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LA BASILICATA PER AREE
Maratea e dintorni
Las playas, las grutas y la isla de Santo Janni
Numerosas son las playas y las caletas que caracterizan la costa, algunas de pequeñas di-mensiones y a las que solo se puede acceder desde el mar.
En el tramo de costa de Acqua-fredda se encuentran las playas de Anginarra y Luppa, divididas por una escollera de arena os-cura y guijarros, de Grotta della Scala, de Porticello y Marizza.
Apreciadas desde siempre, en la localidad de Cersuta está la playa D’u Nastru, mientras que en Porto se encuentra la de D’l Vranne.
Más amplias que las anteriores
y aún más recomendables para los niños, dada la facilidad con la que se puede acceder a ellas, son la playa de Fiumicello y la de Castro-cucco.
Particular gracias al color oscuro de su arena, la Spiaggia Nera está rodeada de frondosa vegetación mediterránea que se extiende casi hasta el mar.
Dignas de mención por sus características morfológicas y su belleza son las playas de Marina di Maratea, entre ellas, Illicini, Cala Jannita y Macarro.
Única en su género es la playa de la Secca, con su bajo fondo y sus nu-merosos escollos, causa en tiempos pasados de diversos naufragios de los que tenemos testimonio gracias a los vestigios arqueológicos surgidos del mar.
La costa de Maratea se caracteriza también por sus numerosas gru-tas naturales, como la Gruta de las Meraviglie, en Marina di Maratea, un espectáculo natural único, con estalactitas y estalagmitas creadas por la infatigable acción del agua. Una de las grutas turísticas más pe-queñas y mejor preservadas de todo el territorio nacional. Aparte de esta, también merecen ser nombradas las grutas marinas de Sogno, del Fogiaro, de Zu Monaco, de las Colonne, Pipistrelli y del Dragone, auténticas obras de arte calcáreo.
Mención aparte merece la isla de Santo Janni, islote rocoso utilizado desde la época romana, como atestiguan los numerosos hallazgos de ánforas, anclas y tinas, para la producción y el comercio del garum, una salsa típica de la antigüedad, realizada con entrañas de pescado.
El Cristo Redentor
Entre los símbolos de Maratea está seguramente la estatua del Cristo Redentor, con su silueta blanca y brillante que se yergue sobre el mar desde la cima del monte San Biagio. Se llega a través de un trayecto de curvas sinuosas e impresionantes vistas y es la segunda en cuanto a tamaño, por detrás de la estatua de Río de Janeiro, con una altura de 22 metros, una apertura de los brazos de 19 metros y un rostro de 3 metros de largo. Realizada en cemento blanco y virutas de mármol de Carrara por el escultor florentino Bruno Innocenti, fue instalada en 1965 y domina todo el golfo de Policastro.
El puerto
Convertido en uno de los destinos turísticos más pintorescos del Me-diterráneo, al puerto de Maratea llegan embarcaciones de notables dimensiones y constituye un punto de conexión entre el Tirreno y el interior. Desde aquí parten numerosas excursiones a los lugares cerca-nos más salvajes y secretos de la costa. En verano muestra su alma de auténtico resort turístico, acogiendo a los turistas en sus locales y res-taurantes que, en su mayoría, se asoman al mar de la pequeña bahía.
La arqueología
Quedan pocos vestigios de la antigua Maratea, la ciudadela fortificada que fue construida en el monte Biagio en la Alta Edad Media, muy probablemente sobre un antiguo asentamiento romano. El antiguo núcleo urbano era conocido como el «castillo».
En realidad, la historia de la perla del Tirreno habría iniciado en la Pre-historia, ya que se han encontrado herramientas de piedra, material figulino y restos de cabañas que serían testimonio de la presencia del hombre en la zona hace ya 40 000 años.
Numerosos son también los hallazgos arqueológicos subacuáticos que, en la actualidad, se exponen en la muestra Dal mare alla terra.
Archeologia subacquea a Maratea, en las salas del Palazzo De Lieto.
Otro testimonio de la existencia de la localidad en las diferentes
épo-cas históriépo-cas son las torres vigía costeras construidas por los sarracenos a lo largo del acantilado para defender-se de las incursiones llegadas por mar. Entre las más cono-cidas están las de Apprezzami l’asino, Crivi, Acquafredda, Filo-caio, Santavenere y Caina, que formaban un auténtico sistema de defensa.
