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Introduzione.

Gli uomini lasciano per lo più in abbandono i più importanti regolamenti alla giornaliera prudenza, o alla discrezione di quelli, l’interesse de’ quali è di opporsi alle più provide leggi, che per natura rendono universali i vantaggi, e resistono a quello sforzo, per cui tendono a condensarsi in pochi, riponendo da una parte il colmo della potenza e della felicità, e dall’altra tutta la debolezza e la miseria. Perciò se non dopo esser passati frammezzo mille errori nelle cose più essenziali alla vita ed alla libertà, dopo una stanchezza di soffrire i mali, giunti all’estremo, non s’inducono a rimediare ai disordini, che gli opprimono, e a riconoscere le più palpabili verità, le quali appunto sfuggono per la semplicità loro dalle menti volgari, non avvezze ad analizzare gli oggetti, ma a riceverne le impressioni tutte di un pezzo, più per tradizione, che per esame.

Introducción.

Abandonan los hombres casi siempre las reglas más importantes a la prudencia de un momento, o a la discreción de aquellos, cuyo interés consiste en oponerse a las leyes mas próvidas: y así como del establecimiento de estas resultarían universales ventajas, resistiendo al esfuerzo por donde pudieran convertirse el beneficio de pocos; así de lo contrario resulta en unos todo el poder y la felicidad, y en otros toda la flaqueza y la miseria. Las verdades más palpables desaparecen facilmente por su semplicidad, sin llegar a ser comprendidas de los entendimientos comunes. No acostumbran estos a discurrir sobre los objetos: por tradición, no por examen, reciben de una vez todas las impresiones: de modo que solo se mueven a reconocer y remediar el cúmulo de desórdenes que los oprime, quando han pasado por medio de mil errores en las cosas mas esenciales a la vida y a la libertad, y quando se han cansado de sufrir males sin número.

Introducción.

La conducta ordinaria de los hombres es abandonar a la prudencia del momento presente el cuidado de arreglar las cosas de mayor importancia, o confiarle a aquellas personas, cuyo interés consiste en oponerse a las leyes más sabias; como si se olvidasen de que las ventajas que resultan de la institución de la sociedad deben ser iguales entre sus miembros; pero que hay en ella una tendencia continua a reunirlas todas en el más corto número, y que solo las buenas leyes son capaces de resistir a esta tendencia que está siempre en movimiento para colocar en un lado todo el poder y felicidad, y en otro toda la debilidad y miseria. Sin embargo, hasta que los hombres sucumben bajo el peso de los males que los agovian, no piensan en remediarlos, después de haber pasado por mil errores igualmente funestos a su vida que a su libertad. El infortunio les abre los ojos, y les presenta unas verdades palpables; pero por la mayor parte las ven de un modo superficial, y su gran sencillez es causa de que al instante la pierdan de vista aquellas almas vulgares, acostumbradas a no analizar nada, y a recibir sin examen todas las imprecisiones que se les quieren dar. Las leyes no son, o no deberían ser más que un pacto o convenio celebrado entre hombres libres: y si

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Apriamo le istorie, e vedremo che le leggi, che pur sono, o dovrebbon’esser patti di uomini liberi, non sono state per lo più, che lo stromento delle passioni di alcuni pochi, o nate da una fortuita e passeggera necessità; non già dettate da un freddo esaminatore della natura umana, che in un sol punto concentrasse le azioni di una moltitudine di uomini, e le considerasse in questo punto di vista “La massima felicità

divisa nel maggior numero”.

Felici sono quelle pochissime nazioni, che non aspettarono, che il lento moto delle combinazioni e vicissitudini umane facesse succedere all’estremità de’ mali un avviamento al bene, ma ne accelerarono i passaggi intermedi con buone leggi; e merita la gratitudine degli uomini quel filosofo, ch’ebbe il coraggio dall’oscuro, e disprezzato suo gabinetto di gettare nella moltitudine i primi semi lungamente infruttuosi delle utili verità.

