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Perón presidente 1-

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V

Perón presidente

1- Antecedentes de la formación del Partido Justicialista Los partidos políticos en Argentina

A- El Radicalismo

El sistema de partidos existente en 1930 en Argentina había nacido de una crisis política originada en 1890, cuando el régimen del presidente Miguel Juarez Celman fue derrocado por una revuelta. En ese momento, a pesar de la sublevación, el gobierno argentino permaneció en manos de la oligarquía conservadora que se sostenía gracias al control de las elecciones.

Quienes participaron de la Revolución de 1930 pertenecían a tres partidos clave –el Partido Radical, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista- de los cuales el primero se convertiría en el más importante. El Radicalismo era, por otro lado, el que había iniciado la revuelta, y el primero de base popular en la Argentina.

En este periodo, aunque el sistema político no permitía la existencia de una oposición efectiva, el Partido Radical continuaba creciendo, y había intentado ya dos revoluciones sin éxito, en 1893 y 1904, manteniendo de todas maneras una notable consistencia como partido. Detrás de este crecimiento estaba Hipólito Yrigoyen, quien logró vencer elecciones para dos

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períodos presidenciales luego de la Ley Electoral de 1912, que por primera vez instituyó en Argentina el sufragio universal masculino.

El estilo de gobierno de Yrigoyen no estaba muy distante, sin embargo, de las reglas autoritarias de los Conservadores, sobre todo en lo que se refiere al recurso de intervención federal y control de las provincias. Incluso en el ámbito económico el régimen radical renovó poco, mientras que en el orden social, en cambio, intentó superar el antagonismo entre el orden político y el movimiento sindical que se estaba radicando en las ciudades, particularmente entre los inmigrantes, el cual, aunque fuera aún moderado, se consideraba ya extremadamente peligroso.

Algunos autores recalcan que mientras el radicalismo apoyaba y aplaudía las tendencias renovadoras moderadas, con el objetivo de reducir el predominio de los grupos conservadores, al mismo tiempo reprimía cualquier amenaza directa o indirecta al orden social. A pesar de esto, otros autores subrayan en cambio los valores del líder radical, principalmente su sentido de justicia y democracia.

Como sucede generalmente con este tipo de fenómeno, el movimiento radical no era en absoluto separable de la figura de su líder, Hipólito Yrigoyen, quien gozaba de una enorme popularidad en todo el país.

Tan es así que, puesto que la Constitución Argentina de ese momento no preveía la reelección inmediata del presidente saliente, lo sucedió en 1922 Marcelo Torcuato de Alvear, pero nuevamente en 1928 resultaría electo Yrigoyen. En este segundo período sin embargo, las condiciones no eran ya las mismas del primero. El líder del Partido Radical era ya anciano, y la depresión mundial de 1929 mostraría consecuencias ruinosas para el país1.

B- La Era Neo-Conservadora – La “Concordancia”

Los Neo-Conservadores heredaron el poder luego de haber destituido a Yrigoyen a través de un golpe de estado obrado por los militares el 6 de Septiembre de 1930, y así

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dominaron la política argentina desde entonces hasta 1943, mediante elecciones fraudulentas y gracias a la abstención electoral de la Unión Cívica Radical.

Durante todo este período de gobierno militar, por primera vez el Gobierno Argentino intentó controlar seria y fuertemente la manera como se pensaba y se actuaba, con el objetivo de eliminar el comunismo, que se temía podía llegar a establecerse en el país.

Durante este periodo, la mínima discordancia con la Constitución podía provocar represiones, sirva como ejemplo el hecho que “La Vanguardia”, el periódico socialista, sumó alrededor de 270 deportaciones entre Octubre de 1930 y Febrero de 19322.

En Noviembre de 1931, dos alianzas participaron de la elección presidencial: la

Concordancia, sostenida por Agustín P. Justo y formada por una escisión del Partido Socialista Independiente, los Radicales “anti-personalistas”3, y los conservadores (Partido

Demócrata Nacional); y por otro lado la Alianza Civil, formada por los Progresistas Democráticos y los Socialistas.

En este caso, la victoria de la Concordancia se debió más bien a la ausencia de los radicales que a la manipulación electoral, manipulación que de todas maneras era moneda corriente en esa época.

El retorno del Radicalismo a la participación política en 1935 hizo la situación más compleja aún, puesto que, aunque el sistema electoral seguía siendo el mismo, los Neo-Conservadores intensificaron la utilización del fraude electoral.

Por otra parte, cuando en 1935 la UCR abandonó el abstencionismo electoral mientras un importante número de dirigentes continuaba sosteniendo las reglas del partido, otros en cambio consideraron importante la asunción de una posición intervencionista de parte del Estado en el plano social, de manera que el Gobierno debiera regular una distribución más igualitaria de la riqueza. Este grupo de dirigentes sostenía la necesidad de crear un nuevo

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Joel Horowitz, op. cit., p. 13. El autor se basa en cifras publicadas en el mismo diario “La Vanguardia”.

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Los radicales “anti-personalistas” apoyaban la candidatura de Marcelo T. de Alvear en lugar de la del líder del partido, Hipólito Yrigoyen.

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sistema económico y social que sin eliminar las conquistas de la libertad personal, lograra consagrar los principios de la “justicia social”.

De esta manera se imponía en el interior del radicalismo una corriente en la cual la intervención del Estado asumía importancia fundamental. Este modo de pensar de los radicales “renovadores” consideraba el nacimiento de un periodo de la evolución política en el cual la “justicia social” sería el primer objetivo a conseguir4. Aunque corresponde a un

momento histórico y a un partido político diferentes, esta ideología constituiría en buena parte la base del que luego se desarrollaría como movimiento Peronista.

En 1937 venció las elecciones Roberto M. Ortiz, radical anti-personalista, che asumió en 1938. La fórmula, que tenía como vicepresidente a Ramon Castillo, un conservador de Catamarca, se opuso a los radicales Alvear y Mosca. Y aunque había vencido mediante la más fraudulenta elección, el nuevo presidente Ortiz sentía su deber principal casi como lo había sentido Roque Saenz Peña5, el deber de establecer comicios limpios. Por ello, hizo los más

sinceros esfuerzos por hacer retornar al país a la práctica de la democracia representativa. Durante el primer año en el Gobierno se movió lentamente, pero siempre oponiéndose decididamente a las votaciones fraudulentas.

Llegado este punto, parecía que, por primera vez luego de 1931, la siguiente elección se desenvolvería con regularidad, pero los planes de Ortiz resultaron truncados por la diabetes que le quitó la vista y lo obligó a delegar sus funciones en el vicepresidente Castillo, en Julio de 1940.

Como primera medida, Castillo formó un gabinete de ministros cuya figura dominante era el Doctor Pinedo. A la vez que retornaba a las costumbres electorales consagradas después de 1930, la nueva adminsitración parecía tener en cuenta las consecuencias de una crisis mundial como la de 1929, e intentaba acercarse a los Estados Unidos, una potencia que, según se advertía, heredaría la posición hegemónica que Inglaterra estaba perdiendo en aquellas

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Alberto Gabriel Piñeiro, El radicalismo social moderno (1935-1941), en Argentina en la paz de dos guerras (1914-1945), di Alberto Gabriel Piñeiro, Waldo Ansaldi, Alfredo Pucciarelli, Jose Villarruel, Buenos Aires, Editorial Biblos, 1993, p.25-26

5

Roque Saenz Pena, presidente argentino (1910-1914), hizo aprobar por el Parlamento la denominada “Ley Electoral”, que establecía por primera vez en Argentina el derecho al voto según padrón electoral. La mencionada Ley se conoce también como “Ley Saenz Peña”.