En la aldea de Castrocucco, en una colina que domina la costa de Ma-ratea y todo el golfo de Policastro, se pueden admirar, con todo su atractivo, las ruinas de un castillo catalogadas como monumento por el Ministerio de Bienes Culturales italiano.
El pueblo
El pueblo de Maratea tiene la belleza típica de las pequeñas locali-dades mediterráneas: romántico, elegante, auténtico, con casitas de colores tenues y callejuelas que se pierden en pintorescas plazoletas.
El casco antiguo tiene una planta medieval, como atestiguan aún en la actualidad las casas ornamentadas con galerías, construidas unas junto a otras y separadas solo por estrechos callejones.
El núcleo más antiguo del pueblo se encuentra en via Capocasale, donde se erigieron las primeras viviendas entre los siglos XIII y XIV, y desde donde puede encaminarse para llegar a las ruinas del castillo.
Digna de mención es piazza Buraglia, a menudo comparada con la pla-za de Capri, y el Belvedere della Pietra del Sole, desde el que se puede admirar un encantador panorama desde el valle a la costa.
Las iglesias
Maratea es conocida por ser la localidad de las 44 iglesias.
Tantos son sus lugares de cul-to, entre templetes, iglesias y capillas diseminadas por su te-rritorio.
La más antigua, erigida entre los siglos XI y XII, es la Iglesia de San Vito situada en el cas-co antiguo. Dignas de mención son también la Iglesia de Santa Maria Maggiore, erigida entre los siglos XIII y XIV, la Iglesia de la Annunziata, con un desta-cado coro de madera del siglo XV y el campanario y la cúpula revestidos de cerámicas ver-des y amarillas, la Iglesia de la Addolorata, del siglo XVII, y la Iglesia de la Immacolata, del siglo XVIII, en cuyo sótano se hallan restos de una iglesia del siglo XIV.
También merece una visita el Convento de los Minori Osser-vanti, con su iglesia contigua, y el Convento y la Iglesia deS-ant’Antonio. Cabe destacar, por su espectacular vista pano-rámica y por su importancia en el ámbito religioso, la Basílica deSan Biagio, situada a los pies de la estatua del Redentor.
Los palacios
Palazzo De Lieto es un edificio señorial construido, por orden de Giovanni De Lieto, en 1734, para albergar el primer hospital de la ciudad. Posteriormente, el hospital fue trasladado y el edificio abandonado. Restaura-do en los años 90 del siglo XX, hoy es propiedad del Ministerio de Bienes y Actividades Cultu-rales italiano y en él se orga-nizan importantes muestras y
eventos. En el primer piso se halla una colección permanen-te de vestigios de arqueología subacuática recuperados del fondo del islote de Santo Janni, mientras que el segundo piso está destinado a la Pinacoteca del pintor local Angelo Brando, con la exposición permanente de algunas de sus obras.
En Acquafredda di Maratea se encuentra Villa Nitti, adquirida por Francesco Saverio Nitti en 1918 y convertida en residen-cia estival de la familia del gran estadista lucano. Lugar artísti-co de gran valor, goza de un pa-norama de una belleza sin igual y forma parte del patrimonio artístico-cultural de Basilicata.
Gracias a la última restaura-ción, ha sido abierta al público.
Fiesta de San Biagio
Cada año, como manda la tradición, se celebra la fiesta del patrón de Maratea, San Biagio. Las celebraciones, que tienen una duración de cuatro días, culminan el segundo domingo de mayo.
De acuerdo con la leyenda, las reliquias del santo llegaron, como un milagro, desde el mar a la isla de Santo Janni en el 732. Uno de los mo-mentos álgidos de la fiesta es el de la procesión, a través de la cual la imagen, vestida con un manto de color rojo púrpura, es portada desde la basílica de Maratea di suso (Maratea de arriba, donde se encuentra la estatua del Redentor) a Maratea di giuso (Maratea de abajo, el actual núcleo urbano). Ambas partes de la ciudad se disputan desde siempre el origen de la fiesta y el manto rojo simboliza la neutralidad del santo en dicha disputa.
