REYES, OBISPOS Y CAMPESINOS: TERRITORIO Y POBLAMIENTO DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA EN EL VALLE DEL TRUBIA, ASTURIAS (SIGLOS VIII-XII)
Kings, Bishops and Peasants. Territory and Population During the Early Middle Ages in the Trubia Valley, Asturias (8th-12th Centuries)
Jesús FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ
UCL Institute of Archaeology. 31-34 Gordon Square. Bloomsbury. LONDON WC1H 0PY. United Kingdom.
C. e.: [email protected]
Recibido: 2015-09-12 Revisado: 2016-03-25 Aceptado: 2017-05-09
RESUMEN: En este artículo se presentan los resultados del estudio histórico-arqueoló- gico de varios territorios de la zona central de Asturias (cuenca baja del río Trubia, Noroeste de España), entre los siglos viii y xii, en los que la monarquía asturiana jugó un importante papel. Combinando el manejo crítico de la documentación escrita con las fuentes arqueoló- gicas y el apoyo en diferentes métodos y técnicas de investigación (arqueología del paisaje, SIG, etnoarqueología, geoarqueología, arqueobotánica, etc.), se establece un primer cuadro interpretativo sobre los procesos de transformación política del espacio, la estratificación so- cial, la concentración de la población campesina en aldeas y la reordenación de los procesos productivos durante la Alta Edad Media.
Palabras clave: Alta Edad Media; Territorio; Sociedad feudal; Campesinado medieval;
Valle del Trubia; Asturias.
ABSTRACT: This paper presents the results of the historical and archaeological study
of various territories located in the region of Asturias (low basin of the river Trubia, North-
west of Spain), between 8
thand 12
thCenturies, in which the monarchy of the Asturian
Kingdom played an important role. Combining the critical appraisal of written documents
with archaeological sources and different research methods (landscape archaeology, GIS, ethnoarchaeology, geoarchaeology, archaeobotany, etc.), a first interpretation on the pro- cesses of political transformation, social stratification, reorganisation of peasantry and production during the Early Middle Ages is established.
Keywords: Early Middle Ages; Territory; Feudal society; Medieval peasantry; Trubia Valley; Asturias.
SUMARIO: 0 Introducción. 1 Marco geográfico y cronológico. 2 Materiales y mé- todos. 3 Territorio y sociedad a la luz de los documentos. 4 Arqueología del bajo valle del Trubia entre la Antigüedad Tardía y el siglo xii. 4.1 Antes del siglo viii: el registro tardoan- tiguo. 4.2 Los castillos medievales. 4.3 Las iglesias. 4.4 La red de aldeas. 4.5 Intervenciones en la aldea de Villanueva (Santo Adriano) y su entorno. 5 Conclusiones. 6 Referencias bi- bliográficas.
0 Introducción
Los estudios sobre el mundo rural altomedieval se han multiplicado en los últi- mos años, lo que nos permite disponer para el contexto europeo de toda una serie de referentes teórico-metodológicos de gran ayuda que informan sobre un periodo en que se dieron importantes y complejos cambios sociales.
En particular, la investigación que aquí se presenta es deudora de una serie de es- tudios que, desde los años 90, se han centrado en la comprensión de la transición entre la Tardoantigüedad y la Edad Media. Trabajos caracterizados por el uso combinado de fuentes muy variadas (como las escritas y arqueológicas), que han prestado especial aten- ción al análisis territorial y a la historia de las redes de poblamiento, han reinterpretado la Alta Edad Media española y han conseguido llevar las discusiones sobre la misma al contexto europeo
1. En nuestra investigación también ha tenido un peso importante la arqueología, que está haciendo grandes aportaciones a la comprensión del periodo
2.
1 López Quiroga, Jorge. El final de la Antigüedad en la Gallaecia. La transformación de las estructuras de poblamiento entre Miño y Duero (siglos v al x). Santiago de Compostela: Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2004; Fernández Mier, Margarita. Génesis del territorio en la Edad Media: arqueología del paisaje y evolución his- tórica en la montaña asturiana: el valle del río Pigüeña. Oviedo: Universidad de Oviedo, 1999; García Camino, Iñaki. Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos vi-xii. La configuración de la sociedad feudal. Bilbao: Diputación Foral de Bizkaia, 2002; Gutiérrez González, José Avelino. Fortificaciones y feudalismo en el origen y formación del reino leonés (siglos ix-xiii). Valladolid: Universidad de Valladolid, 1995; Larrea Conde, Juan José. «Aldeas navarras y aldeas del Duero: notas para una perspectiva comparada». Edad Media. Revista de Historia, 2004, vol.
6, pp. 159-181; Martín Viso, Iñaki. Poblamiento y estructuras sociales en el Norte de la Península Ibérica (siglos
vi-xiii). Salamanca: Universidad de Salamanca, 2000; Pastor Díaz de Garayo, Ernesto. Castilla en el tránsito de la Antigüedad al feudalismo. Poblamiento, poder político y estructura social del Arlanza al Duero (siglos vii-xi).
Valladolid: Junta de Castilla y León, 1996; Escalona Monge, Julio. Sociedad y territorio en la Alta Edad Media castellana: la formación del alfoz de Lara. Oxford: British Archaeological Reports, 2002, entre otros.
2 Como ejemplo podríamos citar los numerosos trabajos de J. A. Quirós Castillo y Alfonso Vigil- Escalera.
Gracias a los datos extraídos de un conjunto muy variado de fuentes y a la utili- zación de un método multidisciplinar de trabajo, hemos podido trazar unos primeros mapas sobre los que explicar las dinámicas sociales y transformaciones de estos terri- torios durante la Alta Edad Media, que se presentan aquí. Esta primera aproximación nos permite medir y contrastar la articulación entre ciertas tendencias generales obser- vadas a escala europea durante este periodo y el desarrollo histórico particular de esta zona. Obras de referencia, como la de Ch. Wickham
3, muestran que fenómenos como el surgimiento del reino de Asturias no son algo excepcional y responden al mismo impulso que se está produciendo en otras áreas europeas entre los siglos vii-xi, con la formación de nuevas estructuras políticas regionales de base dominical. Entender, por tanto, el anclaje local de estos sistemas englobantes, las bases sociales sobre las que se asentaron, nos puede ayudar a comprenderlos y contextualizarlos mejor en la Europa de la Alta Edad Media.
1 Marco geográfico y cronológico
El espacio seleccionado para realizar este estudio se sitúa en el occidente de la Cordi- llera Cantábrica, en la región central de Asturias (NW de España). Comprende un sector del valle del río Trubia
4, concretamente su cuenca media-baja, que abarca una parte del concejo de Oviedo (parroquia de Santa María de Trubia) e integra los actuales concejos de Santo Adriano y Proaza (Fig. 1).
Desde el punto de vista geográfico, los concejos de Santo Adriano, Proaza y la pa- rroquia de Trubia, se encuentran claramente delimitados: al sur por la sierra de Sobia, que separa las tierras de Teverga y Proaza, al norte por la confluencia con el río Nalón a la altura de la localidad de Trubia, y en sus flancos por las sierras que vierten aguas al valle del Trubia (sierras de Tameza y Buanga por el W y estribaciones del Aramo por el E). En su confluencia con el Nalón se encuentra la parroquia de Santa María de Trubia, ya integrada en el concejo de Oviedo y salida natural del valle. Eclesiásticamente, este territorio está compuesto en la actualidad por 14 parroquias (Fig. 1).
En conjunto, el área constituye un espacio bien delimitado, que resultó en la for- mación de territorios medievales, como los de Buanga (Trubia), Santo Adriano o Proaza, mencionados en la documentación de la época. Esta presencia de fuentes escritas, suma- da a la de elementos de gran interés arqueológico como la iglesia prerrománica de Tuñón (siglo ix), hacen de estos territorios un espacio adecuado para analizar las relaciones de poder entre las aristocracias y los diferentes grupos sociales desde el siglo ix y su posterior
3 Wickham, Chris. Framing the Early Middle Ages. Oxford: Oxford University Press, 2005.
4 El río Trubia está ubicado en la cuenca del Nalón-Narcea, la más importante de Asturias en cuanto a su extensión, que representa el 46% del territorio asturiano. La longitud de este cauce es de aproximadamente 46,3 km. Nace en los puertos de Agüeria (Quirós), a unos 1.600 m de altitud, y se le une en Caranga el río Teverga, proveniente del Puertu Ventana. Finalmente tributa al Nalón, en la localidad que le dio nombre:
Trubia (Oviedo). La red fluvial en la zona se presenta muy encajada y ha ido modelando un paisaje segmen- tado de pequeños valles con pendientes muy abruptas.