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lejanas tierras de Sud América. Pero el doctor Castillo, una vez seguro en el poder, inmediatamente mostró su simpatía con las potencias del Eje, en quienes encontraba la respuesta a los puntos de vista dominantes entre los conservadores argentinos. Esta actitud, como lo explicáramos en capítulos anteriores, pondría a la Argentina en situación de tensión frente al resto de las Repúblicas Americanas luego de la declaración de guerra de parte de los Estados Unidos.

Como se dijo en capítulos anteriores, durante la Tercera Reunión de Consulta de los Cancilleres Americanos llevada a cabo en Río de Janeiro, el canciller argentino Ruiz Guiñazú se opuso a cualquier resolución de obligatoriedad de ruptura de las relaciones con las naciones fascistas. La Argentina, acompañada durante un tiempo también por Chile, mantuvo de esta manera las relaciones diplomáticas. Esta actitud, que repetía la ya asumida durante la Primera Guerra Mundial (y al igual que en aquella oportunidad no disgustaba en absoluto a Gran Bretaña, que no deseaba en absoluto la consolidación de un frente americano comandado por la potencia aliada rival6) tuvo repercusiones inmediatas a nivel interno.

En lo concerniente a la política interna, Castillo hizo retornar el sistema electoral a las características que mostraba durante el periodo de Justo, pero más conservador aún. Utilizó la emergencia bélica llegada de América como pretexto para decretar estado de sitio, y justificándose en esta situación excepcional acentuó las tendencias autoritarias, sin prestar atención a la necesidad de conservar el apoyo necesario del cuerpo social.

Convencido de que la posesión del gobierno significaba en sí misma una fuerza inmensa, y seguro de contar con el apoyo del Ejército, organismo en el cual su política de neutralidad era extremamente aceptada, tomó decisiones erróneas como la de pretender imponer como su proprio sucesor en el Gobierno al doctor Robustiano Patrón Costas, una candidatura vista con extrema hostilidad por la mayor parte de la opinión pública7.

A esta altura de la situación, resultaba casi inevitable que ocurriera un golpe de Estado, y así fue que el 4 de Junio de 1943 los militares se adueñarían del poder, poniendo fin a la Era Conservadora.

6

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 131.

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2- La situación económica y social

En 1880 había comenzado en Argentina un período de verdadera prosperidad: en pocos años el país se convirtió en un gran exportador de cereales y de carne para el mercado europeo, gracias a una completa transformación de sus viejas estructuras. La pampa argentina fue cultivada desde 1880 con trigo y forrajes para la cría de ganado.

La clase trabajadora vivía relativamente bien, bajo condiciones de vida comparables a las de los operarios europeos; constituyen evidencia de esto los centenares de inmigrantes que llegaron a la Argentina desde el Sur y el Este de Europa entre 1880 y 1930.

Más adelante, en los años veinte la economía del país se había orientado hacia el extranjero. Durante la Primera Guerra Mundial, la Argentina fue la más importante nación exportadora de maíz y carne, y los bienes producidos por el sector rural permitían la existencia de una sociedad urbana compleja y sofisticada.

Hasta 1930 se produjo un enorme desarrollo general: aumento de la población, gracias a una fuerte inmigración italiana; aumento de la producción, gracias a una exportación regular; desarrollo de equipamiento (silos, molinos, frigoríficos). A esto siguió velozmente el lógico desarrollo de una industria liviana, sumado esto al hecho de que el poder adquisitivo de los salarios, el capital acumulado y el número de automóviles por habitante alcanzaron en aquél momento los valores máximos8

. Sin embargo, se otorgó muy poca atención a las posibilidades de desarrollo de la industria pesada.

La depresión de 1929 haría sucumbir el sistema económico que había convertido a la Argentina en el país más saludable de toda América Latina, y una nación próspera vista desde cualquier punto de valoración. Paralelamente a esto sobrevenía, para otros países del área y también para la Argentina, la crisis de 1929, que mostraría efectos devastantes. El régimen radical no había provisto a la reforma del sistema tributario, el cual para no influir en los intereses de los propietarios de tierras, gravaba esencialmente las importaciones y los

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consumos, mientras la exportación de los productos de las Pampas no podían ya asegurar abundancia.

La Primera Guerra Mundial había apresurado el advenimiento de la decadencia de la Argentina como metrópoli económica, y la aparición de las potencias que pretendían competir con ella agregó aún otro motivo de inestabilidad9.

La crisis de la agricultura a nivel mundial hizo descender los precios, y luego de 35 años de paridad cambiaria fija el peso comenzó a devaluarse y abandonó la convertibilidad con el oro. El nivel de exportaciones cayó velozmente y los precios se deterioraron cada vez más drásticamente. En 1930 el valor de las exportaciones se vio reducido en un 34%, se detuvo prácticamente la inmigración, y tanto la deuda externa como la interna aumentaron.

La crisis tuvo consecuencias diferentes en el sector primario y en el secundario.Muchos sectores de la producción primaria, especialmente la industria minera, recurrieron con asiduidad a la disminución de la producción. Otro elemento traído por la crisis fue el hecho que casi en todas partes se impuso una nueva política monetaria y financiera, y la tendencia general de la economía se hizo cada vez más favorable a la deflación.

Pero aunque la depresión mundial trajo consigo la pobreza, dio sin embargo un verdadero empuje a la industrialización y significó un estímulo para la diversificación productiva, y de esta manera se desarrollaron, aunque en un ambiente terriblemente caótico, los sectores más dinámicos de la economía argentina.

En 1933 una nueva baja en el precio internacional de los cereales provocó un retroceso consistente en la balanza de pagos. En noviembre del mismo año el entonces presidente Justo nombró ministro de Finanzas al doctor Federico Pinedo. El debate sobre la economía se había trasladado ya desde 1935 en torno al problema de si la economía debía ser “directa, planificada y controlada”, o si en cambio debía dejarse librada a los cambios de la oferta y la demanda.

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El “Plan Pinedo”, a menudo calificado de “incipiente keynesianismo”, aumentò la intervención del Gobierno en la economía del país, dando comienzo a un programa extenso de empleo público, especialmente concerniente a la costrucción de autopistas, aprovisionaimiento de infraestructura y empleos diversos10. Para un mejor control de la

política monetaria fue creado el Banco Central, cuya dirección general fue confiada a un joven economista, también de escuela keynesiana: Raùl Prebisch.

La explosión de la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, encontró a la Argentina enrollada en una relación preferencial con Gran Bretaña. De parte de Argentina comenzaron a explorarse soluciones alternativas para la reactivación económica. El plan propuesto por el doctor Pinedo preveía, aparte de la ampliación del sector sustitutivo de las importaciones, un fondo crediticio destinado a financiar la exportación de productos manufacturados, y la formación de una zona de libre intercambio del Cono Sur.

La economía vio una recuperación después de 1940. La balanza de pagos mejoró puesto que el valor de las exportaciones fue incrementado y hubo una ligera declinación de las importaciones. Por otro lado la industria manufacturera había empleado 235.000 operarios en 1940 y 362.000 en los primeros cuatro meses de 1943. La depresión, si por un lado había llevado al país a la miseria, por otro había intensificado el cambio económico, acrecentando el peso y la importancia de la industria.

Más aún que la crisis en sí, la Guerra Mundial de 1939-1945 había estimulado el proceso de industrialización, en medida aún limitada pero con una amplitud antes desconocida absolutamente en América Latina.

A Nivel mundial, la tendencia general fue la del aumento de la demanda y de los precios, pero estos aumentos no significaron una inmediata expansión de las posibilidades de importación: entre las naciones beligerantes, los países del Eje fueron aislados del comercio mundial y las Naciaones Unidas disminuyeron en manera drástica la exportación de productos industriales.

