Bratislava.
¿Nos
llevan
acasoal
campo de concentración de Podolínec?.Alguien
en Sastinlo
mencionó, pero nolo
creemos. Si nos condujeran a Podolínec,¿por qué no nos llevan a Trnava en dirección este?. Podolínec se encuentra en Checoslovaquia oriental
y
nosotros estamos enla
occidental... ¡Cuántas cosas posibles e imposibles se mezclan con mis rezos!.En la carretera asfaltada por la que vamos, hay unas curvas de casi dos kilómetros de largo.
No
las olvidaré hasta la muerte. En cada vuelta podía-mos ver todala
larga columna de coches, que marchaban a unos 150me-tros
el
unodel otro. Los
reflectores llenabanla
distancia entre ellos. Así, todala
columna formaba un único torrente deluz,
largo de casi dos kiló-metros, un torrente que sin cansancio se deslizaba en la noche. Uno de los hermanos, en una de estas vueltas, exclamacon
entusiasmo: esto es una marchatriunfal, y lo
repite también enitaliano. Lo
dice con una voz vela-da, pero conorgullo. La
vista es hermosa,lo
reconozco tambiényo,
pero¡qué tragedia lleva consigo!.. Ciertamente,
si lo
miramos a través dela
fe, se puede hablar de una marchatriunfhl,
aún cuandola débil
naturaleza hu-mana noIo
entienda demasiado. Cristo entriunfo
selleva
a sus 250 testi-gosa un lugar
desconocido, llenosde
unafe y
amor tales, que se dejan arrastrar por las manos de sus propios enemigos.¡Jesús, es
tu triunfo!. ¡A ti
también te prendieron en una noche!. Es tutriunfo,
aunque nos torturen conla
angustiay
la incertidumbre de no saber a dónde vamos y cuál va a ser nuestro futuro.Es tu
triunfo, y
por eso aceptamos esta situación en medio de la tensión nerviosa que como humanos experimentamos. Todos rezamos y, aunque enla
oraciónno
podemos concentrarnos para pensar enti,
sabemos que Tú piensas en nosotros. ¡¡Señor, estetriunfo
es tuyo!!.Jesús, ¿a
dónde
nosllevas?
Después de haber
recorrido
muchoskilómetros en la
oscuridadde
la noche,el cielo
comienzapoco a
pocoa
iluminarse. Ya reconocemos los bosques típicos de Eslovaquia, con sus pinos de lafamilia "boro",
que pa-recencomo si
tueran de piedra; corremos vertiginosamente en medio de ellos. En las ciudadesy
aldeas las luces dela
calle están todavía encendi-das; peroel
día ya despunta.A
distancia de unos7
kilómetros, casi en laniebla,
seve la
sierrade los
pequeños Cárpatos. Todo se despiertaen
la mañana primaveral derocío.
Nosotros continuamosla
travesíay sin
can-sancio, vamos hacía el sur.Entrando en Bratislava, ya es de día.
El
sol se levanta; pero la ciudad todavía duerme. Todo parece como muerto.Al
entrar en la ciudad, nuestra caravana se divide en tres partes y cada una sigue por diferentes calles. Nos unimos de nuevo ala
salida dela
ciudad, enla
calle de Racha.Allí
para-mosun
momentoy
de nuevo estamoslistos
para continuar. Vamos ahora hacíala
parte oriental de los pequeños Cárpatos.Al principio,
enla
direc-ción
de Trnava, atravesando Pesinok... cerca del convento de los capuchi-nos, convertido en campo de concentración, en el que se encuentran los di-rectores de nuestras casasy
algunos otros hermanos. Lástima, ellos no pue-denni presentir
queaquí, casi a
sulado,
estamos nosotros, que somos arrastrados sin saber a dónde...Los autocares continúan la marcha sin descanso. Pasamos por poblacio-nes de donde provienen algunos
de
nuestros hermanos.Uno
de nosotros con toda precaución echa ala
calle un pequeño papel con un escrito: "nos llevan a Padolínec". Es casi cierto que ninguno recogerá ese trozo de papel.Pero, ¿qué no hace
un
hombre que se siente raptado?. Procura,al
menos, dejar una huella de su situación.Los
pueblosy
pequeñas ciudades se despiertan a un nuevo día. La pri-mera gran sorpresala
tememos enModra. En la
plaza hay mucha gente, que baja de los autobuses. Nuestra caravana les llamala
atención. En cada coche ven gendarmes con las ametralladorasy
viajeros vestidos con sotanao
de paisano;y
maletasy
paquetes, que llenan todoslos
espacios vacíos, tanto en la parte de arriba de los coches, como dentro de ellos.En Budmerice
la
calle se encuentra casi desierta, sólo unas mujeres an-cianas se dirigen hacia la Iglesia. Sigue el pueblo de Ruzindol; en las calles se encuentran pequeños grupos de gente.Los
muchachos nos miran asom-brados, las mujeres comienzan a llorar y con sus manos cruzadas en alto ex-presan su dolor. Presienten que algo terrible está sucediendo con la Iglesia.La noticia corre como un huracán y los obreros la llevan fresca a Tmava.
En Trnava y en otras ciudades, en los cruces importantes nos espera una guardia de gendarmes. Seguro que han
recibido la
orden de hacernos una obra de "caridad": controlar si todos los coches pasan o si en algún lugar la gente lugar se ha rebeladoy
nos ha liberado.Los
obreros de Kopanka en Trnava no presentían que cerca de ellos pasaban sus padresy
hermanos sa-lesianos.En las calles de los pueblos se encuentra más gente, la mayor parte está vestida de fiesta y con los libros de cantos se dirigen a la Iglesia.
Hoy
es la fiesta de San Marcos,y por
doquiera se hacen procesionesa los
campos parala
bendicióndel trigo.
Unao
dos procesiones encontramos a nuestropaso, con las manos juntas pedimos a la gente que ore por nosotros