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EL FILO DE LA PLUMA INTRODUCCIÓN

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Academic year: 2021

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INTRODUCCIÓN* abigaíl Castellano lópez

Universidad de Huelva adrián J. sáez

Università Ca’ Foscari di Venezia

Se mire por donde se mire, el rumor de las armas se oía mucho más allá de los campos de batalla y entraba por todas partes. Así, llegaba a las páginas de la literatu-ra según muy diversos alcances, funciones y sentidos: desde el ideal renacentista del poeta-soldado que manejaba «ora la espada, ora la pluma» con igual soltura hasta las mil y una guerras representadas en comedias, novelas y poemas, el connubio de armas y letras estaba a la orden del día. Cierto es que la guerra es la madre de todas las cosas, como recoge La Celestina (15-16), pero en el Siglo de Oro resulta que el tópico gana toda-vía más fuerza de verdad. Era perfectamente lógico, toda vez que el grito de «¡Santiago, y cierra España!» acompañaba las diversas campañas militares que enfrentaban a los tirios y troyanos de Europa.

Asimismo, esta relación se amparaba en una larga tradición filosófica, de la que se pueden sacar ejemplos al gusto de cada cual. Un buen resumen de la cosa se encuentra en el Examen de ingenios de Huarte de San Juan, que dedica un capitulillo a declarar «qué diferencia de habilidad pertenece el arte militar, y con qué señales se ha de cono-cer el hombre que alcanzare esta manera de ingenio», que se abre de este modo:

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¿Qué es la causa (pregunta Aristóteles) que, no siendo la valentía la ma-yor virtud de todas, antes la justicia y prudencia son las mama-yores, con todo esto la república y casi todos los hombres, de común consentimiento, esti-man en más a un valiente y le hacen más honra dentro en su pecho, que a los justos y prudentes, aunque estén constituidos en grandes dignidades y oficios? A este problema responde Aristóteles diciendo que no hay rey en el mundo que no haga guerra a otro o la reciba; y como los valientes le dan gloria, imperio, lo vengan de sus enemigos y le conservan su estado, hacen más honra, no a la virtud suprema, que es la justicia, sino a aquella de quien reciben más provecho y utilidad. Porque, si no tratasen así a los valientes ¿cómo era posible hallar los reyes capitanes y soldados que de buena gana arriscasen su vida por defenderles su hacienda y estado? (XIII).

El paragone, todavía planteado con un punto de timidez, cobra nuevos bríos en el brillante «Discurso de las armas y las letras» de don Quijote, del que bastará espigar unas pocas palabras:

aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. […] dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios, y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago y otras cosas a éstas adherentes, que en parte ya las tengo refe-ridas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado, que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida (I, 38).

También con un poco de prudencia (es «materia que hasta ahora está por averi-guar»), el veredicto sobre «la preeminencia de las armas contra las letras» (I, 38) es claro. Amén de la victoria en el debate con todo el simbolismo anejo, el parlamento cervantino cuenta igualmente —y mucho— por dos razones de peso: primero, por el boceto que se ofrece de la vida soldadesca, que con unas pocas pinceladas retrata el día a día de todo hombre de armas; y, segundo, por la necesidad de defender con la pluma los esfuerzos realizados con la espada. En dos palabras: vida y narración, que constitu-yen el corazón de la literatura soldadesca.

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consigo las armas de fuego y otros tantos inventos, en el Siglo de Oro se da un giro radi-cal en la escritura de la experiencia bélica. Entre otros rasgos capitales como la primera persona y el interés mundano, acaso brille especialmente el cambio de perspectiva de emisión, que abandona las grandes esferas (césares, emperadores y reyes) para descen-der al barro y dar testimonio en vivo y en directo de las fortunas y adversidades de los soldados de tejas abajo. Sea como fuere, las tentativas más tempranas quedan como go-londrinas que no hacen verano y solamente con el Siglo de Oro explotan los relatos bio-gráficos y autobiobio-gráficos de soldados, con todas sus variantes:1 son las vidas en armas.

En esta situación, es de lo más normal que el encuentro entre plumas y espadas interese a la crítica desde diferentes flancos. Resumiendo mucho y dejando de lado los escuadrones de textos de historia militar encabezados por Parker,2 entre la tropa de asedios al respecto se pueden deslindar al menos tres flancos: 1) a medio camino entre la historiografía y la ficción, hay una serie de estudios que examinan la representación de la vida militar en la literatura del Siglo de Oro como una suerte de reflejo de un contexto político, de lo que da buena cuenta las distintas andanadas de García Hernán;3 2) ya con los dos pies en el ámbito de la ficción, se arremolinan las aproximaciones a las imágenes de la guerra en todos los géneros habidos y por haber, con especial pre-dilección por las batallas de papel en el teatro;4 3) por fin, están los asedios dedicados directamente a las relaciones y vidas de soldados, que desde Levisi y hasta Martínez exploran las funciones, los intereses y los sentidos cifrados en este nuevo patrón narra-tivo y sus variantes.5

Si bien se mira, estas tres opciones de abordaje crítico conforman otras tantas for-mas de acercamiento a los textos de soldados, que van de menos a más: en cierto senti-do, los primeros abren el camino con la vista puesta sobre todo en las relaciones con el marco contextual e historiográfico, mientras que los segundos enfocan decididamente las modulaciones literarias y los terceros ya saltan a la escritura militar en primera per-sona. Poco a poco, pues, los soldados toman la voz y la palabra.