Fig. 1. Localización del área de estudio y principales territorios, yacimientos arqueoló-
gicos, centros de poder y aldeas mencionados en el texto.
evolución en el tiempo. Era además el único tramo de este valle al que no se había dedi- cado ninguna tesis doctoral
5.
El marco cronológico propuesto abarca los primeros siglos de la Edad Media, desde el siglo viii hasta el siglo xii, sin perder de vista lo que sucede en las últimas etapas de la Tardoantigüedad.
2 Materiales y métodos
La mayor parte de estos territorios se integraron en el señorío de la catedral de Ovie- do (San Salvador) a lo largo de la decimosegunda centuria, por lo que disponemos de un registro documental, no demasiado abundante, pero rico en referencias a este espacio.
Por ello, la fuente escrita ha sido el apoyo principal de los estudios realizados hasta el presente en la zona. Esta documentación ha sido publicada en su totalidad hasta el siglo xiii
6, ampliamente estudiada y sometida además en algunos casos a profundos análisis crítico-diplomáticos
7, ya que en gran medida fue interpolada en el siglo xii. Algunos de estos estudios tratan sobre documentos que hacen referencia al área de estudio, lo que nos permitió contar con un primer análisis contrastado al tratar este tipo de información
8. En el marco de elaboración de nuestro trabajo ha sido aplicada esa misma metodología a otros documentos que hasta ahora no habían sido analizados críticamente
9.
La arqueología ha sido la otra de las fuentes principales de estudio. En las últimas décadas se elaboraron las cartas arqueológicas y se realizaron algunas intervenciones que nos permitieron establecer un primer punto de partida. Durante la elaboración de este proyecto se realizó una serie de prospecciones y excavaciones arqueológicas que nos han permitido ampliar esta información, aunque todavía de forma muy parcial, dentro de un esquema de trabajo interdisciplinar, en el que se ha recurrido a diferentes técnicas como la arqueozoología, la arqueobotánica, el análisis químico de los suelos, el estudio de la cultura material, los análisis de C14, etc.
10.
5 Al resto de concejos del valle (Quirós y Teverga) ya se habían dedicado dos trabajos doctorales que han sido posteriormente publicados: González Collado, M.ª Belén. El territorio de Quirós en la época medieval. Bárzana: Ayuntamiento de Quirós, 2009; Fernández Suárez, Ana. Terverga, un concejo de la mon- taña asturiana en la Edad Media. Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos, 1992.
6 García Larragueta, Santos. Colección de documentos de la catedral de Oviedo. Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos, 1962.
7 Fernández Conde, Francisco Javier. El Libro de los Testamentos de la catedral de Oviedo. Roma:
Iglesia Nacional Española, 1971.
8 Fernández Conde, Francisco Javier y Pedregal Montes, M.ª Antonia. «Santo Adriano de Tuñón. Historia de un territorio en los siglos de transición». Asturiensia Medievalia, 1995, vol. 8, pp. 79-110.
9 Fernández Conde, Francisco Javier y Fernández Fernández, Jesús. «Abades, obispos y poder social». Territorio, Sociedad y Poder. Revista de Estudios Medievales, 2009, vol. 4, pp. 65-94.
10 Fernández Fernández, Jesús. «Aproximación arqueológica a la génesis y evolución del po- blamiento medieval en un territorio de media montaña (bajo Valle del Trubia, concejos de Proaza, Santo Adriano y Oviedo)». En Excavaciones arqueológicas en Asturias 7. Oviedo: Principado de Asturias, 2014, pp.
331-342; Fernández Mier, Margarita; Fernández Fernández, Jesús; Alonso González, Pablo; López Sáez, José Antonio; Pérez Díaz, Sebastián y Hernández Beloqui, Begoña. «The investigation of currently
Se ha recurrido asimismo a otros tipos de fuentes, como las toponímicas, de vital importancia para entender los sistemas de aprovechamiento del territorio en paisajes no industriales, como el que nos ocupa, donde la denominación tradicional de los lugares se ha mantenido y aporta mucha información sobre los usos económicos y sociales del paisaje
11. Siguiendo las recomendaciones de otras metodologías, como la etnoarqueolo- gía
12, hemos recogido también información oral sobre los usos del espacio y las técnicas tradicionales de aprovechamiento del territorio, que han sido de gran utilidad a la hora de interpretar algunos de los procesos arqueológicos observados.
También el uso de herramientas informáticas, como los sistemas de información geográfica nos permitieron realizar análisis previos del territorio y plantear unas primeras hipótesis que han ido contrastándose posteriormente con el trabajo de campo
13.
3 Territorio y sociedad a la luz de los documentos
El primero de los territorios que formaron parte de nuestra zona de estudio en la Alta Edad Media es el de Trubia, llamado alfoz de Buanga en el siglo xii. Sus orígenes son inciertos y solo pueden ser estudiados mediante lecturas regresivas de documentos poste- riores, como el analizado en el marco de elaboración de esta investigación (vid. nota 10), en el que un abad llamado Gladila aglutina un importante patrimonio familiar en torno a la fundación de una iglesia-monasterio propia en el siglo ix (Fig. 1). El documento de referencia está fechado en el año 863 y por entonces Gladila ya es obispo de la diócesis de Lugo-Braga, aspecto que no puede disociarse de su anterior posición social dominante en la esfera local como abad, al menos desde el año 840. Pero en este documento lo vemos operar de nuevo como jefe local, dotando al monasterio de una serie de propiedades loca- lizadas en áreas concretas del valle (Trubia y Banduxu. Fig. 1). De esta forma Gladila está creando áreas de influencia vinculadas a un nuevo centro de poder (iglesia-monasterio de Santa María de Trubia, cuya advocación permanece hasta la actualidad), en definitiva,
inhabited villages of medieval origin: Agrarian archaeology in Asturias (Spain)». Quaternary International, 2014, vol. 346, pp. 41-55.
11 Sobre la importancia del estudio de la toponimia menor en los estudios arqueológicos e históricos del territorio ver: Fernández Mier, Margarita. «La toponimia como fuente para la historia rural: la territorialidad de la aldea feudal». Territorio, Sociedad y Poder. Revista de Estudios Medievales, 2006, vol. 1, pp. 35-52.
12 González Álvarez, David. «Etnoarqueología del paisanaje tradicional como fuente de informa- ción en Arqueología». En Actas de las I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la cultura material I. Madrid, 2008, pp. 237-244.
13 Fernández Fernández, Jesús. «Una contribución a la lectura crítica de determinadas fuentes de información arqueológicas mediante la utilización de los SIG: los “castros” del valle del Trubia». Territorio, Sociedad y Poder. Revista de Estudios Medievales, 2009, vol. 4, pp. 5-46; Fernández Fernández, Jesús. «Mo- delos predictivos y SIG. Algunos ejemplos de su aplicación en Arqueología: los asentamientos fortificados del Valle del Trubia (Asturias, España)». Mapping, 2010, vol. 140, pp. 76-82; Fernández Fernández, Jesús.
«Toponimia y Sistemas de Información Geográficos. Un ejemplo de su uso combinado en Arqueología del Paisaje». Lletres Asturianes, 2011, vol. 104, pp. 139-153; Fernández Fernández, Jesús. «Arqueología, SIG y modelos predictivos basados en redes neuronales artificiales. Un caso de estudio». Mapping, 2013, vol. 160, pp. 30-38.
una nueva territorialidad. Es además un claro ejemplo de cómo un poder opera a escalas distintas, como obispo en la esfera del reino de Asturias, como jefe de su parentela en el espacio local. La emergencia del reino es a la vez causa y consecuencia de las necesi- dades de esta aristocracia implantada localmente, pero que está ahora dotada de nuevas herramientas para ejercer de forma más efectiva el poder. El documento deja entrever la posición con respecto a otros grupos sociales de esta élite, con referencias a domnos, domnas y libertos
14. Iguales y dependientes que muestran unas estructuras sociales clara- mente jerarquizadas. A la vez el documento traslada una imagen de un poblamiento en aldeas dispersas con unas estructuras agrarias plenamente formadas, usos hortofrutícolas, ganaderos, agrícolas, etc.
15.