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En cuanto a las valoraciones económicas en los Estados Unidos, ya en julio de 1943 se formulaban diferentes previsiones sobre la que sería la situación durante la post-guerra. La nota Confidencial Informativa nro. 14 enviada por el Embajador Argentino Felipe Espil al Ministro de Relaciones Exteriores Storni, bajo el título “Los problemas de la Post-Guerra”, se refería a la creciente preocupación que ganaba en los círculos políticos, económicos, morales, religiosos y financieros, sobre ciertos temas inherentes a la economía del país:

(…) “ la necesidad de emprender urgentemente el estudio de los graves problemas que se ofrecerán a este país (se refiere a los Estados Unidos) después de obtenida la victoria sobre

las naciones del Eje” 11

.

(…) “se han provocado largas discusiones sobre lo que sucederá a la producción, a la desocupación, a los precios, a existencias en el mercado, a las regulaciones gubernamentales, a las tasas, a la deuda pública”.

A continuación se realizaba una descripción detallada sobre los diferentes ítems económicos a tener en cuenta en cuanto a la economía de los Estados Unidos, siendo el planteo fundamental el hecho que el 60% de la capacidad industrial de los Estados Unidos estaba empeñada al momento en la Guerra, y que esta capacidad debería encontrar otra ubicación una vez terminado el conflicto; por otro lado deberían también encontrar una ubicación laboral los soldados que al momento actuaban en el frente de combate12.

11AMREC, División General de Asuntos Políticos, Buenos Aires, Caja 7, Expte. 13, “Boletines informativos, principales

hechos ocurridos”, Confidencial informativa Nro. 14, R.E. 464 del 30 de Julio de 1943, el Embajador en Estados Unidos Felipe Espil al Ministro de Relaciones Exteriores vicealmirante Segundo Storni, Washington, “Los problemas de la Post-Guerra. Ha perdido la Guerra el Eje?”.

12

AMREC, Ibidem. Entre otras cosas la Circular referida afirmaba textualmente:

(…) “Producción: Un 60% de la capacidad industrial de los Estados Unidos está actualmente empeñada en producción de guerra. En centenares de fábricas ha sido necesario destruir los equipos viejos e instalar nuevas máquinas.

(…) Ocupación: Trabajan actualmente en el país 52 millones de personas, de las cuales 16 millones son mujeres (…) Y existen muchos millones de soldados a quienes habrá que dar trabajo terminada la guerra. Cómo se solucionará el problema de la ocupación cuando la guera termine? Habrá suficiente trabajo privado para tanta gente o tendrá el Gobierno que ayudar con un extenso programa de obras públicas?

(…) Precios: Estados Unidos dispone actualmente de la mayor acumulación de “exceso” de poder adquisitivo en toda su historia. Los depósitos bancarios exceden de los cien mil millones; el dinero actualmente en poder del público pasa los 17 mil millones (…). Cómo prevenir una desenfrenada inflación al final de la guerra? Podrá este país, si continúa en su economía dirigida en tiempo de guerra, resolver esta situación sin un alza vertiginosa de precios?

(…) Tasas y deuda pública: Durante el año fiscal que terminó el 30 de junio, el público americano pagó más de 826 mil millones de impuestos federales. Sin embargo, esa suma cubrió menos de un tercio de los gastos del gobierno. La deuda pública oscila alrededor de los 150 mil millones. Cuando la guerra termine, habrá una disminución de esta carga impositiva? En caso negativo, podrá subsistir el sistema de iniciativa privada? Si se reducen los impuestos, será soportable y se pagará tan enorme deuda pública? (…)”

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Los países de América Latina –como hemos ya explicado- acumularon en cambio durante la guerra grandes reservas monetarias provenientes de fondos de los países más desarrollados. Esto significa que los sectores primarios producían a ritmo acelerado y que el sector industrial aprovechaba, en medida mayor que en el período anterior, las ventajas derivadas de la desaparición de la competencia con los países más desarrollados.

No obstante esto, luego del empuje provocado por el Plan Pinedo, Argentina debió recurrir a los Estados Unidos para solicitar ayuda financiera. Es así que se firmó en octubre de 1941 un tratado comercial entre Buenos Aires y Washington, que funcionaría sin embargo sólo para la provisión de materias primas estratégicas para los Estados Unidos, pero en cambio se mantendría la puerta herméticamente cerrada en lo referente a la carne y los cereales argentinos13

.

En tanto, para fines de 1943, y aunque las previsiones formuladas por el propio Gobierno de los Estados Unidos no eran las mejores, la Embajada Argentina en Washington continuaba haciendo conjeturas sobre cómo se desenvolvería el mundo durante la post-guerra. En una Confidencial Informativa, presentaba un cuadro de situación de cómo preveía podría llegar a ser la economía del mundo una vez terminadas las hostilidades e iniciada la era de paz, destacando entre otras cosas que los Estados Unidos llegarían a ser en la nueva era la gran potencia militar e industrial14.

“(…) El mundo que resulte de esta guerra experimentará grandes cambios. Surgirán

nuevas potencias, declinarán otras antes poderosas.

(…) Perderá su puesto Alemania como el país más fuerte de Europa para convertirse en una nación de importancia secundaria. Se reducirán sus fronteras, su territorio será ocupado, su ejército desbandado, y sus industrias desmanteladas.

(…) Los Estados Unidos surgirán como la potencia militar e industrial más grande del mundo. No se le presentará rival por muchos años y ninguna nación podrá igualar su poderío en el aire, mar y tierra. La Unión Soviética ocupará el segundo lugar en cuanto a influencia y poderío militar. (…) En el Extremo Oriente afirmará su posición a consecuencia de la caída del Imperio Japonés.

13

Ludovico Incisa di Camerana, I Caudillos. Biografia di un continente, Milano, Corbaccio, 1994, p. 252.

14

AMREC, Ibidem, Confidencial informativa Nro. 23, R.E. 806 del 31 de Diciembre de 1943, el Embajador en Estados Unidos Felipe Espil al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto interino General Alberto Gilbert, Washington, “Conjeturas acerca del mundo de la Post-Guerra”.

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(…) En cuanto a la Gran Bretaña ocupará una posición de menor gravitación. La guerra le restará fuerza y su importancia e influencia será un factor de menor trascendencia en los destinos de Europa y Asia.

(…) De esta argumentación se deduce que el mundo de la post-guerra se dividirá entre las grandes potencias en igual número de bien demarcadas zonas de influencia”.

3- Las condiciones de vida y trabajo antes de 1943

Antes de 1943 la gran mayoría de operarios ganaban salarios inadecuados. En un estudio publicado en 1937 sobre Buenos Aires, el DNT15 establecía que un salario mensual de

120 pesos para una familia compuesta de una pareja y tres niños menores de 14 años (considerada familia tipo) no permitía abastecer todas las necesidades normales, quedando muchas cosas indispensables fuera de las posibilidades financieras.

En el mismo estudio se indicaba el hecho que resultaba muy difícil, para una familia como la descripta, vivir con 120 / 145 pesos al mes. Por otro lado, una investigación de 1938 establecía que existían salarios incluso más bajos, de sólo 109 pesos al mes, mientras que otro estudio indicaba que el 34,1 % de los operarios de la industria ganaban menos de 100 pesos al mes, y el 73,3 % menos de 150. Los salarios de las mujeres eran aún más bajos: mientras el 69,8% ganaba menos de 75 pesos, solo el 10.2 % alcanzaba los 100 pesos o más16.

Más de la mitad de las familias de operarios vivían en departamentos de una única habitación, de medidas medias de 16 metros por 20, que alquilaban por 31 pesos al mes, y donde vivían 4 / 5 personas.

Estos “departamentos” se encontraban en los denominados “conventillos”, especie de condominios en los que los departamentos /habitaciones se construian en torno a un patio y

15

La sigla Corresponde al “Departamento Nacional del Trabajo”. Este Departamento se transformaría algunos años después en Secretaría, durante la gestión de Perón.

