso de este tipo es el que aparece en el quinto escalón de la escalinata norte del Aula B en el que aparecen cuatro fosas alineadas.
El tercer tipo identificado es el que representan unas fosas de forma circular y elipsoidal que posiblemente estuvieron relacionadas con el uso del agua, pero no para el enfriamiento del material. Se trata de fosas que no superan los 10 cm.
de profundidad y pudieron contener algunos líquidos que se utilizaban para la elaboración del metal.
Resulta muy complicado establecer una organización estratigráfica de esta fase de la excavación, aunque por la existencia de varias tipologías de horno muy probablemente representen distintos momentos y no parece muy posible un funcionamiento simultáneo de todos ellos.
Durante la excavación apareció un gran número de restos de carbones y escorias, lo que denota la intensa actividad que se desarrolló en el interior del edificio a partir de este momento.
En el pasillo meridional situado entre el Aula B y la cuña que limita con el Aula C se encontró una fístula plúmbea que debió estar destinada al aprovisionamiento hídrico de la fundición y que conducía el agua desde un
pozo que apareció en el extremo suroccidental del pasillo. Este sector aparece separado de la puerta de acceso al edificio mediante un muro realizado con materiales reutilizados. Se trata de una construcción que tiene una orientación norte-‐‑sur de aproximadamente 1 m. de largo por 1 m. de altura y que está situado a unos tres metros de la puerta de acceso al edificio. En el interior de este muro ha aparecido un estrato limoso muy compactado que contenía una gran cantidad de fragmentos cerámicos que posiblemente tenían el objetivo de nivelar el suelo.
En el espacio más occidental del corredor, en la parte que comunica directamente con el Aula B se realizaron dos largas incisiones paralelas en el pavimento. Son cortes realizados en el estrato de preparación del suelo que se situaba justo debajo del pavimento de mármol que recubría el edificio en época adrianea. Estos surcos aparecieron rellenos por estratos de limos arcillosos de color amarillento y cenizas de carbones. La habitación posiblemente se convirtió en un lugar destinado a la preparación del material para la construcción de los hornos situados en el interior de las aulas.
En la zona ocupada por las escalinatas se ha hallado la mayor concentración de hornos y gracias a esto se ha deducido que allí tenía lugar la mayor parte del ciclo de producción. En la estancia situada en el extremo occidental del pasillo debía producirse el sedimento necesario para la construcción de los hornos. En el resto del pasillo, el área separada por el muro probablemente se utilizaba como almacén de la producción ya semielaborada, lo cual se ha podido deducir gracias a la aparición de un único lingote trabajado.
En el Aula C el panorama es muy parecido al que presenta el Aula B, sin embargo, como consecuencia de las numerosas alteraciones posteriores que ha tenido esta área y de la imposibilidad de realizar una excavación completa del
área no se ha podido conocer tan bien el funcionamiento del aula. La mayor parte de los hornos se han hallado en el corredor que estaba situado entre las dos escalinatas.
En su interior se han hallado hornos a pozzetto y a catasta, de los que cabe ser destacado un ejemplar muy bien conservado. Además, también se ha encontrado un horno de reverbero como ya he explicado precedentemente. Este horno está constituido por dos fosas circulares puestas a distinta altura de las que se conserva parte de las paredes perimetrales constituidas por un material muy heterogéneo (fragmentos de ladrillos, tufo, mármol y restos de enlucido de yeso), que aparece compactado mediante una mezcla de limo arcilloso. La parte que cubría el horno, que apareció colapsada en su interior, estaba realizada mediante ladrillos refractarios.
La datación de este periodo ha podido ser realizada mediante el análisis de los restos de derrumbes producidos por el terremoto del siglo IX y una serie de dataciones radiométricas de los estratos de carbones depositados durante la última fase de utilización de los hornos.
La combinación de ambos sistemas de datación ha permitido colocar el final de la actividad productiva, al menos de forma relativa, en un periodo que comprende entre la mitad del siglo VI y principios del siglo VII.