Este despliegue de áreas de influencia y concentración de propiedad no se puede desvincular de la aparición posterior de nuevas unidades políticas más maduras en los siglos xi y xii, en un momento en el que el papel y las funciones de los territorios van delimitándose con mayor precisión. Es entonces cuando estos territorios pasarán a de- nominarse tenencias o alfoces, gobernados en cada caso por un «tenente»
16. En el caso de Trubia, las primeras referencias a los tenentes y la denominación de este territorio como «alfoz» aparecen en la documentación del siglo xii
17. Posteriormente, cuando estos territorios pasan a estar bajo la jurisdicción eclesiástica de la catedral de Oviedo (la mayoría de los aquí estudiados), la figura del «tenente» es sustituida a lo largo de los siglos xiii-xiv por la de los «encomenderos», delegados de «manu episcopi»
18. Sin em- bargo, Trubia, al contrario que el resto de territorios del valle, no cayó bajo jurisdicción episcopal, sino que pasó a formar parte del alfoz de Grado, territorio administrado desde la villa real del mismo nombre (fundada c 1256), que forma parte del grupo de nuevas concentraciones urbanas que se crearon hacia mediados del siglo xiii,
14 Como ejemplo transcribimos algunas referencias a estos grupos sociales diferenciados en el texto:
«in Cauriceto quam conccesit dompnus Hermegildus filius dompni Mauregati»; «sorte mea in Perlauia ex integra iuxta planu qui fuit dompne Creose»; «et omnes meos libertos quos ego ingenuaui et quos iermani mei ingenuauerunt et ad ipsos cultores sint comendati et pro omnem patrocinium uel maulatum deseruiunt in ipsis locis et in eius festiuitates de ipsos apostolos uel martires permaneant». Puede consultarse la transcrip- ción completa del documento en Fernández Conde y Fernández Fernández, «Abades, obispos y poder social», pp. 38-39.
15 Respecto al poblamiento se deja entrever una estructura dispersa en pequeñas villas y caseríos.
Concretamente para el territorio de Trubia: «Adicio et in alias uillas ubi dicunt Gergellitum, uillare de termino de iermanis meis Uniefredi usque in monte omnia exintegro et alia uilla qui est in ripa Trupie, ubi dicunt ad uadum Salgarie ipsa uilla exintegra per terminis per illa / serra ubi stat illa figaria et per illa lumba et iuxta kasa Randulfi ubi illa petra fita est», Ibídem, p. 41. Respecto a las estructuras agrarias, en el entorno de Banduxu se encuentran ya formadas tierras, huertos de frutales y pastos para el ganado: «In Uandugio terras et pomares qui me ibidem competunt inter heredes meos ab integritate, bustos pernomi- natos Kariceto et Cirio», Ibídem, p. 41.
16 Representantes de la monarquía astur-leonesa en cada territorio.
17 Sobre la historia de este alfoz ver: Fernández Conde, Francisco Javier y Fernández Fernández, Jesús. «El territorio de Buanga (Asturias). Génesis y formación de un alfoz altomedieval». Territorio, Sociedad y Poder. Revista de Estudios Medievales, 2012, vol. 5, pp. 35-67.
18 Un estudio sobre las encomiendas episcopales en el valle del Trubia en: Fernández Suárez, Ana.
«Señorío y encomiendas en las tierras episcopales del valle del Trubia». Asturiensia Medievalia, 1993-1994, vol. 7, pp. 147-164.
especialmente durante el reinado de Alfonso X, como forma de contrarrestar el poder señorial por parte de la monarquía
19.
Al sur del territorio de Trubia se extendía en la Alta Edad Media un importante te- rritorio del que solo nos quedan vagas referencias en la documentación posterior: Olalíes u Olalies
20. Creemos, por las referencias toponímicas, que este espacio se vertebraría en torno a un centro de poder en altura (castillo de Valdolayés)
21, del que aún pueden ob- servarse parte de sus estructuras de fortificación. Este microtopónimo habría cristalizado como corónimo en la Alta Edad Media (al igual que sucedió en los vecinos territorios de Proaza y Buanga), para denominar todo el espacio administrado. A partir de unas vagas referencias en las fuentes altomedievales a algún tipo de acontecimiento militar en el lugar de Olalies
22, se ha interpretado que este espacio se habría visto envuelto en las luchas entre grupos de poder en el marco de la conquista musulmana de la Península Ibé- rica
23, pasando a estar bajo el control de la emergente monarquía asturiana a lo largo del
19 Sobre la creación de las villas y pueblas nuevas asturianas: Ruiz de la Peña Solar, Juan Ignacio.
Las «polas» asturianas en la Edad Media. Estudio y diplomatario. Oviedo: Universidad de Oviedo, 1981. Sobre la vinculación del territorio de Trubia y su población al alfoz de Grado ver: Fernández Fernández, Jesús.
Estudios multiescalares sobre la Alta Edad Media en el Valle del Trubia (Asturias, España). Oviedo: Universidad de Oviedo, 2014, p. 130.
20 El topónimo Olalies aparece en varios documentos de época medieval. En 891, en la donación de Alfonso III: «uilla in Olalies cum ecclesia Sancti Uicentii», (García Larragueta, Colección de documentos, n.º 13, pp. 48-53); en el 1100, donación de Alfonso VI: «in Olalies ecclesiam Sancti Uicenti cum sua uilla» (Ibídem, n.º 117, pp. 313-315); en 1012, donación de Mumadonna a la Iglesia de Oviedo: «Uilla de Olalies» (Ibídem, n.º 41); en 1117, Pelayo, obispo de Oviedo da a los canónigos de la iglesia de Oviedo el arce- dianato de Oviedo y fija sus límites: «pinnam obam super flumen Nilonis sitam, deinde ab ipso loco usque in riuulum Trubie discurrente eodem Nilone / fluuio cum ipsa ualle Trubie, deinde uallem de Olalies et ualle de Quilos» (Ibídem, n.º 138); por último, en 1150, cuando el Obispo de Oviedo delimita el arcedianato de Ovie- do: «inter terminum de Tebrega et de Quilos / et quomodo descendit per extremos terminos de Olalies et includitur in riuulum de Trubia et quimono riuulus ille recipitur in alueum Nilonis fluuii» (Ibídem, n.º 160).
21 Topónimo formado a partir del sustantivo (*valem > val), una preposición y el nombre de un posesor, posiblemente en ablativo (*eulaliense > Olalies): García Arias, Xosé Lluis. Pueblos asturianos: el porqué de sus nombres. Salinas: Ayalga, 1984, p. 271.
22 Sobre estos sucesos aparece en las Crónicas de Alfonso III (siglo ix) recogido lo siguiente: «Qui Munuza... quumque Astores persequentes cum in locum Olaliense –In vico quoddam Claciensem en la versión Rotense– repperisent, simul cum exercitu suo, gladio deleverunt, ita ut ne unus quidem Caldeorum intra Pi- renei remaneret» (versión Ad Sebastianum): Gil Fernández, Juan; Moralejo, José Luis y Ruiz de la Peña, Juan Ignacio (eds.). Crónicas asturianas. Oviedo: Universidad de Oviedo, 1985, pp. 130-131.
23 Han sido muchos los autores que propusieron la ubicación de los sucesos en el valle del Trubia. En época moderna: Carvallo, Luis Alfonso de. Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias (facsí- mil de la edición de 1695). Gijón: Silverio Cañada Editor, 1988, p. 113. En la historiografía contemporánea:
Sánchez-Albornoz, Claudio. El Reino de Asturias. Orígenes de la nación española. Oviedo: Instituto de Estu- dios Asturianos, 2001, pp. 159 y ss.; Fernández Conde y Pedregal Montes, «Evolución histórica del te- rritorio de Santo Adriano», p. 166. Otra propuesta de ubicación es la defendida por Ruiz de la Peña Solar, Juan Ignacio, que sitúa el lugar de los acontecimientos en Olali (Lugones, centro de Asturias), microtopónimo presente en la documentación medieval: «La monarquía astur-leonesa de Pelayo a Alfonso VI (718-1109)».
En El Reino de León en la alta Edad Media. León: Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1995, pp.
28 y ss. Sin embargo, esta hipótesis aparece poco contrastada, pues solo se apoya en la existencia de una única mención documental. La existencia de un yacimiento arqueológico fortificado en el paraje de Valdolayés, la correspondencia toponímica, la construcción de un templo prerrománico en las cercanías, las abundantes referencias a este territorio en la documentación medieval y la presencia de una importante carga legendaria
siglo viii. Esta hipótesis cobra mucho sentido al ver cómo el último de los monarcas astu- rianos, Alfonso III, elige este espacio recóndito para fundar en él una iglesia-monasterio a finales del siglo ix en una heredad propia denominada Tunione (Tuñón), dando lugar a la fragmentación del antiguo territorio de Olalies en dos nuevas circunscripciones: Santo Adriano y lo que después se convertirá en Proaza. Aunque este último no se denominará así hasta bien entrado el siglo xii, manteniendo todavía en la primera mitad de esa cen- turia el nombre antiguo de Olalies
24.