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sin ventanas, con una puerta y a veces una abertura pequeña sobre la misma como única ventilación. La cocina y los baños se dividían entre todos los inquilinos17.

Las condiciones en los puestos de trabajo no eran mejores, a pesar de la nueva legislación laboral. Antes del golpe de 1930, la ley preveía un día libre por semana -el Domingo- controlaba las condiciones de trabajo y los horarios de las mujeres y menores, y establecía una jornada labaoral de ocho horas. De todos modos, la mayoría de los trabajadores no tenían planes de pensión o retiro, vacaciones pagas ni permisos por enfermedad. Poquísimas industrias, las controladas por el Estado o aquéllas en las cuales los operarios tenían alguna influencia política, ofrecían planes de jubilación creados por el Gobierno y controlados por personas elegidas por los empleados.

En cuanto a las vacaciones y los permisos por enfermedad, hasta 1943 dependían de cuánto los jefes estaban dispuestos a reconocer y cuánto estaban los empleados en posibilidad de exigir, que en general era poco18.

4- La aparición de Perón

La Argentina de finales de los años ’30 tenía grandes reservas de oro y se encontraba entre los países más ricos del globo, siendo considerada el “granero del mundo”. Por este motivo, millones de trabajadores fueron atraídos por esas tierras, y es justamente en esta situación que se ubica la aparición de Perón en el escenario político argentino.

Perón fue un militar, un líder carismático de particular inteligencia, que inspiraba el afecto de amplios sectores de la masa popular argentina, transformando este afecto en una especie de fe. Caracterizado en las maneras más absolutamente diferentes por diferentes autores en lo que se refiere a su ideología, se podría asegurar que si hay algo que el Movimiento Peronista no haya tenido jamás es justamente una ideología definida.

17

Joel Horowitz, op. cit., p. 32-34.

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Habiendo vivido algunos años en Italia, donde había estado en contacto con el régimen de Mussolini, muchos historiadores y politólogos lo catalogan como fascista.

El ensayista e historiador argentino Tulio Halperin Donghi, por ejemplo, afirma que, cuando en 1943 la revolución militar arrancó el poder al último presidente conservador, el fascismo, apenas superado el punto más alto de su camino, dominaba toda Europa, y parecía evidente que luego de tantos “preanuncios”, la Argentina tomaría finalmente este camino. Así comenzó a construirse la Argentina “fascista”, aseguraría años más tarde Halperin Donghi19,

agregando sin embargo que “mientras la Argentina parecía ya madura para el desarrollo del fascismo, el resto del mundo se mostraba ya demasiado maduro para él”20.

Volviendo al tema de la situación económica, podemos decir que la industrialización de la guerra contaba también con la capacidad de consumo de una nación en la que no se había perdido en ningún momento la prosperidad. Y esta situación fue aprovechada desde el comienzo por el gobierno militar iniciado en 1943, para instalar una política social que tuvo su punto de partida cuando el coronel Perón asumió como Director del Departamento Nacional del Trabajo, el 27 de Octubre de 1943. En sólo dos años, ese pequeño ángulo hasta el momento oscuro, se desarrolló como un formidable elemento de movilización de la voluntad de los operarios. Esto ocurrió como consecuencia de una política tenaz que concedía beneficios concretos a los trabajadores (extensión de los derechos a la jubilación, ampliación de los convenios de trabajo, garantías eficaces contra el despido), y apuntaba también a reestructurar el movimiento sindical organizándolo bajo la Confederación Nacional del Trabajo (CGT).

Perón favoreció el regreso de los militantes que apoyaran inmediatamente su posición y gestión (cualquiera fuera su tendencia política). De este modo, bien pronto el surgimiento de nuevas y diferentes organizaciones le permitió controlar a estos dirigentes, que sólo podrían continuar en sus puestos dependiendo de si se orientaban o no bajo el signo de la Secretaría de Trabajo y la política implementada por ella21.

19

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 32.

20

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 35.

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Absoltamente al margen de cualquier tipo de ortodoxia ideológica, la justificación práctica de la política peronista era la de prevenir la revolución social mediante concesiones destinadas a mitigar la natural combatividad de la clase operaria.

Ciertamente que el de Perón fue un gobierno populista, apoyado en un movimiento de masa, con enormes recursos económicos y financieros heredados de gobiernos anteriores, que le permitieron entrar en el corazón de la gente incluso con acciones enormemente demagógicas22.

El primer rol de Perón en el Gobierno, como lo dijimos antes, fue una posición relativamente alta en el Ministerio de Guerra, que le permitió formalizar relaciones políticas diversas, pero sus ascensos estuvieron basados más en su astucia política y su influencia entre sus colegas oficiales, que en cualquier posición política.

Una vez bien establecido en el importante puesto de presidente del Departamento Nacional del Trabajo (DNT), una agencia que controlaba las relaciones laborales sólo en Buenos Aires, no tenía aún, sin embargo, poder de control en las Provincias. Sólo un mes después de la llegada de Perón al cargo, la DNT fue trasformada en Secretaría de Trabajo y Previsión, con jurisdicción nacional. A través de la Secretaría, Perón construyó, entonces, aunque lentamente, el apoyo de todas las corporaciones y de los trabajadores.

Habiendo heredado el Ministerio de Guerra, para luego convertirse también en Secretario de Trabajo, Perón no estaría de todos modos satisfecho con el ascenso político logrado gracias al apoyo de los militares. Pretendería en cambio, también, legitimar su poder a través de una elección constitucional23

.

22

Luis Vanella Ferrero Regis, Perón e l’Italia. Perón e il giustizialismo tra destra e sinistra (Antologia critica), Milano, 2001, M&B Publishing S.R.L.

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5- La Posguerra y el veloz ascenso de Perón

Terminada la guerra, los Estados Unidos se convirtieron en la potencia guía del mundo “occidental”.

En Argentina, además del crecimiento del sector industrial y del proletariado urbano, habían emergido nuevos grupos sociales con nuevas exigencias, a las cuales las fuerzas políticas tradicionales no lograban dar las respuestas adecuadas al momento, incapaces como eran para adaptarse a los cambios.

Las instituciones existentes perdieron su legitimidad y la estructura del Estado se mostraba completamente débil determinando un verdadero vacío político.

En este cuadro se insertaron las masas populares, en búsqueda de una integración económica y social. Los movimientos que lograron recoger tales aspiraciones, colmaron las necesidades de los partidos ligados a las fuerzas sociales más tradicionales (fueran éstos conservadores o progresistas). Fue éste el terreno socio-económico, el “humus” social en el cual Juan Domingo Perón emergió, después de la Guerra, como la figura carismática dominante de la vida política argentina.

Si el año 1944 había comenzado bajo el signo del totalitarismo24, el ’45 comenzaría

en cambio en un clima mucho más benigno: debía ser el año del retorno a la normalidad”. Sin embargo, a inicios del ’45, Argentina no era ya la misma de inicios del ’43. Los grupos que habían sentido la amenaza de la restauración del nuevo y del viejo orden aspiraban también a una nueva y diferente distribución del poder político en Argentina; no querían que la aventura totalitaria terminara con la restauración de viejos hombres políticos, y menos aún con una alianza entre los viejos políticos y los jefes fascistas25.

Los hechos dieron vuelta de manera casi inesperada en Octubre de 1945. Muchos jefes militares estaban resentidos por la veloz promoción de Perón, y los fastidiaba el hecho que el futuro líder apoyara la unión de los trabajadores. El 9 de Octubre Perón fue entonces arrestado y forzado a renunciar a su función.

24

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 36.