3) Con esta batería de ideas en mente, en el presente libro se recogen los trabajos presentados en el Coloquio Internacional Vidas en armas: biografías militares de la España del Siglo de Oro celebrado en la Universidad de Huelva en abril de 2018 como una de las actividades del Proyecto I+D+i VIES: Vida y escritura I: Biografías y autobiografías en la Edad Moderna [FFI2015-63501-P] dirigido por Luis Gómez Canseco y Valentín Núñez (Universidad de Huelva). A grandes rasgos, el objetivo del encuentro fue, entonces, dilucidar la cuota de ficción de las vidas soldadescas que allí tuvieron cita y reflexionar, entre otros aspectos, sobre el instinto del yo autobiógrafo que se lanza a literaturizar el relato de su vida.

1  Para una propuesta de tipología, ver Sáez 2018. 2  Parker, 2000 [1972] y 2010 [2005], entre otros. 3  García Hernán 2011, 2013, 2014 y 2017.

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Doce, que eran doce. Aunque presentados por orden de abc, cada trabajo es de su padre y de su madre, ya que en estos textos la bondad de la variedad tiene todavía más color de verdad. Para empezar la jornada, se encadenan tres visiones teóricas: abre fuego Achermann con reflexiones sobre la referencia en la autobiografía y los textos ficcionales, que luego secunda Estévez con una serie de apostillas sobre los límites au-tobiográficos y remata Galván con una andanada de ideas sobre el papel de las vidas soldadescas en la conformación del sistema literario del Siglo de Oro, amén de una ori-ginal coda acerca de la autoría de El condenado por desconfiado en este contexto. Ya más a ras de suelo, Marín Cepeda y Martínez se adentran en una escritura muy marcadamen-te rebelde, como son los carmarcadamen-teles de los soldados amotinados desde dos perspectivas tan complementarias como iluminadoras. A su vez, Olmedo Gobante vuelve la mirada a un aspecto fundamental, como es la presencia y función de la esgrima con el ejemplo de Sánchez de Carranza y en diálogo con la tratadística al respecto.

Siguen tres exploraciones que abren las fronteras de un género marcado precisa-mente por el eclecticismo y la porosidad, por así decirlo: Palacios guía la exploración a la mezcla de elementos de El Huérfano en el otro lado del océano, Rascón García di-secciona el sentido de las letras en los Comentarios del desengañado de sí mismo de Duque de Estrada y Sáez se centra en las relaciones variopintas que hermanan a soldados y pícaros en la forja de la escritura primopersonal.

Y la tanda se cierra con otros tres disparos desde otras trincheras: Sánchez-Cid aporta documentación novedosa sobre un par de episodios de la biografía del capitán Contreras, Sánchez Jiménez estudia la semblanza de García de Paredes realizada por Tamayo de Vargas, con lo que se tiene la versión biográfica de una autobiografía, y Vé-lez-Sainz juega la carta del teatro soldadesco. Asimismo, hay que hacer constar que el evento se despidió con un diálogo armado entre Alberto Montaner y Arturo Pérez-Re-verte, que dejaron las espadas en alto.

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bibliograFía

García Hernán, David, La cultura de la guerra y el teatro del Siglo de Oro, Madrid, Sílex, 2006. — «Guerra, propaganda y cultura en la

mon-arquía hispánica: la narrativa del Siglo de Oro», Obradorio de historia moderna, 20 (2011) pp. 281-302.

— «Virtud guerrera y nobleza de sangre en la li-teratura del Siglo de Oro: la perspectiva his-tórico-social», Taller de Letras, extra 3, 2013, pp. 99-113.

— «Los gustos del público y la cultura de la gu-erra en los géneros literarios de ficción del Siglo de oro español», Bulletin Hispanique, 116.1 (2014), pp. 121-140.

— «Determinismo del linaje y el mérito personal en el teatro del Siglo de Oro», en Estrategias y conflictos de autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro, coord. I. Arellano y F. A. de Ar-mas, Nueva York, Instituto de Estudios Auri-seculares, 2017, pp. 43-57.

Heredia Mantis, María, «Palabras de soldado: El léxico militar en La Numancia, La conquista de Jerusalén y El gallardo español», en Ma-ría Heredia Mantis y Luis Gómez Canseco (eds.), Vida y escritura en el teatro de Cervantes, Valladolid, Ediciones Universidad de Valla-dolid; Olmedo, Ayuntamiento de Olmedo, 2016.

Huarte de San Juan, Juan, Examen de ingenios, ed. G. Serés, Madrid, Cátedra, 1989.

Martínez, Miguel, Front Lines: Soldiersʼ Writing in the Early Modern Hispanic World, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 2016. Parker, Geoffrey, El ejército de Flandes y el camino

español, 1567-1659, trad. M. Rodríguez Alon-so, Madrid, Alianza, 2000 [The Army of Flan-ders and the Spanish Road, 1567-1659, Cam-bridge, Cambridge University Press, 1972]. — Historia de la guerra, trad. José Luis Gil Aristu,

Madrid, Akal, 2010 [The Cambridge History of Warfare, Cambridge, Cambridge University Press, 2005].

Rojas, Fernando, y «Antiguo auctor», La Celesti-na, ed. F. J. Lobera, Guillermo Serés, P. Díaz-Mas, C. Mota, Í. Ruiz Arzálluz, y F. Rico, Ma-drid, RAE, 2011.

Sáez, Adrián J., «Vidas imaginarias: formas y modelos en las relaciones soldadescas del Siglo de Oro», Studi Ispanici, 43 (2018), pp. 137-148.

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