Posteriormente el complejo metalúrgico aparece cubierto por un estrato de relleno que llegaba a nivelar las escalinatas y el pavimento interno y que estaba formado por un gran número de escorias, fragmentos de mármoles, huesos animales y restos cerámicos. Con gran probabilidad este estrato fue visto por Gatti durante las excavaciones realizadas a principios del siglo XX y que fue identificado entonces como un nivel de incendio.
La existencia de este complejo metalúrgico en época del emperador Teodosio, según La Salvia187 puede ser un hecho revolucionario, pues atestigua que Roma aún era capaz en estos momentos de producir una moderada cantidad de materias primas, sin embargo, de momento se desconoce de quién era el control de estas fábricas metalúrgicas, si de la Iglesia o del propio pueblo romano.
2.8. Fase VII: finales del s. VII – principios s. VIII d.C. Las sepulturas.
El lugar sufre una mutación entre finales del siglo VII y principios del siglo VIII, ya que han aparecido pequeños núcleos sepulcrales (Figs. 55-‐‑56) en los espacios parcialmente colmados de las aulas. En esta fase algunas partes del Aula B toman connotaciones funerarias.
Durante la excavación ha aparecido un total de 10 sepulturas, que en su mayoría aparecen simplemente excavadas en el estrato de tierra, aunque aparecen dos ejemplares cubiertos y revestidos por lastras de granito gris que muy probablemente procedían del pavimento original del aula. Tan solo se ha encontrado una sepultura fuera del Aula B, que apareció en el pasillo situado entre el Aula B y la cuña que la separa del Aula C.
187 La Salvia-‐‑Iacone 2010, pág. 166; La Salvia, V., Il ciclo del rame presso l’auditorium del Foro di Traiano, en congreso “Officine in Urbe. Produzione metallurgica a Roma tra tardoantico e altomedioevo”, 13/12/2010, Universidad G. D’Annunzio, Chieti. [Video en línea]
http://www.youtube.com/watch?v=_UCWOSLGqYI [Consulta 26/11/2013].
Fig. 55 Restos de la Fase VII, finales del s. VII – principios s. VIII, A. Averini. Coop.
Archeologia.
La cronología de esta fase ha sido analizada por el equipo de Paola Catalano188 del servicio de antropología de la Soprintendenza Speciale per i Beni Archeologici di Roma, mediante análisis del Carbono 14 del fémur del individuo hallado en el interior de la sepultura del pasillo y se ha podido saber que tiene una antigüedad entre el 660 y el 772 d.C.
188 Catalano, P., De Angelis, F., Pescucci, L., Vivere al centro di Roma tra il VII e l’VIII secolo d.C.: indicazioni antropologiche, en Actas del congreso “L’Athenaeum di Adriano, Storia di un edificio dalla fondazione al XVII secolo” 22/09/2011 (Sin publicar).
Fig. 56 Sepulturas encontradas en la parte nororiental del Aula B. SSBAR.
2.9. Fase VIII: s. VIII – mediados s. IX d.C.
Ya a finales del siglo VIII y principios del siglo IX se va a producir una nueva transformación del área que se verá reducida a un simple establo, como parecen atestiguar los ganchos para amarrar a los animales189 que se han encontrado en los muros de época adrianea. Este uso como establo no durará demasiado, pues, como veremos a continuación, en el siglo IX un terremoto provocó el derrumbe de las bóvedas del edificio y la consecuente destrucción del edificio adrianeo.
189 Antonetti 2002, págs. 186-‐‑217.
Durante este periodo se continúa el relleno del interior del edificio con sedimentos, de manera que tanto el espacio interior del aula, como los corredores se van a ver colmados por estratos de deposición (Fig. 57). En la parte que se sobrepone a las escalinatas aparece una acumulación de limos muy blandos de unos 15 centímetros de espesor, mostrando una cierta depresión en la parte central del aula. La variación entre las cotas es de 17,36 metros sobre el nivel del mar en su parte más alta y 16,66 metros en la parte más profunda.