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Si bien su posición no era en absoluto débil, puesto que contaba con el apoyo del GOU y del mismo Farrell, presentó la renuncia bajo la condición de que se le permitiera antes dirigirse a los trabajadores argentinos a través de la radio, aprovechando en ese momento la oportunidad para afirmar: “esta obra social, que sólo los operarios están en grado de valorar como una verdadera conquista, debe ser defendido”.

Luego de un brillante discurso, Perón fue arrestado y deportado a la Isla Martín García.

En tanto, había sido durante los meses inmediatamente anteriores que Perón, gracias a la titularidad de Trabajo, había robustecido notablemente su popularidad y prestigio. Antes de que terminara el año 1944, se había promulgado el Estatuto del Peón, y de esta manera por primera vez los trabajadores rurales experimentaban la protección del Estado con respecto a sus patrones tradicionales; sus salarios prácticamente se multiplicaban por diez y recibían, también ellos, los mismos beneficios sociales previstos para los otros trabajadores. Por primera vez, al mismo tiempo, la oligarquía latifundista veía invadida la propia jurisdicción, hasta ese momento indiscutida, y el Gobierno proveía a regular los contratos de trabajo. En este contexto emergía entonces una fuerza que se había mantenido tranquila por tanto tiempo: los operarios y sus corporaciones26

.

El 15 de Octubre, diversos grupos de trabajadores comenzaron a demostrar a favor de Perón, no sólo en Buenos Aires sino también en las Provincias. Perón se había convertido en el símbolo vivo del movimiento laborista. Las demostraciones alcanzaron proporciones masivas el 17 de Octubre, cuando las masas operarias ocuparon Buenos Aires pidiendo el retorno de su líder. El Ejército, ante la posibilidad de que sobrevinieran hechos de violencia masiva, liberó a Perón, quien no reclamó ninguno de sus anteriores derechos o funciones. De esta manera su camino se presentaba claro y despejado para que se convirtiera en presidente mediante elecciones constitucionales.

El escritor e historiador argentino Félix Luna afirmaría tiempo después27, el referirse

a este pasaje de la historia argentina: “No hay nada en nuestra historia que se parezca a lo del

26

Joel Horowitz, op. cit., p. 25

27

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17 de octubre”. Y describe, en suculentas casi treinta páginas, los sucesos ocurridos desde la mañana a la noche. Y en verdad, nadie que haya estudiado la historia argentina, sea cual fuere su tendencia política, podría negar la magnitud de la movilización masiva del 17 de Octubre.

Los antiperonistas, en cambio analizarían la cuestión desde otro punto de vista, aunque no sin acierto. Harold Petersen28, por ejemplo, escribe: “En el espacio de una semana,

Perón había pasado del olvido cargado de amenazas, al control casi inexpugnable de la Argentina. Había puesto en evidencia la incapacidad del ejército para gobernar sin él. Había revelado su habilidad para enfrentar al nuevo poder de los trabajadores agremiados frente a la menguante fuerza politica del ejército y la oligarquía. Ahora podía declarar públicamente su matrimonio con Eva Duarte, enemiga declarada del viejo orden y que había de ser su cómplice en la invocación demagógica de las masas. Libre de las cadenas de los puestos de gobierno, si bien representado por sus asociados en las más elevadas posiciones, podía conducir su campaña presidencial con confianza y despreocupación. Por encima de todo, le era dado renovar su resistencia al intervencionismo yanqui, aún personificado por Spruille Braden, y añadir quizás a sus numerosas conquistas la satisfacción del desquite”.

Sea cual fuere la interpretación de los hechos, lo cierto es que la capacidad de Perón para mejorar las condiciones de los operarios había dejado abierto el camino a una fuerza que había sido marginada por los sistemas políticos anteriores. Fue entonces la emergencia de los sectores operarios que permitiría a Perón convertirse en presidente.

6- Se preparan las elecciones

La elección presidencial fue fijada para Febrero de 1946, con una campaña electoral que debía comenzar en diciembre de 1945.

Perón contaba entonces con el apoyo episcopal y con el de los numerosos dirigentes laboristas que en un cierto sentido dirigían la distribución de los beneficios provenientes del

28

Harold Petersen, op. cit., vol. II, 1914-1960, p. 183. Téngase en cuenta que el autor cita como fuenta a Arthur Whitaker en su obra “Blue Book Blues”.

(18)

Estado. Estos elementos habían generado el núcleo de una estructura de partidos políticos de tipo tradicional en Argentina, que de ninguna manera habría sido suficiente como para vencer por sobre las organizaciones políticas de tipo tradicional. Se decidió por lo tanto formar un partido reuniendo a los grupso no politizados y a los que se habían desmembrado de los partidos tradicionales. “Como si fuera una agencia de empleo o algo similar”, diría Tulio Halperin Donghi29, quien en sus ensayos describe muy oportunamente el método de formación

del partido Peronista.

En síntesis, el proyecto del Secretario de Trabajo consistía en un intento por arrebatar rápidamente a los partidos tradicionales su clientela popular. De un momento a otro Perón se encontró entonces seguido por grupos que se consideraban ya beneficiarios de sus programas, situación favorecida principalmente por la transferencia de la durísima vida cotidiana a las fábricas, donde en medio de la inmundicia y la promiscuidad que ellos conocían de todos modos, tenían por lo menos, gracias a los altos salarios y a la plena ocupación que había traído consigo la Guerra, una sensación de relax y despreocupación por el futuro. Era esta liberación de los temores y la angustia lo que el Peronismo se proponía institucionalizar y consolidar a través de las reformas. El sentimiento de clase que se encuentra detrás del Movimiento Peronista no es entonces el de un grupo que se siente víctima de la sociedad, sino en cambio el de un grupo que ha alcanzado sus aspiraciones, que en su visión inocente juzga como “prosperidad”, y en este “prosperidad” desea permanecer por siempre30.

La situación hasta aquí descripta no pretende ser una crítica de quienes así veían su presente y su futuro, y creían confiadamente que las pensiones y las licencias por enfermedad constituían por sí mismas la revolución social. Es necesario recalcar que nos estamos refiriendo a una clase social que había alcanzado para la época una escasísima madurez; de esta manera se hacía inevitable que sus organizaciones, coronadas por la majestuosa CGT, tuvieran más bien forma que sustancia, o mejor dicho, tenían una sustancia totalmente diferente de su forma31

.

29

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 41.

30

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 45.

31

(19)

Perón hizo del movimiento operario la base principal de la maquinaria política, pero intentando de todas maneras limitar su gravitación social.

Procuró hacer nacer una conciencia política diversa en los operarios, una conciencia que no debería ser, y en efecto no lo fue, revolucionaria. La estructura tradicional de clase se suponía no transformable, y lo que debía cambiar gracias a la acción estatal debía ser el punto de equilibrio entre las clases, un equilibrio en el que el operario no estaría a la vanguardia de una revolución en proceso, sino en cambio un grupo ya beneficiado por la revolución ocurrida32.

Para llegar al poder, Perón se alió con el Partido Laborista de Cipriano Reyes, agregándose después también la Junta Renovadora de la UCR, el grupo FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) y otros pequeños partidos indipendientes. Es esto lo que explica las posteriores contradicciones en el interior mismo del peronismo, esta mezcla de ideologías diferentes, que primero o después generarían innumerables desavenencias.

El Gobierno actuante en ese momento en Argentina dio todo el apoyo a la candidatura de Perón, implementando una serie de innovaciones como el denominado “aguinaldo”33, y un

aumento general de salarios, lo cual representaba la continuación de su política. Frente a esta actitud, el disgusto de los grupos opositores provocó la oposición a las medidas mismas.