El templo perrománico de Tuñón, centro de este nuevo territorio, fue consagrado por el rey y su esposa Jimena, en 891, en presencia, según el documento de la fundación, de los obispos de Coimbra, Iria Flavia y Astorga, destinado a albergar una comunidad monástica prebenedictina. Se trata por tanto de una fundación propia destinada a funcionar como centro rector del amplio patrimonio circunscrito en la propia carta fundacional (Fig. 1). A la importante nómina de villas (al menos 6 en la parte considerada auténtica del documen- to) se suman las familias que las habitaban
25, un recinto fortificado
26y diferentes objetos litúrgicos. Estos datos indican que el abad de Tuñón debió de convertirse en la máxima au- toridad en el territorio concedido por Alfonso III. No conocemos su historia, porque la do- cumentación de esta pequeña institución monástica se perdió
27. Por tanto, existe un vacío documental desde el momento de la donación hasta su inclusión como canonjía rural en el dominio de la Catedral ovetense en el siglo xii. Hay que entender esta política de donacio- nes regias como parte de la construcción de una estructura sólida que está permitiendo a la monarquía rentabilizar todos los espacios del reino, aunque la potestas publica sobre la que se fundamenta va a ir cediendo terreno frente a unos poderes basados en la posición dentro de un sistema de alianzas de naturaleza estrictamente privada
28. Todo ello en un momento
del lugar, viva aún hoy día en la tradición popular de la comarca, pesan demasiado a favor de los autores que defienden la ubicación en el valle del Trubia, entre los que nos incluimos.
24 Según Fernández Conde y Pedregal Montes, «Evolución histórica del territorio de Santo Adriano», «Santo Adriano y Proaza, el valle entero de Olaliés, serían, si nuestra hipótesis es correcta, el pri- mitivo territorio asturiano en estas latitudes. Si estos planteamientos finales son correctos o, al menos, verosí- miles, Alfonso III y Jimena, al determinar con notable precisión y minuciosidad las tierras de Santo Adriano en su carta fundacional, estaban diseñando un territorio, en cierto modo artificial, por lo menos hasta el siglo ix. En las centurias posteriores, la centralidad de la entidad religiosa creada y la importancia de la misma, servirían, seguramente, para precipitar la cristalización del mismo en cuanto tal y propiciar así su pervivencia hasta la actualidad en calidad de municipio o concejo rural independiente».
25 «Et feçimus et damus per istis terminus ab integritate cum familiis uillas que in ipsis terminis sunt fundatas uel commorantes».
26 Actualmente denominado «Peña Constanciu». En las fuentes aparece como: «castrum in Siones cum ecclesia Sancte Andree» (García Larragueta, Colección de documentos, n.º 13, p. 50); «Uilla in Ualles cum castro Constanti» (Ibídem, n.º 117, p. 314). En el mismo documento se menciona en el entorno una vía de comunicación denominada «calce de Constanti» cercana a un cruce de caminos: «per cruce de Siones». La relación con la toponimia actual es clara, tratándose sin duda del mismo lugar mencionado en las fuentes, cercano a la aldea que aún hoy día se conoce como Siones, donde se reconocen varios restos de derrumbes de muros que cercaban la parte más elevada del lugar (Fig. 2).
27 López Fernández, Valeriano. «Santo Adriano». En Asturias Vol. III, ed. por F. Canella y Secades y O. Bellmunt y Traver. Gijón: s. n., 1900, pp. 171 y ss.
28 Sobre estos problemas vid.: Mínguez Fernández, José M.ª. «Pacto privado feudal y estructura pública en la organización del poder político en la alta Edad Media». Res Publica, 2007, vol. 17, pp. 59-80.
en que la Monarquía opera a nivel supraterritorial necesitando el apoyo de estas pequeñas unidades de administración y explotación del territorio sin las que el rey no podría actuar directamente a mayor escala de forma eficaz.
Con Gladila veíamos el intento de dar el salto de la propiedad dominical al dominio señorial. Se trataba de un personaje dual, que operaba como jefe de una comunidad local y a la vez como señor en una escala superior, llegando a convertirse en obispo. Pero en sus donaciones todavía puede entreverse una tupida red de jerarquías sociales que en el do- cumento de Alfonso III desaparecen, sencillamente se habla de las villas y sus habitantes como un todo homogéneo. No se menciona a domnos y domnas: ¿han desaparecido en los 28 años que median entre el 863 y el 891? Sin duda no. Estarían presentes en las ¿al- deas? que pasan ahora a estar bajo la influencia del monasterio, como élites campesinas, sin cuya complicidad no pueden ejercerse de forma efectiva las relaciones de poder. Pero el rey sí tiene capacidad para invisibilizarlas desde su esfera de actuación, para presentar una cartografía del poder homogénea, que posiblemente fuese más un proyecto de orde- nación del territorio que una realidad. En este caso el dominio señorial es pleno, y se hace sobre la base de la propiedad dominical, aunque esta no sea plena en todo el territorio.
El salto que Gladila intenta dar, el rey ya lo ha dado. Y además en un territorio vecino al suyo, aspecto que tampoco es casual; las élites sociales compiten por el control de este importante valle cercano a la capital del nuevo reino. En definitiva, ambos documen- tos son sin duda claros ejemplos de cómo se va conformando la sociedad jerarquizada que cristalizará durante los siglos centrales de la Edad Media, con multitud de grupos intermedios y compleja a nivel interno, y de cómo se intentan acomodar el dominio y la propiedad. En definitiva, se trata de fragmentos que informan de los procesos dialécticos que se están dando entre lo que J. Escalona ha definido como sistemas englobantes y sistemas englobados
29.
El papel de este tipo de fundaciones que funcionan como empresas de la aristocracia y a la vez focos de articulación territorial seguirá teniendo importancia entre los siglos x y xi y finalizará a la vez que se vaya implantando progresivamente la regla benedictina (en la segunda mitad del siglo xi). Puede fijarse como su punto de partida la celebración del concilio de Coyanza en 1055, donde se trata de legislar en contra de la promoción de iglesias y monasterios propios, favoreciendo la incorporación de estos a los dominios de San Salvador. Monasterios como San Vicente, San Pelayo o Santa María de la Vega, en Oviedo; o San Salvador de Cornellana, Santa María de Lapedo, San Juan Bautista de Corias o San Pedro de Villanueva, son buenos ejemplos de la expansión de los dominios monásticos benedictinos y su influencia, absorbiendo en muchos casos algunas de aque- llas fundaciones precedentes de rasgos visigodos.
En este momento será cuando también el cenobio de Santo Adriano de Tuñón caiga bajo la égida de San Salvador de Oviedo, coincidiendo con un periodo de cuantiosas concesiones regias a las instituciones eclesiásticas, que arrancan con Alfonso VI y co- bran especial relevancia en tiempos de Fernando II. La colaboración económica de sedes
29 Escalona Monge, Julio. «De “señores y campesinos” a “poderes feudales y comunidades”: elemen- tos para definir la articulación entre territorio y clases sociales en la Alta Edad Media castellana». En Comunida- des locales y poderes feudales en la Edad Media. Logroño: Universidad de La Rioja, 2001, pp. 115-155.
episcopales y monasterios en las actividades militares era ahora recompensada por medio de la otorgación de bienes raíces y privilegios
30. El documento en que Alfonso VI confir- ma toda una serie de donaciones a la catedral de Oviedo, entre las que se encuentran los bienes del monasterio de Tuñón, encaja en esta política de expansión de los dominios del episcopado a costa de territorios que gozaban de jurisdicción propia o regia y que ahora debían someterse a una nueva autoridad: la mitra ovetense.
Poco después de la fecha de confirmación de Alfonso VI, entrada la duodécima centuria, en 1108, se lleva a cabo una restauración del edificio prerrománico siendo abad Eulalio
31. El obispo Pelayo de Oviedo se encarga de consagrar de nuevo el templo, mani- festando con este gesto su autoridad sobre esta institución monástica, incluida ya en los dominios de la catedral y convertida en ese momento en canonjía, llamada a funcionar como elemento intermedio de fiscalización y administración religiosa entre el obispo, sus dominios y sus vasallos
32.