Fig. 57 Restos de la Fase VIII, s. VIII – mediados IX. A. Averini. Coop. Archeologia.
En el pasillo adyacente las cotas tienen menor altura, variando entre los 16,32 y los 16,60 metros. Aquí aparece un estrato de limo arcilloso en el que se ha documentado la presencia de fragmentos de ladrillos puestos de forma plana.
En la parte occidental del pasillo, cerca de la puerta de acceso al edificio se han encontrados restos de un muro que tiene una orientación norte-‐‑sur y se apoya
en el muro meridional. En la superficie de estos estratos aparecen numerosos restos óseos animales de grandes dimensiones que mediante el método del Carbono 14 han sido datados entre el 692 y el 878 d.C.
2.10. Fase IX: Mediados del s. IX d.C. La destrucción del edificio.
Durante el siglo IX se producen dos grandes terremotos en la ciudad que aparecen nombrados en la bibliografía de la época. El primer terremoto se produjo el día 29 de abril del año 801, apenas unos días después de la partida de Carlomagno que había sido coronado emperador a finales del año anterior y tras eso había aprovechado el invierno para quedarse en la ciudad y resolver algunos asuntos. Éste terremoto es nombrado en los Anales de Eginardo190, así como en Liber Pontificalis191, en el que se cuenta cómo durante el papado de León III se lleva a cabo una restauración de la Basílica de San Pablo Extramuros que había sufrido grandes daños sobre todo en el techo y los pórticos.
Sin embargo, el terremoto que con más probabilidad192 pudo destruir el edificio adrianeo (Fig. 58) debió tener lugar entre el 10 de abril y el 31 de agosto del año 847 según cuentan las crónicas de la época.
El Liber Pontificalis, una vez más, nos recuerda como en tiempos del papa León IV tuvo lugar un seísmo durante la décima indicción193. Entre los efectos producidos por aquel terremoto se recuerdan el derrumbe producido en el
190 Annales q.d. Einhardi,, ann. 801, MGH Script. Rer. Germ. VI, pág. 114.
191 Lib. Pont. II, (Ed. Duchesne), págs. 9-‐‑10: Nona vera indictione, peccatis nostris imminentibus, subito terre motus factus pridie kl. Mai, ecclesia beati Pauli apostoli ab ipso terre motu concussa, omnia sancta tecta ruerunt. v. Galli-‐‑Molin 2012.
192 Galadini-‐‑Falcucci 2010, págs. 166-‐‑170; Falcucci, E., Galadini, F., Il terremoto del IX secolo, en Actas del congreso “L’Athenaeum di Adriano, Storia di un edificio dalla fondazione al XVII secolo” 22/09/2011 (Sin publicar).
193 Lib. Pont. II (Ed. Duchesne), pág. 108, I, 20: huius beati tempore praesulis terre motus in urbe Roma per indictionem factus est X, ita ut omnia elementa concussa viderentur ab omnibus; v. Galli-‐‑Molin 2012.
edificio de Santa Maria Antiqua194 y como se ha podido saber recientemente, también de la Crypta Balbi195.
Además de este terremoto, en el año 848 se produjo otro movimiento sísmico en los Apeninos que posiblemente fue de gran magnitud, aunque no está muy claro que se produjesen daños en la ciudad de Roma como consecuencia del mismo.
Fig. 58 Restos de los arcos derrumbados en el Aula B. A. Lopez Garcia.
Galadini y Falcucci196 han realizado una serie de análisis arqueosismológicos para contextualizar el momento de la destrucción del edificio con respecto a los monumentos de las zonas adyacentes a la excavación.
194 Budriesi 1989, págs. 364-‐‑387.
195 Manacorda 2000, págs. 7-‐‑47.
196 Galadini-‐‑Falcucci 2010, págs. 166-‐‑170.
Fig. 59 Derrumbes del techo del Aula B. A. Lopez Garcia.