7- Perón o Braden

Como lo dijimos en capítulos anteriores, con el reconocimiento diplomático y el ingreso a las Naciones Unidas, la Argentina había dejado el aislamiento internacional en el que había estado sumergida. La vida política del país parecía volver a la normalidad, también e nivel interno. El 18 de Mayo el Ministro del Interior había anunciado la suspensión del estado de sitio y la creación de un Tribunal Electoral. Para entonces, Spruille Braden, un personaje que tanto interferiría en la política argentina de la posguerra, había sido nombrado

32

Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 149.

33

Se trata de una cantidad de dinero extra que se entregaba a los trabajadores dos veces al año, la primera en Junio y la otra en Diciembre. Generalmente cada “aguinaldo” equivale a la mitad del salario normal, y existe aún en la actualidad por Ley como modo de pago en toda la República Argentina.

(20)

embajador de los Estados Unidos en Argentina. El nuevo delegado del Norte ocuparía su cargo sólo por cuatro meses, entre mayo y setiembre de 1945, el tiempo necesario para dejar huellas indelebles en la política tanto externa como interna del país. Desde su cargo como Embajador y también después como Subsecretario de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, haría todo lo posible para apartar a Perón de la política argentina, convencido de que el nuevo líder argentino favorecía al Eje y estaba en contra de los Estados Unidos.

El Departamento de Estado norteamericano había resuelto designar a Spruille Braden inmediatamente después de Chapultepec. Fanático como era, jamás se propuso recomponer las relaciones con Perón sino en cambio castigarlo. De esta manera describen la situación la mayoría de los autores, entre ellos el ensayista argentino Martín Granovsky en su obra titulada

Misión cumplida34. El ponzoñoso autor afirma que “como se haría tradición entre los

embajadores de su país, Braden utilizó al principio un discurso de presión sutil”. En efecto, en una carta a la Cámara Argentina de Comercio, decía estar seguro de que la Argentina “unirá su esfuerzo al de los aliados a fin de que los nazis y japoneses, o quienes actúen a sus órdenes, sean eliminados totalmente del Continente Americano; y que contribuirá eficazmente a que no quede en el Nuevo Mundo ni un sólo núcleo, secreto o disfrazado, que pueda ser utilizado por los enemigos de la democracia para construir sobre él una nueva y aun más criminal fuerza agresora”35.

En otra oportunidad, según un cable oficial del Encargado de Negocios Luti, el embajador Braden habría declarado en Puerto Rico en los siguientes términos36:

“Siéntome alarmado, aunque no sorprendido por lo ocurrido en Argentina desde mi partida, que el Gobierno de facto haya recurrido nuevamente a medidas represivas extremas inclusive detenciones de ciudadanos”.

34

Martín Granovsky, op. cit., p. 45.

35

Martín Granovsky, op. cit., p. 46.

36

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 9, año 1945, “Gobierno Estadounidense decide designar embajador en la Argentina al Sr. Braden. Su actuación” (parte II),Telegrama Ordinario 3276, Washington, 29 de septiembre de 1945, el Encargado de Negocios Luti al Ministro de Relaciones Exteriores argentino Juan Cooke, p. 194.

(21)

Muchos historiadores, no sólo argentinos, se referirían al tema. Joel Horowitz37, por

ejemplo, refiere que la oposición comenzó a organizarse en manera abierta, y de este modo los partidos liberales y la izquierda se unieron en su intento de derrocar el gobierno militar, encontrando sustento en la Embajada de los Estados Unidos, “gracias al señor Embajador, Spruille Braden”.

Entre los analistas más sarcásticos, Edmund Smith escribe38: “El gobierno nacionalista

había fijado fecha para elecciones presidenciales a principios de 1946, pero muchos argentinos tenían la impresión de que la campaña electoral había comenzado ya, y que en ella Braden era uno de los candidatos”.

Sin embargo otros autores se mostrarían decididamente “bradenistas”, tal el caso de Harold Petersen39, quien escribiría: “Corpulento y vivaz, Spruille Braen emprendió todas sus

actividades con intensidad y gusto, fuera como jugador de waterpolo en Yale, o cortejante de su prometida y explotador de minas de cobre en Chile, o defensor de los principios norteamericanos allí donde se encontrara. Su amor a la democracia era tan fuerte como su enorme contextura.” Como se percibe, esta última frase es el más claro exponente de su norteamericanismo.

El embajador Braden había llegado a la Argentina el 19 de mayo de 1945. Hacía casi un año que las relaciones entre Washington y Buenos Aires estaban formalmente interrumpidas, pues el último embajador de los Estados Unidos, Norman Armour, había partido en junio de 1944. A poco más de cuarenta y ocho horas de su llegada el nuevo embajador ofreció una conferencia de prensa para los corresponsales norteamericanos, donde se explayó sin reparos acerca de la situación política interna de la Argentina. La declaración de guerra a Alemania y al Imperio del Japón y la posterior participación argentina en la Conferencia de San Francisco al parecer no habían apaciguado al gobierno de los Estados Unidos, el cual seguía profesando gran hostilidad para con el gobierno de Farrell, a quien consideraba partidario del Eje40.

37 Joel Horowitz, op.cit., Capítulo I, “Argentine Politics”, 1930-1945, p. 25.

38

Edmund Smith, Jr., op. cit., p. 175.

39

Harold Petersen, op. cit., vol. II, 1914-1960, p. 179.

40

(22)

Después de cumplir un impresionante fixture de banquetes y actos de todo tipo, el Embajador de Estados Unidos creyó llegado el momento de iniciar su “campaña” en el interior. Para ese entonces ya era Braden un factor de poder tan importante como el gobierno mismo. En una oportunidad, por ejemplo, un grupo de dirigentes comunistas del gremio de la carne le hizo llegar un pedido de mejoras para que el embajador gestionara su aprobación ante las empresas frigoríficas41.

Perón, por su parte, jugaba también sus cartas. El 12 de julio, la CGT organizó por primera vez un acto en apoyo al líder, donde la demostración de fuerzas fue impresionante. Asegura Félix Luna42 que durante el acto, en ningún momento los oradores mencionaron el

nombre de Perón; pero todo estaba cargado de una indeclinable adhesión personal al entonces vicepresidente. Fue ésta la oportunidad en que los adictos a Perón vocearían su rotunda definición: “Ni nazis ni fascistas: Peronistas!”. Para finalizar, Perón apareció en el balcón de la Casa Rosada para pronunciar un breve discurso, en el viejo y buen estilo del hombre calumniado, atacado por todos, que sólo desea que su bandera siga adelante, quienquiera sea el abanderado.

Esta manifestación del 12 de julio fue algo señalable. Perón necesitaba de esa evidencia de apoyo popular porque en ese momento Braden aceleraba su campaña. Una semana antes, Braden y Perón habían mantenido una tempestuosa entrevista, la última que tendrían antes de las elecciones, y las hostilidades ya se habían desatado secretamente. Ahora era menester una pública y desembozada acción bélica contra el embajador norteamericano, que se disponía a viajar a Santa Fe para continuar su campaña en el interior43.

El 21 de julio, invitado por la Universidad del Litoral, arribó a Santa Fe donde mantuvo un acto en el Jockey Club, y luego en la Universidad, donde el público aprovechaba para gritar “Democracia sí, nazis no, militares al cuartel”. Este público se agolparía en todos los actos prestigiados por la rotunda figura del representante de Truman, quien allí se enteró

41

Félix Luna, El 45 (…) cit., p. 86.

42

Félix Luna, El 45 (…) cit., p. 147.

43

(23)

de que en Buenos Aires las calles estaban inundadas de volantes injuriosos contra su persona, arrojados por desconocidos. La guerra entre Perón y Braden ya había comenzado en los hechos.