Si sono conosciute le vere relazioni fra il sovrano e i sudditi, e fralle diverse nazioni; il commercio si è animato all’aspetto delle verità filosofiche rese comuni colla stampa; e si è accesa fralle nazioni una tacita guerra d’industria la più umana, e la più degna di uomini ragionevoli.

Las historias nos eseñan, que debiendo ser las leyes pactos considerados de hombres libres, han sido partos casuales

de una necesidad pasagera: que debiendo ser dictadas por un desapasionado examinador de la naturaleza humana, han sido instrumento de las pasiones de pocos.

La felicidad mayor colocada en el mayor número, debiera

ser el punto a cuyo centro se dirigiesen las acciones de la muchedumbre. Dichosas, pues, aquellas pocas naciones, que sin esperar el tardo y alternativo movimiento de las combinaciones humanas, aceleraron con buenas leyes los pasos intermedios de un camino que guiase al bien, evitando de este modo que la extremidad de los males los forzase a executarlo: y tengamos por digno de nuestro reconocimiento al filósofo, que desde lo obscuro y despreciado de su aposento tuvo valor para arrojar entre la muchedumbre las primeras simientes de las verdades útiles, por tanto tiempo infructuosas.

Conocemos ya las verdaderas relaciones entre el soberano y los súbditos, y la que tienen entre sí reciprocamente las naciones. El comercio animado a la vista de las verdades filosóficas, comunicadas por medio de la imprenta, ha encendido entre las mismas naciones una tácita guerra de industria la más humana y más digna de hombres racionales.

abrimos la historia veremos que han sido casi siempre el instrumento de las pasiones de un corto número, u obra de la casualidad y de circunstancias momentáneas, y no de un juicioso observador de la naturaleza, dedicado a dirigir las acciones de la multitud al único objeto de hacer participantes del mayor grado de felicidad al mayor número de hombres. ¡Dichosas las naciones que no han aguardado la lenta revolución de las vicisitudes humanas, ni han tenido necesidad de llegar al esceso del mal para encaminarse al bien, y cuya sabia previsión ha acelerado por medio de buenas leyes el paso de una situación a otra! ¡Dichoso el filósofo, digno de la gratitud del género humano, que desde el retiro de un gabinete oscuro y despreciado, se atrevió a esparcir las primeras semillas de las verdades útiles, infructíferas por tanto tiempo!

Al fin se han conocido las verdaderas relaciones que hay entre los soberanos y sus súbditos; el comercio ha adquirido nuevo vigor a consecuencia de las verdades filosóficas, cuyos rayos benéficos han encendido entre las naciones una guerra tácita de industria, la única que la razón autoriza y la humanidad aprueba; y estos son los frutos que ha producido la luz que viene a ilustrar el siglo en que

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Questi sono frutti, che si debbono alla luce di questo secolo; ma pochissimi hanno esaminata, e combattuta la crudeltà delle pene, e l’irregolarità delle procedure criminali, parte di legislazione, così principale, e così trascurata in quasi tutta l’Europa; pochissimi, rimontando ai principi generali, annientarono gli errori accumulati di più secoli, frenando almeno con quella sola forza che hanno le verità conosciute, il troppo libero corso della mal diretta potenza, che ha dato fin ora un lungo, ed autorizzato esempio di fredda atrocità. Eppure i gemiti dei deboli, sacrificati alla crudele ignoranza ed alla ricca indolenza; i barbari tormenti con prodiga e inutile severità moltiplicati per delitti o non provati, o chimerici; la squallidezza, e gli orrori d’una prigione, aumentati dal più crudele carnefice de’ miseri l’incertezza, doveano scuotere quella sorta di magistrati, che guidano le opinioni delle menti umane!