Respecto al segundo de los territorios fragmentados tras las donaciones de Alfonso III, Proaza, la primera noticia que se tiene de su existencia está relacionada con la rebelión protagonizada por el conde Gonzalo Peláez contra Alfonso VII, entre los años 1132 y 1137. En uno de los párrafos dedicados por el autor de la Chronica Adefonsi Imperatoris a estos acontecimientos, encontramos la primera referencia a un castillo en estas tierras:
«Ipse comes remansit rebbellis in Pruaza et in Buanga et in Alba de Quiros, quae erant castella valde fortissima»
33.
Después del destierro y ocaso político de aquel conde, reaparece en las crónicas un «tenente», en el último tercio del siglo xii, al frente de este centro de poder
34. Unos años más tarde, en 1184, Fernando II va a donar a San Salvador el «castellum de Proaza cum omnibus directuris suis et cum villa de Monte Gaudii cum omni iure regali quod ad ipsa pertinet»
35. Formalizándose de este modo la transferencia de jurisdicción regia- eclesiástica.
De todas las noticias anteriores se deduce la existencia de un castillo en Proaza al menos desde el primer tercio del siglo xii. Por ello la historiografía más tradicional siempre relacionó los acontecimientos narrados en las crónicas con la actual torre del
30 Como ejemplo, la catedral de Oviedo recibió 21 donaciones del monarca, las mismas que el resto de cenobios asturianos juntos, vid.: Fernández Conde, Francisco Javier. «El medievo asturiano (siglos x-xiii)».
En Historia de Asturias. Vol. 4, La Alta Edad Media. Salinas: Ayalga, 1979, pp. 230-231.
31 Tal como consta en una inscripción que se conserva en el interior del edificio, vid: García de Cas- tro Valdés, César. Arte Prerrománico en Asturias. Pola de Siero: Ménsula Ediciones, 2008, p. 74.
32 Sobre la evolución del monasterio en la Edad Moderna ver: Muñiz López, Iván. «Principios de formación y transformación del poder: el señorío monástico de Santo Adriano de Tuñón (siglos ix-xviii)».
Territorio, Sociedad y Poder. Revista de Estudios Medievales, 2012, vol. 7, pp. 85-128.
33 Sánchez Belda, Luis. Chronica Adefonsi Imperatoris. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950, pp. 36-38.
34 En un documento, fechado en 1177, en el que Gonzalo Suariz dona a la iglesia de San Salvador de Uviéu la villa de San Andrés de Trubia. Esta localidad estaba inserta en el territorio ya descrito del alfoz de Buanga, cuyo castillo dista apenas unos 7 kilómetros (distancia planimétrica) del territorio de Proaza. En la validación del acuerdo aparece el nombre del noble Fernando Velaz, «principante in Tinegio et tenente Buanga et Pruaza»: García Larragueta, Colección de documentos, n.º 191, pp. 465-466.
35 Ibídem, pp. 484-486.
Campo, situada en la villa y capital de este concejo: Proaza. Es aquí donde cobra especial valor el trabajo desarrollado por C. García de Castro y S. Ríos, quienes llegaron a una interesante conclusión a partir del pormenorizado estudio arqueológico de este edificio:
su factura debería de ser en todo caso posterior al 1200
36. La consecuencia lógica de esta afirmación, que compartimos plenamente, es que resulta imposible vincular la actual to- rre con los sucesos descritos en la Chronica Adefonsi Imperatoris, relativos a la rebelión del conde Gonzalo Peláez, en los años 1132-1137. Por tanto, ha de buscarse otro escenario para la ubicación de estos acontecimientos
37. Más adelante, apoyándonos en las fuentes arqueológicas, aclararemos este punto.
En resumen, planteamos como hipótesis la existencia en los momentos iniciales de la Alta Edad Media (siglos viii-ix) de dos centros de poder local en la zona, uno situado en el lugar denominado Trubia y otro en Valdolayés (valle de Olalies). El primero fue el escenario en el que el abad Gladila fundó una iglesia-monasterio propia en el siglo ix, un primer despliegue de la influencia señorial que veremos plenamente cristalizado en forma de estructura territorial en el xii recibiendo la denominación de alfoz de Buanga. Desde el segundo de estos centros de poder, Valdolayés, se administraría toda la zona media del valle del Trubia (actuales concejos de Santo Adriano y Proaza). Este territorio se convierte en un área de especial interés para la Monarquía asturiana por su cercanía a Oviedo y por ser un espacio de confluencia de vías de comunicación con la Meseta. En tiempos de Alfonso III se divide en dos partes. Una se cede a la iglesia-monasterio de Tuñón fundada por este mismo rey, y la otra suponemos que a algún delegado regio encargado de la ad- ministración de este tipo de demarcaciones (commissa), que posteriormente pasará, con la consolidación definitiva del sistema feudal, a denominarse alfoz o tenencia de Proaza.
El hecho de que en la documentación medieval del xii se asocie la villa de San Vicente (actual Proaza) con el territorio de Olalies sería el resultado de la pertenencia de aquella villa a la antigua demarcación, a su inclusión en ella (uilla in Olalies) y a la pervivencia de este antiguo corónimo en un momento de profundas transformaciones sociales y políticas de estos territorios.
36 Se trata de un edificio de planta circular, articulado en cuatro pisos, disminuyendo su diámetro según asciende, hasta alcanzar una altura total de aprox. 14 m. En la actualidad no se conserva resto alguno de las estructuras interiores. Las paredes son de mampostería careada, caliza y arenisca, alcanzando una sección de 1,50 m de anchura en la planta baja. En el interior, la torre tiene un diámetro de 7,60 m: García de Castro Valdés, César y Ríos González, Sergio. «Los castillos de Proaza». Arqueología y Territorio Medieval, 1998, vol. 5, pp. 69-90.
37 En su artículo, García de Castro y Ríos, proponen un nuevo emplazamiento para la fortaleza medieval, en el cercano lugar de Veganande, entre las aldeas de Villanueva y Proaza. No compartimos esta hipótesis, pues la planta del edificio que los autores proponen como arranque de una torre cuadrangular es en realidad un depósito para acumular purines (mezcla de estiércol y agua), cuya fecha de construcción data de principios del siglo xx. El escaso grosor de las paredes inhabilita la hipótesis de la fortaleza. Aún pueden verse los canales que partían desde esta estructura hacia las vegas a las que abastecía de riego. El topónimo correcto del lugar es Veganande, frente al propuesto por los autores (Vegamande).
Fig 2. Centros de poder mencionados en las donaciones al monasterio de Tuñón (siglo ix). 1. Castro de Peña Costanciu. Pueden apreciarse los dos anillos pétreos (a y b), que rodean el recinto principal en la parte más alta del altozano donde se ubica, con un amplio control visual sobre las vías de comunicación cercanas.
2. Cabecera de la iglesia prerrománica de Santo Adriano de Tuñón (siglo ix), parte del amplio conjunto
de bienes con que Alfonso III dota al monasterio propio fundado por él y su esposa Jimena en el año 891.
4 Arqueología del bajo valle del Trubia entre la Antigüedad Tardía y el siglo XII
La investigación arqueológica se planteó con el objetivo de recuperar datos dispersos de diferentes trabajos previos y de ampliar el registro conocido, para tener una visión lo más completa posible del territorio estudiado desde un punto de vista estrictamente arqueológico. Los datos que hasta ahora conocíamos provenían fundamentalmente de los trabajos de prospección realizados por J. M. González
38y de las cartas arqueológicas, que recopilan los datos aportados por aquel autor y algunos nuevos descubrimientos
39.
4.1 Antes del siglo
viii: el registro tardoantiguo
Con los escasos datos de que disponemos da la impresión de que el valle fue una zona con ocupaciones rurales de pequeña envergadura, parecidas al cercano asentamien- to rural de Priañes
40, ya ubicado en el valle del Nalón, o el de San Romano
41. La informa- ción es demasiado escasa y estos datos no nos permiten informar sobre los siglos vi y vii con mayor precisión.
Por otro lado, la relación de algunas de las villas y aldeas que aparecen en la docu- mentación del siglo ix, como Perlín en Trubia o Serandi en Proaza, con algunos castros parece indicar una «continuidad» o relación en términos de poblamiento, aunque esta es una cuestión compleja que está pendiente de ser adecuadamente investigada. Por el contrario, vemos otras villas totalmente desvinculadas de este tipo de asentamiento en altura, establecidas en el fondo de los valles (como San Romano), o relacionadas con otro
38 González, José Manuel. Miscelánea histórica asturiana. Oviedo: Gofer, 1976.
39 Las cartas arqueológicas consultadas se corresponden con los concejos de Oviedo (parroquia de Trubia): Junquera, B. Carta arqueológica del Concejo de Oviedo. Memoria de Licenciatura, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Oviedo, inédita; Santo Adriano: Estrada García, Rogelio. Inventario arqueológico de Sto. Adriano. Oviedo: Consejería de Cultura del Principado de Asturias; «Inventario arqueoló- gico del concejo de Santo Adriano». En Excavaciones arqueológicas en Asturias: 1999-2002, Oviedo, 2007, pp.