En efecto, todos estos días y hasta el regreso de Braden de su campaña por el litoral, las calles porteñas se vieron inundadas de volantes con textos como el que sigue:

« Sabe Ud… que el cowboy Braden expresó al cuerpo diplomático en pleno que iba a “domar” en un mes al país de los argentinos, metiéndoselo en el bolsillo como al morocho Batista? Atención a los corcovos, muchachos! »

Y otros como:

HOY… CIRCO…

Con el formidable debut del COWBOY BRADEN De gran éxito en Cuba y Guatemala

Domadas de gobiernos. Pialadas de prensa a lazo. Rodeo de traidores DEBUT 44

“Golpeaba bien Perón -escribiría años más tarde el historiador Félix Luna45-; sabía en

qué lugar de la llaga poner el dedo… Las alusiones a la desaparición de los prejuicios burgueses tendían a hacerlo aparecer en posición más avanzada que sus adversarios dentro del movimiento sindical. Por otro lado, la cuestión del voto femenino enviaba un galante sondeo a un eventual electorado, totalmente ignorado hasta entonces”.

Al referirse a Braden, en cambio, el historiador afirmaría: “No era el embajador de un país extranjero (…): era un verdadero líder político (…) ovacionado por el público, dándose tiempo para declarar a los periodistas que tenía la certeza de que la campaña de injurias contra su persona era promovida por nazis refugiados en el país”46.

44

Todos estos graffittis son mencionados por Félix Luna en El 45 (…) cit.,p. 149.

45

Félix Luna, El 45 (…) cit , p. 151.

46

(24)

Desde el 9 de agosto 1945 y durante casi todo el año las calles de Buenos Aires estuvieron pobladas de manifestaciones de diverso orden, muchas de ellas con adhesiones a Braden por escrito, quien en oportunidad de un acto de la colectividad norteamericana para celebrar el fin de la guerra pronunció un discurso en el que aseguraba: “cualquier ataque, por pequeño que sea, a los derechos del hombre, debe ser inmediatamente rechazado… donde quiera y cuando quiera que estos derechos y libertades sean amenazados, habremos de salir a defenderlos… Un mundo que respete y defienda los derechos del hombre bajo la democracia no puede seguir tolerando que existan gobiernos cuya norma es la violencia y que humillan al hombre bajo la dictadura. Para asegurar la paz en el mundo, debemos establecer… Y estableceremos!!! La única soberanía legítima: la inviolable soberanía del pueblo !!!”

Pero los ataques a Braden se hacían también sentir, y no sólo desde el embrión de lo que sería el partido Peronista, sino principalmente desde la parte del Partido Radical. En un discurso, el Dr. Amadeo Sabattini afirmaba que “solos y unidos fraternalmente los radicales debemos organizarnos democráticamente y con premura para de inmediato dar solución a la situación causada por los que atentan al frente popular, el gobierno de facto y los intereses extranjeros que actúan en forma por demás denigrante” 47

. Es absolutamente claro que esta alusión a los intereses extranjeros se refería sin dudas a la actividad de Braden.

Por otro lado, debe notarse que también en ciertas oportunidades el embajador Braden había intentado algo así como un acercamiento. En una oportunidad, al referirse al Ministro de Relaciones Exteriores argentino Dr. Cooke, había expresado que “el Ministro tiene plena conciencia de los peligros que suponen para todo el Hemisferio las actividades nazis (…)”, y continuaba diciendo que “el doctor Cooke comprende y simpatiza con el interés legítimo de las otras repúblicas americanas, incluso los Estados Unidos” 48 . Es claro de todas

maneras que afirmaciones de estas características, aparte de intentar acercamientos, pretenden de la misma manera involucrar a la “parte adversaria” en el propio juego.

En tanto, en el Departamento de Estado Norteamericano James Byrnes había reemplazado a Stettinius como secretario a principios de Julio. El nuevo funcionario rápidamente había expresado su intención de permitir que algún subordinado suyo tomara las

47

Félix Luna, El 45 (…) cit , p. 94.

48

(25)

riendas de la política latinoamericana, y las riendas serían tomadas por Spruille Braden. De esta manera, por un lado se alejaba al cuestionado embajador del frente de combate, pero por otro no se lo desplazaba del todo, sino que permanecía en un puesto igualmente clave para Latinoamérica.

Así las cosas, y con la decisión tomada, a fines de agosto, luego de condenar públicamente al régimen argentino y reconocer el fracaso de su propia política de tolerancia, Nelson Rockefeller renunciaba a su cargo de subsecretario para abrir paso a la designación de Braden.

Sin embargo, la tarea de Braden continuaría, aunque la distancia geográfica fuera mayor. En un almuerzo de despedida realizado en Buenos Aires expresaría: “(…) que nadie imagine que el hecho de haber sido transferido a Washington significa el abandono de la tarea que he emprendido”.49

Al poco tiempo, también en su propio país las opiniones en contra de Braden se harían sentir. El senador Connally manifestaba su desacuerdo con la actitud asumida, y expresaba que según su punto de vista había que dejar que los argentinos resolvieran el tipo de gobierno que necesitaban. El hecho es descripto por el encargado de Negocios en los Estados Unidos Luti al Ministro de Relaciones Exteriores Juan Cooke50.

En otro telegrama, el mismo Luti expresaba que la tendencia a asumir la opinión del senador Connally comenzaba a extenderse, manifestándose “en determinadas esferas comerciales, interesadas en las exportaciones a la Argentina y a cuyo mercado asignan importancia en el periodo de transición de post-guerra” 51.

Aún dos días después, nuevamente Luti informaba sobre las acusaciones de los propios senadores estadounidenses a la actuación de Braden:

49

Harold Petersen, op.cit., vol. II, 1914-1960, p. 182.

50

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 9, año 1945, “Gobierno Estadounidense decide designar embajador en la Argentina al Sr. Braden. Su actuacion” (parte II), R.E. 567, Telegrama cifrado n. 01326, Washington, 2 de octubre de 1945, el Encargado de Negocios en Washington Sr. Luti al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Dr. Juan Cooke, fs. 205.

51

AMREC, Buenos Aires, Ibidem, Telegrama cifrado n. 01336, Washington, 2 de octubre de 1945, el Encargado de Negocios Luti al Ministro de Relaciones Exteriores en Buenos Aires, fs. 207.

(26)

“ Según la prensa asociada el senador republicanoWherry habría acusado al Secretario de Estado Interino de agravar las relaciones con la Argentina, agregando que la política adoptada por Acheson en este caso habría indignado aún a los senadores Vandenberg y Connally al expresar ayer severas críticas al Departamento de Estado por asumir actitudes unilaterales hacia la Argentina”52.

La misma prensa estadounidense se refería a Braden en estos términos, en un artículo titulado “Dinamita diplomática”, publicado el 10 de noviembre de 1945 en el Semanario Nacional Coller’s y firmado por Joseph Newman53:

“Un transporte aéreo militar norteamericano, en vuelo directamente desde Washington, descendió en la capital argentina hace unos seis meses. Carecía de bombas, pero traía la carga máxima de dinamita diplomática que se haya lanzado jamás sobre la Argentina”

El 25 de Agosto el hasta entonces embajador era designado en un puesto clave de la diplomacia norteamericana: la Secretaría Adjunta del Departamento de Estado para Asuntos Latinoamericanos. A juicio de algunos autores –entre ellos Félix Luna54- esta designación

permitía “una salida decorosa” para el hombre que en tres meses se había convertido en el virtual jefe de la oposición y cuya mera presencia irritaba; y por otro lado de esta manera se lo colocaba en la conducción de la política latinoamericana.

Otros sostienen, sin embargo -y éste es el caso de Juan A. Lanús55- que esta

promoción sin duda simbolizaba “la aceptación con que contaba su política para el Secretario de Estado Byrnes y el presidente Harry Truman”.