Enogastronomía
Maratea es una ciudad también rica en lo referente a los sabores, siendo variados los productos típicos del lugar. Hay que mencionar sus famosos tomates rojos gigantes y jugosos o los quesos mozza-rella, treccia y caciocavallo, procedentes de la aldea de Massa di Mara-tea. Estos, junto a la gilò (la berenjena alargada roja), el algarrobo, las alcaparras en salmuera, las anchoas saladas, los aliciocculi y el garum fueron los primeros productos típicos en obtener la Denominación Municipal de Origen, marca que evidencia su conexión con la historia y las tradiciones de la perla del Tirreno.
ejemplar secular de populus nigra, un antiguo álamo negro monu-mental y majestuoso, el segun-do a nivel nacional por su edad y dimensiones (unos 300 años de edad, 31 m de altura y 660 m de circunferencia del tronco).
En la roca del Armo, aparte del Santuario de la Madonna Assunta, erigido alrededor de los siglos VII/VIII d. C. por par-te de los monjes basilios, están también las ruinas del castillo Ruggero de Lauria, nombre del
famoso y sanguinario almiran-te aragonés que salió victorio-so de todas las batallas en las que participó.
El 25 de febrero de cada año, la ciudad festeja a su patrón, el Beato Domenico Lentini, sím-bolo de humildad y caridad, en una fiesta religiosa capaz de unir a todos los habitantes y no solo en un espíritu de amor y fraternidad. Entre los produc-tos típicos hay que destacar el biscotto a otto (un fino pan en forma de ocho), unas galletas llamadas viscuttini c’ u naspru y unos dulces de nombre angine-tti, reconocidos como produc-tos de Denominación Municipal de Origen.
Ciudad natal del Beato Domenico Lentini, Lauria es también famosa por su papel estratégico en la batalla del 8 de agosto de 1806, cuando los habitantes de la ciudad trataron de frenar el avance del ejército napoleónico guiado por el general Massena, obteniendo así el título de «La Fedelissima» (La Fidelísima) de los Borbones.
Numerosos lugares de culto, como la Iglesia Madre de San Nicola, que alberga los restos del Beato y numerosas obras de arte, entre las que destaca un lienzo
atribui-do a Carlo Sellitto, importante exponente del caravaggismo meridional, o la Iglesia Madre de San Giacomo, de influencia árabe y que contiene un coro de madera tallada con figuras de santos, otras grotescas, animales fantásticos y símbo-los religiosos, cuya parte más antigua data del siglo XVI y pro-viene de la abadía cisterciense del Sagittario de San Severino Lucano. Destacan también el Convento de los Cappuccini, que tiene, entre otras obras de arte, un políptico del siglo XVII a modo de retablo, firmado por Ippolito Borghese y Paolo Fino-glio, y el de la Immacolata, del siglo XII, en cuyo refectorio hay conservados frescos de par-ticular valor que representan los blasones de los diferentes conventos de la zona pertene-cientes a la Orden de los Frailes Menores Observantes.
En el barrio de Cafaro, uno de los más antiguos, se encuen-tra la casa natal de Lentini y un
LAURIA
Con su posición panorámica, Rivello puede ser considerada una villa-nacimiento, también por su pintoresca estructura urbanística que se extiende a lo largo de tres colinas: Motta, Serra y Poggio.
En el pasado, la localidad fue objeto de disputa entre lom-bardos y bizantinos y dicha división la atestigua el hecho de haber desarrollado dos nú-cleos distintos, uno entorno a la Iglesia Madre de San Nicola, de rito latino, y el otro entorno a la Iglesia de Santa Maria del Poggio, de rito griego, ambas del siglo IX.
A pesar de sus pequeñas di-mensiones, en Rivello hay 23 edificios de culto, entre ellos, la Iglesia de la Annunziata, la Capilla de Santa Barbara y el Convento de Sant’Antonio, edificado en el siglo XVI y deco-rado con valiosos frescos de los hermanos Todisco. A Giovan-ni Todisco se debe también el fresco conservado en el refec-torio y que representa la Última cena. A Geronimo Todisco, en cambio, se le atribuye el fresco realizado entre 1616 y 1634, que representa el martirio de 23 frailes franciscanos de Ja-pón, ocurrido en 1597, definido como “un unicum de la icono-grafía sagrada”
La localidad, conocida por ser el lugar de nacimiento del can-tautor Pino Mango, es a me-nudo citada ya que la leyenda cuenta que aquí habría pasa-do sus últimos días la célebre Mona Lisa, protagonista del cuadro de Leonardo.
La villa tiene un trazado me-dieval, caracterizado por una estructura urbanística situada sobre un risco con callejuelas estrechas y empinadas, está plagada de numerosas iglesias.