En la excavación se han podido encontrar una serie de restos de los nervios (Figs. 58-‐‑60) que soportaban la bóveda que formaba la cubierta del edificio en el piso inferior y sobre éstos, a su vez, los restos colapsados del piso superior del edificio; además se han encontrado en el caos formado por los derrumbes porciones de los muros casi tumbados.
Ha sido posible identificar el nivel del pavimento del piso superior gracias a la presencia de sedimentos arenosos de color marrón claro. La ausencia de fragmentos de un tamaño granulométrico arenoso suele ser según los sismólogos197 un síntoma que por lo general se da en derrumbes relacionados con un deterioro progresivo o falta de manutención de las estructuras, sin embargo, en este caso estamos ante un colapso repentino del edificio, que sin duda se produjo en un único momento.
197 Galadini 2009, págs. 131-‐‑139.
La ausencia de niveles de abandono evidenciaría que el edificio estuvo en uso hasta el momento de su derrumbe. La presencia de otros derrumbes en los yacimientos arqueológicos más cercanos (se han hallado restos de derrumbes en los sondeos de Piazza Venezia y Via Cesare Battisti) avalan la posibilidad de que la destrucción del edificio se haya producido durante un mismo evento sísmico.
Fig. 60 Restos de la Fase IX, mediados del siglo IX. A. Averini. Coop. Archeologia.
2.11. Fase X: siglos XII y XIII d.C.
En la décima fase de la excavación se han podido individuar varios hornos que debieron servir como caleras198. Estos hornos aprovecharon los derrumbes de los muros del edificio adrianeo. Para su construcción cortaron los
198 Serlorenzi-‐‑Saguì 2008, págs. 192-‐‑193.
cúmulos de material derrumbado y cubrieron las capas con un estrato de limo arcilloso, y en las partes más desprotegidas del calor se realizaron muros de tufo reutilizado.
La calera 1 (Figs. 61-‐‑62) se ha datado en el siglo XII y se halló conservada hasta una altura de medio metro y se caracteriza por el enrojecimiento de las paredes y por la aparición de vidriados producidos por los procesos de termotransformación del revestimiento de la calera. La estructura apareció muy dañada por una fosa de expoliación que se excavó en la parte noroccidental y borró todos los restos del praefurnium original. En la cota de 18 metros sobre el nivel del mar es donde aparece el corte superior de la estructura. En su interior se hallaron restos de cal y carbones que se depositaron durante la utilización de la calera.
La calera 2 (Figs. 61-‐‑63) se sitúa en la parte superior de la calera 1. Se trata de una estructura circular situada a una cota de 17,50 metros snm. en su parte inferior y a 18,10 metros su parte superior, y que tiene un diámetro de unos 2 metros. El interior de la calera fue realizado mediante el depósito de bloques de tufo de formas muy irregulares en posición horizontal. En el lado occidental se sitúa la apertura del praefurnium199 con una serie de bloques de piedra que forman un arco. El conducto del praefurnium tiene una dirección oblicua con respecto a la calera, probablemente como consecuencia de la necesidad de adaptarse a un espacio determinado.
199 Saguì 1986, págs. 345-‐‑355; Baragli 1998, págs. 125-‐‑139.
Fig. 61 Restos de la Fase X, siglos XII –XIII. C. Le Maguer.
En la parte que linda con la calera 1 se realizó una especie de muro de limo arenoso que separa el espacio con la segunda calera, y en el que se hallaron una serie de materiales cerámicos que han permitido establecer un terminus post quem para la construcción de la estructura en torno al siglo XII.
De la misma manera que ocurrió con la calera 1, en la segunda se han encontrado una serie de trincheras de expoliación que fueron rellenadas por un cúmulo de fragmentos de cerámica mayólica arcaica que se han datado entre la segunda mitad del siglo XIII y principios del siglo XIV.