459-464. Y finalmente Proaza: Ríos González, Sergio. Carta arqueológica de Proaza. Oviedo: Consejería de Cultura del Principado de Asturias; «Resumen de la carta arqueológica de Proaza». En Excavaciones arqueoló- gicas en Asturias: 1991-94. Oviedo, 1995, pp. 200-202.
40 Asentamiento rural tardorromano donde se documentó una amortización como espacio metalúrgi- co (a partir de la sexta centuria) y funerario con dos fases 1) siglos vi-vii y 2) siglos viii-x. La villa aparece por primera vez en la documentación del xii, continuando habitada hasta la actualidad. Requejo Pagés, Otilia.
Arqueología y territorio en el sector central de la cuenca del río Nora entre el periodo tardorromano y la Antigüedad Tardía (siglo iv-inicios siglo viii d. C.). Tesis doctoral inédita, Universidad de Oviedo, 2013, pp. 298 y ss.
41 Durante las excavaciones realizadas en el marco de esta investigación se ha sacado a la luz en la aldea de San Romano (actual Villanueva) un horizonte de época romana (Alto Imperial), así como varios de cronologías medievales (siglos ix-xv). Vid. Fernández Fernández, «Aproximación arqueológica a la génesis y evolución del poblamiento medieval», pp. 331-342; Fernández Mier et ál., «The investigation of currently inhabited villages of medieval origin», pp. 47 y ss. En estos últimos contextos han aparecido diferentes frag- mentos de cerámicas tardoantiguas, concretamente formas que se generalizan en el siglo vi, como por ejemplo varios bordes de platos-cuencos, imitación de terra sigillata gálica tardía. Esta información apunta a un uso continuado del espacio en el fondo de valle desde la Antigüedad.
tipo de hábitats antiguos (como Priañes), por lo que se intuye una transformación más compleja del poblamiento, con un punto de partida diverso anterior al siglo viii. Todo ello permite intuir, más que confirmar, una pervivencia muy variada de pequeños asentamien- tos rurales como granjas, caseríos, villas, etc., entre los siglos vi y vii que se transformarán en algunos casos en aldeas a lo largo del viii-ix, momento en que comienzan a aparecer en la documentación bajo la problemática y polisémica denominación de villa.
4.2 Los castillos medievales
Hasta el presente eran conocidos al menos dos castillos por las menciones documen- tales: el de Buanga y el de Proaza (este último, como ya indicamos, con dudas sobre su emplazamiento). También con muchas dudas sobre su función habría que citar el castro de Peña Constanciu, que aparece en la documentación interpolada en el xii, aunque no se vuelve a hacer mención a él en siglos posteriores. Otro ejemplo es el lugar fortificado de Valdolayés, que, aunque nunca aparece mencionado como castrum en la documenta- ción, ponemos en relación con el locum olaliense del que hablan las crónicas asturianas y con el territorio del mismo nombre que pervivirá hasta el siglo xii. En ambos casos supo- nemos una pérdida de función a lo largo de la Alta Edad Media, de forma que, cuando se redactan los primeros documentos, todavía son referentes en el espacio, aunque están siendo sustituidos por otros centros de poder de nueva creación (como la abadía de Tuñón o el castillo de Proaza). En cualquier caso, todos estos emplazamientos en altura (Valdolayés, Buanga, Proaza), comparten similares características, con una difícil accesi- bilidad, reducidas dimensiones y escasa complejidad defensiva
42. Estas particularidades son bien conocidas en otros castillos de Asturias gracias a diferentes estudios
43.
Con nuestra investigación hemos intentado también establecer criterios de clasifica- ción de los emplazamientos fortificados partiendo de sus características de localización
44. Esto nos ha llevado a categorizar los asentamientos fortificados en altura de la zona de estudio en dos tipos principales: uno de rasgos «prerromanos» y otro de rasgos «altome- dievales». Algunos de estos yacimientos, catalogados por otros autores como «prerroma- nos» o «de época romana», resultan tener unas características locacionales más similares a los castillos roqueros altomedievales, por lo que nos decantamos, con reservas, por su
42 Excluimos a Peña Constanciu, que por su aparato defensivo más complejo no se asemeja a los castillos que aparecen citados en las fuentes del siglo xii. Como ya indicamos, parece estar perdiendo su funcionalidad, o haberla perdido ya en el siglo ix, ya que no vuelve a aparecer citado posteriormente más que en las copias del xii.
43 Gutiérrez González, José Avelino y Suárez Manjón, Patricia. «Castillos y fortalezas feudales en Asturias: metodología para su estudio». Territorio, Sociedad y Poder. Revista de Estudios Medievales, 2007, vol.
2, pp. 5-36; Gutiérrez González, José Avelino. «Del castrum al castellum. Los castros entre la Antigüedad y la Edad Media». En Blas Cortina, Miguel Ángel de y Villa Valdés, Ángel (coords.). Los poblados fortifi- cados del noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la cultura castreña. Coloquios de Arqueología en la cuenca del Navia: homenaje al Prof. Dr. José Manuel González y Fernández-Valles. Navia: Ayuntamiento, 2002, pp. 301-316.
44 Fernández Fernández, «Una contribución a la lectura crítica», pp. 9 y ss.
asignación a estas cronologías. Son los casos de Peña Armada en Proacina y El Cantu l’Arbeyal, en Serandi
45. Este tipo de fortificación pudo no aparecer en las fuentes medie- vales debido a su pérdida de función en el momento de la redacción, o por su carácter complementario o secundario dentro de esquemas de control territorial en torno a lugares centrales. Estudiando los casos de las dos fortalezas más mencionadas en las fuentes del siglo xii, Proaza y Buanga, podemos entender mejor estos sistemas de fortificación.
En primer lugar, analizaremos el castillo de Proaza, cuya localización exacta aún estaba pendiente cuando iniciamos esta investigación. Para resolver este problema hemos recurri- do a las fuentes documentales, toponímicas y arqueológicas, descubriendo que el problema por el que se ha ubicado de forma errónea se debe al desplazamiento de algunos topónimos a lo largo de la historia
46. Una parte de la clave la encontramos en la misma documenta- ción escrita, donde se menciona una uilla denominada San Vicente de Olalies
47, que se ha relacionado por ello con la actual Proaza (su advocación, San Vicente, no ha cambiado).
Por ello llegamos a dos conclusiones; por un lado, la actual villa de Proaza no recibía tal denominación durante los primeros siglos medievales, su verdadero nombre era San Vi- cente, y, por tanto, no se puede relacionar la actual Proaza con la del siglo xii, ni al castillo mencionado en las fuentes altomedievales con esta aldea. En estos mismos documentos sí aparece una villa denominada Proaza cum ecclesia sancta localla
48, pero distinta a San Vi- cente. Creemos que se trata de Proacina, aunque la advocación de la misma es hoy día San Juan
49, por lo que este dato no concuerda con el recogido en las fuentes. Sin embargo, al recurrir a la microtoponima, menos móvil que la macro, descubrimos, durante una serie de entrevistas realizadas a algunos vecinos de esta pequeña localidad
50, un lugar denominado
«Santa Localla», muy próximo a la actual aldea, topónimo muy revelador y emplazado al lado de otro tanto o más elocuente: La Iglesia, que relacionamos inevitablemente con la vi- lla medieval y su advocación originaria (uilla Proaza cum ecclesia sancta localla). Es por tanto en el entorno de Proacina donde había que buscar el antiguo castillo y los acontecimientos narrados por las crónicas del siglo xii, y para ello recurrimos a las fuentes arqueológicas
51.
En el entorno de Proacina se localizan varios emplazamientos fortificados, alguno de los cuales se ha relacionado con las fuentes medievales más tardías, concretamente con un documento fechado en 1398, cuando Lope González de Quirós entrega en encomienda las torres de Proaza y Proacina a Alfonso García de Tuñón
52. En realidad, lo que refleja el
45 Ibídem, pp. 25 y ss.
46 Sobre la problemática relación entre toponimia y arqueología ver: Zadora-Rio, Elisabeth.
«Archéologie et toponymie: le divorce». Les Petits Cahiers d’Anatole, 2001, vol. 8, pp. 1-17.