Entre ellas, hay que mencionar la Iglesia de San Nicola, don-de la tradición popular cuenta que está sepultada la musa de Leonardo y que custodia dos esculturas de Altobello Persio, y las iglesias de la Trinità, de la Madonna delle Grazie, del Cro-cifisso, de Sant’Anna y del Ro-sario. Inmerso en la naturaleza, por el contrario, se encuentra el Monasterio de Santa Maria degli Angeli, en el que se con-serva un lienzo de Mattia
Pre-ti, y en el monte Sirino se encuentra la Capilla de la Madonna della Neve, capilla con la figura de la Virgen del Sirino.
En la parte más antigua del pueblo aún son visibles las ruinas del cas-tillo feudal que domina toda la localidad.
Entre los productos artesanales locales más particulares, están los relojes de torre. Aquellos que aquí se construyen están entre los más famosos y se encuentran en campanarios y palacios de distintas ciu-dades, no solo italianas, sino también europeas e incluso han llegado a Estados Unidos, Australia, Brasil y Nueva Zelanda.
LAGONEGRO RIVELLO
Nemoli es un bonito y pintoresco pueblo caracterizado por un entra-mado de callejones, escalinatas y palacios del siglo XVIII, situado a pocos kilómetros del lago Sirino. El encantador lago, rodeado de na-turaleza y casas que literalmente se asoman a este, es el destino ideal para relajantes y refrescantes paseos bajo el calor de las jornadas
es-tivales. En los últimos años, el lago se ha convertido en escenario na-tural de espectáculos estivales, con eventos que unen la historia con juegos acuáticos y la magia de las luces.
Entre los lugares de culo de Nemoli, merecen ser citadas la Iglesia Madre de Santa Maria delle Grazie, la Capilla de la Madonna del Lago y el Santuario de la Madonna della Neve.
Rodeada de una vegetación exuberante, a pocos kilómetros de dis-tancia de la costa de Maratea, se sitúa Trecchina, uno de los llamados
«Borghi Autentici d’Italia» (Pueblos auténticos de Italia). La localidad, conocida como ciudad-jardín, famosa por la producción de castañas, tiene un centro núcleo urbano embellecido por los diferentes palacios señoriales caracterizados por escudos de armas y pórticos de piedra, como el antiguo Palazzo
Scar-pitta y el Palazzo Mainone, de estilo liberty tardío, que domi-nan la plaza de entrada al pue-blo. Entre los lugares de culto destaca por su valor la Iglesia Madre de San Michele Arcan-gelo. Interesantes son también las ruinas del castillo baronial rodeadas de varios castaños.
Recorriendo un sendero, entre los más escénicos de Lagonegrese, a 1099 metros de altitud, llegando a la cima de Serra Pollino, se puede admirar el Santuario de la Madonna del Soccorso.
Continuando en el monte de Serra Pollino, en un escenario de natura-leza extraordinaria donde es posible admirar desde lo más alto la cos-ta del Tirreno y el golfo de Policastro, se puede visicos-tar el Parco delle stelle, de una belleza paisajística única, en el que hay diferentes atrac-ciones lúdicas de gran adrenalina y donde se puede practicar deporte al aire libre o relajarse inmersos en la naturaleza.
TRECCHINA NEMOLI
Maratea liegt im Golf von Policastro und ist der einzige Zugang der Basilikata zum Tyrrhenischen Meer, dessen „Perle“ sie ist.
Seine dreißig Kilometer lange Küste wurde mehrmals mit der blau-en Fahne ausgezeichnet und gehöret seit jeher zu dblau-en berühmtestblau-en Italiens. Sein Ruhm geht sogar bis in die Antike zurück. Die Griechen nannten den Ort Thea maris, die Göttin des Meers. Ein wahres eden auf Erden, mit wilden und unberührten Abschnitten, mit seinen zerklüfte-ten Küszerklüfte-ten mit Blick auf das Meer, die in reizenden Buchzerklüfte-ten, die eine exklusive Beziehung zur Natur bieten, enden.
Maratea liegt in einem artikulierte Territorium, das sich nicht homo-gen entwickelt, sondern sich in die Höhe bis zur Statue des Erlösers und zu den Ruinen der Burg erstreckt und dann bis zur Küste von Castrocucco, durch den Hafen, Fiumicello und die Ortsteile von Bre-faro, Acquafredda, Massa, Marina, Cersuta und Santa Caterina abfällt.