L’immortale presidente Montesquieu ha rapidamente scorso su di questa materia. L’indivisibile verità mi ha forzato a seguire le tracce luminose di questo grand’uomo, ma gli uomini pensatori, pe’ quali scrivo, sapranno distinguere i miei passi dai suoi. Me fortunato, se potrò ottenere, com’esso, i segreti ringraziamenti degli oscuri, e pacifici seguaci della

Estos son los frutos de que se cogen a la luz de este siglo; pero muy pocos han examinado y combatido la crueldad de las penas y la irregularidad de los procedimientos criminales, parte de legislación tan principal y tan descuidada en casi toda Europa. Poquísimos subiendo a los principios generales, combatieron los errores acumulados de muchos siglos, sujetando a los menos con aquella fuerza que tienen las verdades conocidas, el demasiado libre ejercicio del poder mal dirigido, que tantos ejemplos de fría atrocidad nos presenta autorizados y repetidos. Y aun los gemidos de los infelices sacrificados a la cruel ignorancia y a la insensible indolencia; los bárbaros tormentos con pródiga e inútil severidad multiplicados por delitos, o no probados o quiméricos; la suciedad y los horrores de una prisión, aumentados por el más cruel verdugo de los miserables, que es la incertidumbre de su suerte; debieran mover aquella clase de magistrados que guían las

opiniones de los

entendimientos humanos El inmortal presidente de Montesquieu ha pasado rápidamente sobre esta materia. La verdad invisible me fuerza a seguir las trazas luminosas de este grande hombre, pero los ingenios contemplativos para quienes escribo, sabrán distinguir mis pasos de los suyos. Dichoso yo, si pudiese, como él, obtener las gracias secretas de los retirados pacíficos sequaces de la razón,

vivimos.

Pero se ha examinado y discutido muy poco la crueldad de los castigos y la irregularidad de los juicios criminales, parte de la legislación tan importante como descuidada y llena de oscuridad en casi toda la Europa. Muy raros son los que han intentado disipar los errores de muchos siglos, elevándose hasta los principios fundamentales; oponer como un dique contra el torrente del poder mal dirigido la evidencia de las verdades conocidas, y acabar con los frecuentes y autorizados egemplos de una atrocidad fría e insensible. ¡Y cómo no habéis escitado la atención de esas guías de las opiniones humanas! ¡oh fúnebres gemidos de los infelices sacrificados a la cruel ignorancia o a la indolente riqueza! ¡tormentos que prodiga inútilmente la barbarie por crímenes mal probados o quiméricos! ¡aspecto espantoso de una cárcel, cuyo horror se aumenta aún con el mayor suplicio de los miserables, que es la incertidumbre!

El inmortal Montesquieu trató de esta materia con rapidez. No he podido menos de seguir las huellas luminosas de este grande hombre, porque la verdad es una, pero los filósofos, para quienes escribo, sabrán distinguir mis pasos de los suyos. ¡Dichoso yo, si puedo merecer como él vuestra secreta gratitud! ¡oh discípulos oscuros y pacíficos de la razón, y si logro escitar en las almas sensibles aquella dulce

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ragione, e se potrò inspirare quel dolce fremito, con cui le anime sensibili rispondono a chi sostiene gl’interessi dell’umanità!

§ I

Origine delle pene.

Le leggi sono le condizioni colle quali uomini indipendenti ed isolati si unirono in società, stanchi di vivere in un continuo stato di guerra, e di godere una libertà resa inutile dall’incertezza di conservarla. Essi ne sacrificarono una parte per goderne il restante con sicurezza, e tranquillità. La somma di tutte queste porzioni di libertà sacrificate al bene di ciascheduno forma la sovranità d’una nazione, ed il sovrano è il legittimo depositario, ed amministratore di quelle; ma non bastava il formare questo deposito, bisognava difenderlo dalle private usurpazioni di ciascun uomo in particolare, il quale cerca sempre di togliere dal deposito non solo la propria porzione, ma usurparsi ancora quella degli altri. Vi volevano de’ motivi sensibili, che bastassero a distogliere il dispotico animo di ciascun uomo dal risommergere nell’antico caos le leggi della società. Questi motivi sensibili sono le pene stabilite contro agl’infrattori delle leggi.

y si pudiese inspirar aquella dulce conmoción, con que las almas sensibles responden a quien sostiene los intereses de la humanidad.