47 García Larragueta, Colección de documentos, n.º 117, pp. 313-315.
48 Ibídem.
49 Madoz, Pascual. Atlas de España y sus posesiones de ultramar. Asturias. Valladolid: Ámbito, 1985, pp. 372-373.
50 Gracias en especial a Rosa.
51 Esta propuesta fue defendida por el autor en: The Trubia Valley Project: towards an interactive human-ecological study. Landscape Archaeology in the centre of Asturias (Spain). Ponencia presentada en el Colloquium: Methodological Approaches to Early Medieval Spain. Institute of Archaeology, University of Oxford, 2010, June.
52 «Alfonso García de Tuñón fizo pleito et omenaje a Lope González de Quirós, que estaba presente, en las suas manos, por los castiellos de Pro[a]za et Proazina, que son del obispo de Oviedo, et otorgóse por
documento es el proceso ya comentado, el castillo de Proacina (siglo xiv) y el de Proaza del siglo xii son el mismo. La diferencia es que en el xiv ya se ha construido la Torre del Campo, que pasa a denominarse castillo de Proaza, relegando a un segundo plano el castillo roquero altomedieval, y creando cierta confusión en la interpretación de las fuentes.
Tras una revisión in situ de estos emplazamientos pudimos confirmar la existencia en primer lugar de una estructura formada por varios taludes perimetrales en forma de anillos concéntricos en el lugar de Peña Narbona, rodeando la cima de un pequeño otero, donde se aprecia un importante derrumbe circular sobre el que se realizó una cata de ex- polio. Nuestros informantes nos hablaron de una importante carga legendaria asociada a este lugar. Además de este espacio revisamos también el lugar cercano denominado Picu’l Castru o Peña Armada, catalogado como yacimiento «prerromano», aunque una vez observadas sus características formales nos decantamos por una cronología medieval
53. Por último, la revisión de un emplazamiento inédito cercano, denominado el Picu Cas- tiellu, reveló la existencia de abundante material arqueológico, como cerámicas, hueso, materiales constructivos y paramentos simples, que sin duda nos remiten a momentos medievales
54. Creemos que en este último caso estamos ante el castillo que aparece men- cionado en las fuentes del siglo xii, de características muy similares al vecino de Buanga, que también fue cabeza de un distrito administrativo o alfoz.
Este castillo y su aldea anexa pasaron a denominarse Proacina (diminutivo), cuando los centros de poder se trasladaron (junto al topónimo mayor, Proaza), a la nueva villa (San Vicente), que se convierte en nueva cabecera del territorio y heredera de su denomi- nación. Seguramente es en este momento cuando la vieja Proaza (Proacina) se integra en la parroquia de Caranga
55. Es entonces, también, cuando se construye una nueva torre en la villa principal, la del Campo (siglo xiii), que aparece mencionada en un nuevo paquete documental (1377-1398), relacionado con la entrega en encomienda del castillo de Proaza por parte del obispo de Oviedo a miembros de la clientela del linaje Bernaldo de Quirós
56. La explicación del desplazamiento del topónimo tiene mucho que ver con el cambio de jurisdicción, que se materializa a finales del siglo xii (1184), con la entrega del castillo de Proaza por parte de Fernando II a San Salvador, y con la profunda reestruc- turación territorial acaecida entre los siglos xiii-xiv. Será en este momento cuando los antiguos centros de poder situados en zonas abruptas se desplacen, ya transformados en torres y palacios, a las polas y villas nuevas, cabeceras de sus respectivos territorios (que
entrego et apoderado dellos en lo alto et en lo baxo, et rescebio los del dicho Lope González con las tenençias et por las condeçiones por que los el dicho Lope Gonçález tenía del dicho señor obispo» (García de Castro y Ríos González, «Los castillos de Proaza», pp. 81 y ss.).
53 Otros autores han defendido ya esta misma idea: Fanjul Peraza, Alfonso. Los castros de Asturias.
Una revisión territorial y funcional. Teverga: Ayuntamiento, 2004, p. 164.
54 Fernández Fernández, Estudios multiescalares sobre la Alta Edad Media en el Valle del Trubia, pp.
146 y ss. A la vez que se realizaba esta tesis doctoral otro equipo documentaba el emplazamiento: Gutiérrez González y Suárez Manjón, «Castillos y fortalezas feudales en Asturias».
55 Proacina no aparece en los primeros censos parroquiales medievales realizados bajo el obispado de D. Gutierre de Toledo (siglo xiv). Aunque consta como aneja de la de San Pedro de Caranga en el siglo xix, ambas en el concejo de Santo Adriano por aquel entonces (Madoz, Atlas de España y sus posesiones de ultramar.
Asturias, p. 372).
56 García de Castro y Ríos González, «Los castillos de Proaza», pp. 72 y ss.
con el tiempo pasarán a denominarse «conceyos»), y que, como en este caso, tomaron el nom- bre del antiguo corónimo desde el que se administró el viejo territorio o alfoz (Proaza).
En segundo lugar, analizaremos el castillo de Buanga (San Andrés, Trubia), que ac- tualmente recibe el nombre de La Peña’l Castiellu (Fig. 3), y que no presenta problemas de localización. Como en el caso de Proaza, al revisar su entorno, se identificaron dos emplazamientos nuevos. En un primer sitio, al norte, localizamos un topónimo, Castie- llu, cerca de Perlavia, emplazado en un espacio en altura, con amplitud visual sobre el pequeño valle donde se ubica esta aldea. Allí se documentó una serie de estructuras muy poco diagnósticas, aunque su vinculación al camino medieval y su localización como mojón territorial son elocuentes. Por otro lado, al oeste, próximo al topónimo La Torre, se identificó un espacio sin duda fortificado, dotado de un aparato defensivo más com- plejo, en forma de taludes perimetrales que rodean una estructura plana donde se reco- gieron cerámicas «peinadas» de tipología medieval (Fig. 3/2)
57. Esta estructura presenta bastantes similitudes con la ya descrita en Peña Narbona (entorno de Proacina).
Por todo ello, encontramos en estos dos sistemas de fortificaciones notables pa- ralelismos:
1. Existencia de un lugar central o hito jurisdiccional (La Peña’l Castiellu de Buanga y El Picu Castiellu de Proacina), que cristalizó en forma de corónimo denomi- nando a todo el territorio bajo su jurisdicción (Buanga y Proaza). Aparecen en las fuentes escritas del siglo xii o anteriores y hoy son espacios muy inaccesibles, algo alejados de las vías de comunicación, desde los que existe un amplio control vi- sual, de reducido tamaño y en los que se localizan materiales similares (cerámicas peinadas, restos de paramentos simples, huesos quemados, etc.).
2. Existencia de una serie de emplazamientos cercanos a estos lugares centrales (Castiellu y La Torre en Guanga; Peña Narbona y Peña Armada en Proacina), que, en algunos casos, como el de Peña Narbona y La Torre, presentan tipologías constructivas (recintos con taludes perimetrales) y locacionales (acceso directo y cercano a vías de comunicación) muy similares.
Estas similitudes nos han llevado a su vez a plantear tres hipótesis:
1. Que pudo existir un sistema de fortificación compuesto por varias estructuras complementarias situadas en áreas próximas que, desde una lógica poliorcética, se comportarían en conjunto como un único elemento, funcionando a escala territorial, en el que los emplazamientos centrales cumplirían las funciones de control territorial y los complementarios de fiscalización de vías de comunicación.
La accidentada orografía asturiana determina unos trazados muy sinuosos de los caminos, siendo difícil encontrar una posición única desde la que se pueda fiscalizar los pasos y controlarlos a larga distancia (Fig. 3/4).
2. Que estos emplazamientos no sean sincrónicos y se hayan sucedido en el tiempo a la vez que cambiaban las funciones de los castillos roqueros, sobre todo a partir del siglo xiii.
57 Fernández Conde y Fernández Fernández, «El territorio de Buanga», pp. 51 y ss.
3. Que algunos de estos sitios, como el documentado cerca del castillo de Buan- ga (Fig. 3/2) o la Peña Narbona, estén relacionados con los episodios violen- tos narrados en la Chronica Adefonsi Imperatoris, acaecidos entre 1132 y 1138 y Fig. 3. Lugares fortificados en el entorno de la Peña’l Castiellu de Buanga (denominación medieval)/Guanga (denominación actual), citado en las fuentes del siglo xii. 1. Localización de la Peña’l Castiellu de Guanga y otras fortificaciones citadas en el texto. Puede observarse su relación con la principal vía de comunicación.