52

AMREC, Buenos Aires, Ibidem, Telegrama cifrado n. 01360 del 4 de octubre de 1945, Washington, el encargado de Negocios Luti al Ministro de Relaciones Exteriores en Buenos Aires, fs. 215.

53

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 9, año 1945, “Gobierno Estadounidense decide designar embajador en la Argentina al Sr. Braden. Su actuacion” (parte II), R.E. 567, Washington, 5 de noviembre de 1945, la Embajada de la República Argentina en Washington al señor Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Dr. Juan Cooke, fs. 11. El artículo que mencionamos es un Anexo a la nota n. 567 de la Embajada de la República Argentina en Washington, de fecha 5 de noviembre de 1945.

54

Félix Luna, El 45 (…) cit., p. 95.

55

(27)

Apenas nombrado en su nuevo cargo, fueron muy amenazantes las declaraciones que inmediatamente Braden formuló a los periodistas, al decir que “alguna vez se aseguró que mi política resultaba marcadamente personal. No es así; no hice, no hago y no haré nada que no corresponda al rumbo de mi patria. De allí que pueda adelantarles que mi política no variará en lo más mínimo cuando me halle en Washington y que, antes bien, podré acentuarla debido a que contaré con mayores posibilidades de hacerlo”.

El mismo día en que Braden fuera nombrado en su nuevo cargo, el periódico argentino “El Mundo” publicaba un artículo titulado “Graves acusaciones de Rokefeller al Gobierno Argentino”, según el cual el Subsecretario Auxiliar de Estado, hablando ante la Sociedad Panamericana de Massachusetts y el Norte de Nueva Inglaterra, había declarado que “la hoja de servicios del Gobierno Argentino, en cuanto al cumplimiento de las promesas hechas desde la Conferencia de Chapultepec hasta la fecha, muestra muchos y muy importantes fracasos que tienen graves consecuencias”. En la misma conferencia Rockefeller habría afirmado que “90 empresarios del Eje han quedado sin ser intervenidos, y solamente hay 70 agentes detenidos (…) y a pesar de las repetidas protestas americanas, las escuelas y organizaciones japonesas continúan funcionando sin limitación alguna, y lo mismo ocurre con la mayoría de las organizaciones alemanas”.56

Pero la cuestión no tenía que ver sólo con las proximas elecciones en Argentina. Porque en el exterior no sólo se seguía comentando el conocido como “Caso Argentino”, sino que además algunas naciones como el Uruguay ponían en duda abiertamente la pureza del previsto acto comicial. En una nota editorial del diario “El Plata” de Montevideo se expresaba57:

“(…)tal como lo reconoce la mayoría de los diarios de Buenos Aires, ya nadie puede hablar de elecciones libres cuando se hace referencia a las que prepara el gobierno militar en Argentina, porque no existe libertad electoral donde no hay seguridad personal.

(…) siendo así, el contenido de las urnas no podría ser mirado como la expresión fiel de la voluntad del pueblo.

56

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 9, año 1945, “Gobierno Estadounidense decide designar embajador en la Argentina al Sr. Braden. Su actuacion” (parte II), fs. 102. Artículo publicado en el diario El Mundo, Buenos Aires, el sábado 25 de agosto de 1945.

57

Un estracto del artículo en cuestión se encuentra publicado en el diario La Nación, Buenos Aires, en su edición del 1 de Febrero de 1946.

(28)

(…) Incubada en el estado de sitio, sostenida en alarde inaudito de violencia impune (…) esa victoria (prevé la del General Perón) planteará a las democracias un problema que no admitirá preteración ni dilación: el de sus relaciones futuras con un gobierno así creado, comenzando por la posibilidad, mejor decir la imposibilidad, del reconocimiento del mismo”.

No obstante el nuevo cargo, el ex-embajador continuó atacando al candidato a la presidencia, a quien consideraba una amenaza para la paz y la seguridad del continente58.

Quince días antes de las elecciones, el 11 de Febrero de 194659, decidió utilizar un arma que

suponía infalible: consignó a los representantes del resto de los países americanos un Memorandum conocido como “the Blue Book”, aunque oficialmente había sido titulado “Consulta entre las Repúblicas Americanas sobre la Situación Argentina”.

En efecto, en un primer momento, se suponía que el Blue Book sería la contribución de los Estados Unidos a la que había sido denominada “consulta interamericana sobre la cuestión argentina”, que Washington había iniciado el 3 de octubre de 1945. Pero hasta febrero de 1946, las Repúblicas Latinoamericanas no habían hecho prácticamente ninguna contribución a esta consulta. Al parecer, los demás gobiernos americanos estaban dispuestos a postergar sus juicios respectivos hasta que se celebraran las elecciones en Argentina. De este modo, el Libro Azul representó, de hecho, una declaración unilateral de política por parte de los Estados Unidos, que se cerraba con una invitación a los demás gobiernos americanos para que añadieran sus propias contribuciones al estudio consultivo. Este Libro Azul era, en síntesis, una colección de pruebas documentales que vinculaban al régimen nacionalista argentino con una conspiración con los gobiernos del Eje. En especial, se señalaba al coronel Perón como uno de los principales conspiradores contra la solidaridad del Hemisferio.

El Blue Book se basaba en las informaciones aportadas por los servicios de Inteligencia Aliados, así como también en los documentos capturados a los alemanes. Presentaba las listas de los agentes alemanes actuantes en Argentina y se detallaban sus actividades y las acciones del Gobierno Argentino a favor del Eje y contra la seguridad y la

58

Alberto Conil Paz / Gustavo Ferrari, op. cit., Buenos Aires, p. 161.

59

(29)

paz en el Hemisferio. En lo que se refiere particularmente a Perón, aparecía señalado como el principal colaborador en la causa nazista.

Se denunciaba también que dirigentes nazistas habían colaborado con el gobierno argentino, y que como retribución, el gobierno argentino había protegido al Eje y conspirado contra los países vecinos. La peor denuncia era sin embargo –a juicio del ensayista Martín Granovsky-60, la que lo acusaba de haber intentado “crear un estado totalitario en el

Hemisferio Americano”.

Sin embargo, aunque probablemente fuera sólo a modo de pantalla, la Argentina había emprendido algunas acciones a favor de la deportación de nazis. A propósito del “Blue Book”, ya a inicios de enero el gobierno estadounidense consultaba al Encargado de Negocios en Argentina Cabot, sobre el desarrollo de acciones tendientes a cortar definitivamente relaciones con la Alemania Nazista. En un telegrama secreto del 2 de Enero, Cabot informaba al Secretario de Estado:

“1- German banks and insurance companies are in process of liquidation under Ministry Finance and show substantial progress toward final disposal. These are only German concerns not directly under control of Junta de Vigilancia… (…)

3- Embassy considers Junta making every effort effect satisfactory replacement undesirable German personnal and technicians in firms under its control” 61.

También el 12 de ese mes el mismo Cabot informaba al Secretario de Estado sobre una orden del Juzgado Federal (de data 24 de diciembre) de arresto incondicional de quince agentes de espionaje del Eje que estaban en arresto “preventivo” bajo orden de la Corte62

.

Luego en un Telegrama del Secretario de Estado (Byrnes) a Cabot, datado el 26 de Enero, al hacerse referencia a un requerimiento, se expresa lo siguiente:

60

Martín Granovsky, op. cit., p. 48.

61

FRUS, 1946, v. XI, The American Republics, Argentina, The issuance by the department of state of the “Blue Book” and the position of the United States on supplying arms to Argentina, Telegrama del 2 de enero de 1946, Buenos Aires, el Encargado en Argentina Cabot al Secretario de Estado, v. XI, p. 182.

62

FRUS, 1946, Ibidem, Telegrama confidencial del 12 de enero de 1946, Buenos Aires, el Encargado en Argentina Cabot al Secretario de Estado, p. 185.

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