§ I

Origen de las penas.

Las leyes son las condiciones con que los hombres vagos e independientes se unieron en sociedad, cansados de vivir en un continuo estado de guerra, y de gozar una libertad que les era inútil en la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron por eso una parte de ella, para gozar la restante en segura tranquilidad. El complexo de todas estas porciones de libertad, sacrificadas al bien de cada uno, forma la soberanía de una nación, y el soberano es su administrador y legítimo depositario. Pero no bastaba formar este depósito, era necesario también defenderlo de las usurpaciones privadas de cada hombre en particular. Procuran todos, no solo quitar del depósito la porción propia, sino usurparse las agenas. Para evitar estas usurpaciones se necesitaban motivos sensibles, que fuesen bastante a contener el ánimo despótico de cada hombre, quando quisiere sumergir las leyes de la sociedad en su caos antiguo. Estos motivos sensibles son las penas establecidas contra los infractores de aquellas leyes.

emoción con que responden a la voz de los defensores de la humanidad!

§ I

Origen de las penas.

Libres y aislados sobre la haz de la tierra, cansados de vivir en un estado de guerra continuo, y fatigados con una libertad que venía a ser inútil por la incertidumbre de conservarla, sacrificaron los hombres una porción de ella por gozar la restante con paz y seguridad. Para formar una sociedad se necesitaron condiciones, y he aquí las primeras leyes. Todas las porciones de libertad sacrificadas así al bien de cada uno, se reunen para componer la soberanía de una nación, depósito precioso, cuyo conservador y dispensador legítimo es el soberano. Pero no bastaba haber formado este depósito; porque es tal el espíritu despótico de cada hombre en particular, que siempre dispuesto a confundir las leyes de la sociedad en su antiguo caos, no solo procura continuamente sacar de la masa común la porción de libertad que depositó en ella, sino que trata también de usurpar la de los demás: por lo cual se necesitaba levantar un baluarte contra esta usurpación, y buscar motivos sensibles y bastante eficaces para reprimir este espíritu despótico. Halláronse estos en las penas establecidas contra los infractores de las leyes. Digo

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Dico sensibili motivi, perché l’esperienza ha fatto vedere, che la moltitudine non adotta stabili principi di condotta, nè si allontana da quel principio universale di dissoluzione, che nell’universo fisico e morale si osserva, se non con motivi che immediatamente percuotono i sensi, e che di continuo si affacciano alla mente per contrabilanciare le forti impressioni delle passioni parziali, che si oppongono al bene universale: né l’eloquenza, né le declamazioni, nemmeno le più sublimi verità, sono bastate a frenare per lungo tempo le passioni eccitate dalle vive percosse degli oggetti presenti.

§ II

Diritto di punire.

Ogni pena che non derivi dall’assoluta necessità, dice il grande Montesquieu, è tirannica; Ogni atto di autorità di uomo a uomo, che non derivi dall’assoluta necessità, è tirannico.

Ecco dunque sopra di che è fondato il diritto del sovrano di punire i delitti: Sulla necessità di difendere il deposito della salute pubblica dalle usurpazioni particolari; e tanto più giuste sono le pene, quanto più sacra ed inviolabile è la sicurezza, e maggiore la libertà che il sovrano conserva ai sudditi.