2. Restos de estructuras localizadas en las cercanías de la Peña’l Casiellu de Guanga. Se trata de un recinto
de planta rectangular de entre 20 y 25 m de lado (La Torre), directamente vinculado al camino antiguo,
desde el que tenía un acceso que aún se aprecia en su lado oeste. En el recinto interior se localizaron
fragmentos de cerámicas de tipología medieval. 3. Peña’l Castiellu de Guanga, donde la historiografía
sitúa el emplazamiento del castillo medieval. Como puede apreciarse se trata de una formación rocosa
naturalmente inaccesible por la mayoría de sus partes, desde donde se tiene un importante control visual
de este tramo del valle del Trubia. A la izquierda de la imagen pueden observarse restos del derrumbe de las
estructuras que protegerían el acceso por su zona norte, la menos abrupta. Tanto en esta zona, como en el
recinto interior, se han localizado fragmentos de cerámicas de adscripción medieval. 4. Esquema según
el cual podrían haberse combinado estas estructuras creando sistemas territoriales integrados de control
vial y jurisdiccional (los números se corresponden con las imágenes y los distintos elementos).
protagonizados por el conde Gonzalo Peláez. Estas rebeliones requirieron de la presencia de Alfonso VII en persona junto a su ejército al menos dos ocasiones, produciéndose diferentes momentos de conflictividad, tanto en Buanga como en Proaza
58. Por su localización, tipología constructiva y relación visual con los lugares centrales, estos sitios pudieron haber cumplido una función de asedio, especialmente el localizado en Buanga (Fig. 3/2). Por otro lado, la presencia de topónimos y estructuras como Peña Armada, bien podrían relacionarse con el episodio.
Por el momento no podemos apoyar ninguna de estas hipótesis sobre un refrendo arqueológico más claro. Solo la futura excavación de estos lugares corroborará o desmen- tirá alguna de las ideas aquí expuestas.
4.3 Las iglesias
No tenemos constancia en la zona estudiada de templos anteriores al siglo xii más que por las referencias escritas, con una excepción: la iglesia prerrománica de Santo Adriano de Tuñón.
Ya vimos el contexto histórico en el que se produjo la erección de este templo y los problemas de interpolación de los documentos. No obstante, sus características arquitec- tónicas no admiten discusión respecto a su inclusión dentro del conjunto prerrománico asturiano
59.
En los años 90 se realizaron una serie de excavaciones en la necrópolis del templo
60. Gracias a ellas se han descrito tres fases de utilización. Una primera etapa de enterramien- tos (siglos ix-xii) en la que las tumbas de lajas se encuentran orientadas con respecto al ábside. Una segunda fase (siglos xii-xv) en la que las tumbas de lajas y las inhumaciones en fosa se orientan con dirección E-W y una tercera etapa de enterramientos en fosa
58 Respecto a Buanga sabemos del asedio a esta fortaleza protagonizado por el conde asturleonés Suero Bermúdez, entre 1133 y 1135 (García García, María Elida. «El conde asturiano Gonzalo Peláez». Asturien- sia Medievalia, 1975, vol. 2, p. 58). En Proaza, la Chronica cuenta que el rey perdió su caballo durante uno de los ataques (Ibídem, p. 57, nota 80).
59 Arias Páramo, Lorenzo y García de Castro Valdés, César. Guía del arte prerrománico asturiano.
Gijón: Trea, 1999, y García de Castro Valdés, Arte Prerrománico en Asturias. El templo sufrió a lo largo de su historia importantes remodelaciones. La primera, coincidiendo con la consagración en 1108, cuando el obispo de Oviedo consagró tres de los altares, dedicados a los santos Adrián y Natalia, S. Pedro y S. Pablo, y Santiago, tal como consta en la inscripción que se conserva en el interior. Posteriormente durante los siglos xvii, xviii y xix se construye sobre la portada de acceso al templo una espadaña de dos vanos y un arco de me- dio punto en la entrada que apoya en impostas. Finalmente, a mediados del siglo xx (1949-1954), se produce una importante activación de la política restauradora, cuya figura más destacada es sin duda L. Menéndez Pidal, autor de las últimas obras de cierta importancia realizadas en el templo. Sobre la historia de estas y otras reformas realizadas en este edificio desde su construcción vid.: Caballero Zoreda, Luis y Martín Talaverano, Rafael. «Santo Adriano de Tuñón y su entramado de madera». En Caballero Zoreda, Luis y Rodríguez Trobajo, Eduardo (eds.). Las iglesias asturianas de Pravia y Tuñón: Arqueología de la Arquitectura.
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2010, pp. 91-128.
60 Jordá Pardo, Jesús Francisco; Cabo, Carmen y Adán Álvarez, Gema Elvira. «Excavaciones ar- queológicas en Santo Adriano de Tuñón (Santo Adriano, Asturias)». Boletín del Instituto de Estudios Asturia- nos, 1991, vol. 137, pp. 357-396.
fechados entre los siglos xvi-xviii. No existen dataciones absolutas. La propuesta se basa en paralelos morfológicos de las tumbas y en los materiales arqueológicos asociados.
Este templo se ha considerado un ejemplo de la decadencia y ruralización de la arquitectura asturiana en sus momentos finales, lo que podría arrojar dudas sobre los verdaderos promotores de la obra: ¿fueron realmente los reyes? Aunque su aparejo de mampostería irregular y la escasez de elementos escultóricos podrían indicar una menor calidad de los materiales, el edificio presenta características que no pueden desvincularse de un patrocinio de alto estatus: la presencia de materiales de calidad, como el ladrillo de tradición antigua, el granito rojo de las columnas (importado posiblemente de Galicia), los capiteles de mármol reaprovechados –de posible cronología tardoantigua–, y la deco- ración pictórica con influencias cordobesas, hacen descartar una posible fundación cam- pesina o de algún poder local. Además, en este caso concreto los documentos atestiguan esta fundación (en unas fechas que coinciden con las dataciones radiocarbónicas obteni- das de la cubierta de madera original)
61. A diferencia de la iglesia fundada por Gladila, de la que no tenemos indicios materiales, Santo Adriano de Tuñón ha pervivido hasta nuestros días. Vemos aquí cómo, lejos de ser un templo menor, Tuñón debió de destacar sin duda entre las iglesias rurales de aquel tiempo, siendo un elemento de prestigio, poder y dignidad solo al alcance de la más alta aristocracia del reino.
4.4 La red de aldeas
En nuestra investigación también hemos tratado como entidades arqueológicas al conjunto de aldeas que tradicionalmente componen el bajo valle del Trubia (ampliando un poco los límites de nuestro territorio para que la muestra fuese más representativa).
Utilizamos de nuevo los SIG para plantear problemas de carácter arqueológico y pregun- tas de investigación sobre este conjunto de entidades para las que no contamos a menudo con ningún tipo de información cronológica y/o arqueológica.
Algunas de estas aldeas aparecen mencionadas en la Edad Media, en documentos in- terpolados, por lo que disponemos de dos fechas diferentes para su posible fundación. En función de ello hemos aislado dos conjuntos. Por un lado, las que aparecen mencionadas en las partes consideradas auténticas de las copias utilizadas, es decir, el grupo de aquellas aldeas que ya estaría constituido a finales del siglo ix. Y, por otro, las que encontramos solo citadas en las partes consideradas no auténticas o interpoladas, que se referirían a la situación en el momento de la reescritura de los diplomas, es decir, el grupo de aldeas que estaría plenamente formado ya en el siglo xii (Tabla 1).
61 El estudio de estas maderas fue efectuado por Eduardo Rodríguez Trobajo e incluyó una serie de análisis dendrocronológicos y de carbono 14, que parecen corroborar la fecha documental para la fundación del edificio en el año 891. Las dataciones más antiguas obtenidas son: 819-909 cal AD (1 sigma), para el gru- po principal de maderas; 803-923 cal AD, para un dintel de la cámara suprabsidial; y 808-914 cal AD, para una solera del testero occidental del aula. El hecho de que las fechas estén algo «envejecidas» puede tener que ver con el proceso de preparación de la madera, que implica cierto plazo de espera una vez cortada: «Datación de madera estructural en la iglesia de Santo Adriano de Tuñón (Asturias)». En Las iglesias asturianas de Pravia y Tuñón: Arqueología de la Arquitectura, pp. 170 y ss.