Llámamolos motivos

sensibiles, porque la experiencia ha demostrado que la multitud no adopta principios estables de conducta, ni se alexa de aquella innata general disolución, que en el universo físico y moral se observa, sino con motivos que inmediatamente hieran en los sentidos, y que de continuo se presenten al entendimiento, para contrablancear las fuertes impresiones de los ímpetus parciales, que se oponen al bien universal: no habiendo tampoco bastado la elocuencia, las declamaciones, y las verdades mas sublimes a sujetar por mucho tiempo las pasiones exitadas con los sensibles incentivos de los objetos presentes.

§ II

Derecho de castigar.

Toda pena (dice el gran Montesquieu) que no se deriva de la absoluta necesidad, es tyránica: proposición que puede hacerse mas general de esta manera. Todo acto de autoridad de hombre a hombre, que no se derive de la absoluta necesidad, es tyránico. Veis aquí la basa sobre que el Soberano tiene fundado su derecho para castigar los delitos: sobre la necesidad de defender el depósito de la salud pública de las particulares usurpaciones; y tanto más justas son las penas, quanto es más sagrada e inviolabile la seguridad, y mayor la libertad

que se necesitaba buscar

motivos sensibles, porque ha

probado la esperiencia que la moltitud estaba muy distante de adoptar máximas estables de conducta. En el mundo físico y moral hay una tendencia a la disolución, que obra igualmente en la sociedad, y la destruiría muy en breve, si no se presentasen a los ojos del pueblo unos objetos sensibles, y siempre presentes en el ánimo, para contrapesar la viva impresión de las pasiones particulares, opuestas esencialmente al bien general. Cualquiera otro medio sería inútil, porque cuando son escitadas las pasiones por los objetos presentes, la elocuencia, la declamación y las verdades más sublimes son para ellas un freno que no las detiene, o que rompen con mucha prontitud.

§ II

Derecho de castigar.

Todo castigo, cuya necesidad no es absoluta, viene a ser tiránico (dice el gran Montesquieu): proposición que se puede generalizar más, espresándola asi: Todo acto de

autoridad egercido por un hombre sobre otro es tiránico,

si no es absolutamente

necesario. Por consiguiente, el

fundamento del derecho de castigar es la necesidad de defender el depósito de la seguridad pública contra las usurpaciones de los particulares. Cuanto mayor es la libertad que el soberano (en el cual reside este derecho) conserva a sus súbditos, y

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Consultiamo il cuore umano, e in esso troveremo i principi fondamentali del vero diritto del sovrano di punire i delitti; poiché non è da sperarsi alcun vantaggio durevole dalla politica morale, se ella non sia fondata sui sentimenti indelebili dell’uomo.

Qualunque legge devii da questi, incontrerà sempre una resistenza contraria, che vince alla fine; in quella maniera che una forza benché minima, se sia continuamente applicata, vince qualunque violento moto comunicato ad un corpo. Nessun uomo ha fatto il dono gratuito di parte della propria libertà in vista del ben pubblico: questa chimera non esiste che ne’ romanzi: se fosse possibile, ciascuno di noi vorrebbe, che i patti che legano gli altri, non ci legassero: ogni uomo si fa centro di tutte le combinazioni del globo. La moltiplicazione del genere umano, piccola per sé stessa, ma di troppo superiore ai mezzi che la sterile ed abbandonata natura offriva per soddisfare ai bisogni che sempre più s’incrocicchiavano tra di loro, riunì i primi selvaggi. Le prime unioni formarono necessariamene le altre per resistere alle prime, e così lo stato di guerra trasportossi dall’individuo alle nazioni.

que el soberano conserva a sus súbditos. Consultemos el

corazon humano, y

encontraremos en él los principios fundamentales del verdadero derecho que tiene el soberano para castigar los delitos; porque no debe esperarse ventaja durable de la política moral, quando no está fundada sobre máximas indelebles del hombre. Cualquiera ley que se separe de estas, encontrará siempre una resistencia opuesta, que vence al fin; del mismo modo que una fuerza, aunque pequeña, siendo continuamente aplicada,

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