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Análisis y comentario traductológico

1. El proceso traductivo y sus problemáticas

1.1 El concepto de traducción

«Che cosa vuol dire tradurre? La prima consolante risposta vorrebbe

essere: dire quasi la stessa cosa in un’altra lingua. Se non fosse che, in primo luogo, noi abbiamo molti problemi a stabilire cosa significhi “dire la stessa cosa”, e non lo sappiamo bene per tutte quelle operazioni che chiamiamo parafrasi, definizione, spiegazione, riformulazione, per non parlare delle pretese sostituzioni sinonimiche. In secondo luogo perché, davanti a un testo da tradurre, non sappiamo quale sia la cosa. Infine, in certi casi, è persino dubbio che cosa voglia dire dire.» (Eco 2003:9).

Con estas palabras, Eco empieza su obra Dire quasi la stessa cosa. En estas pocas líneas se plantea el problema de lo difícil que es dar una definición exacta de lo que significa traducir y, por consiguiente, de lo que es una traducción. La práctica de la traducción es muy antigua. En el mundo griego, la actividad traductiva tenía fines prácticos. En el mundo latino, la misma actividad tenía fines diferentes. Uno del los escritores latinos más importantes que reflexionó sobre el proceso y el significado de la traducción fue Cicerón. Se debe a él la idea de traducir non verbum pro verbo, sino traducir el sentido del texto original. La difusión de la palabra de Cristo, la traducción de la Biblia y la aparición de las lenguas vulgares constituyeron otros factores importantes para el desarrollo de esta práctica (Bertazzoli 2006:9-12).

Actualmente, el diccionario en línea de la Rae presenta, para el término

traducir la siguiente definición: “ (Del lat. traducĕre, hacer pasar de un lugar a

otro) expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra”. Esta se corresponde a la primera acepción. La tercera es explicar,

interpretar. Con respecto al término traducción, las tres primeras definiciones

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2. f. Obra del traductor. 3. f. Interpretación que se da a un texto”. En 1998, la

European Translation Platform propuso su definición para el término traducción: “è la trasposizione di un messaggio scritto nella lingua d’arrivo”

(Rega 2001:24). [Es la transposición de un mensaje escrito en la lengua de llegada.] Son muchísimos los autores que han propuesto una definición de este término y resultaría un trabajo muy largo analizarlas todas. Teniendo en cuenta las varias propuestas, se podría identificar la traducción como el proceso que transforma un texto en otro texto, normalmente mediante el uso de una lengua diferente de la del original (Bertazzoli 2006:15).

En este trabajo, para referirse al texto de partida y al texto de llegada, se adoptarán dos términos técnicos introducidos por Popovič (2006), esto es,

prototexto y metatexto. El primero se refiere al texto de partida, mientras que el

segundo al texto de llegada.

Según Lûdskanov (2008:51), el proceso traductivo es una práctica muy compleja que debe dividirse en dos momentos fundamentales: el análisis y la síntesis. Para traducir un texto no es necesario solamemte conocer bien la lengua del prototexto y la del metatexto. En efecto, como afirma Popovič (2006:17), el modelo lingüístico del bilingüismo no es suficiente para describir este proceso. En realidad, la traducción es un conjunto de procesos lingüísticos creativos, es un producto creativo que se obtiene gracias a operaciones de codificación y descodificación a nivel semántico, sintáctico y pragmático (Lûdskanov 2008:17; Bertazzoli 2006:20). Un texto no es simplemente un producto lingüístico, sino también un producto cultural. Por eso, a la hora de empezar un proceso traductivo es fundamental tener en cuenta ambas culturas. Este aspecto es fundamental cuando se trata de traducir elementos típicos de una cultura, por ejemplo los culturemas y los realia o la fraseología, temas que se analizarán en el tercer capítulo. Cada cultura tiene su propia manera de ver el mundo y de expresarlo a través de la lengua. En lo que concierne a este aspecto, el traductor siempre debe considerar que cada prototexto está caracterizado por lo que Eco (1979:51) define el non-detto [no dicho], es decir, las informaciones

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implícitas que el destinatario interpreta gracias al contexto comunicativo y cultural. Es importante que el traductor, mediante su elecciones, mantenga el sentido del texto original y respete la intención comunicativa del autor, y sobre todo, la intención general del texto (Eco 2003:16).

Durante el proceso traductivo, el traductor no desempeña sólo el papel de mediador lingüístico, sino también de mediador cultural. Es por esta razón que Eco describe la traducción como una negociación, dado que el proceso de negociación se basa en la renuncia de algo para obtener el resultado final. La fidelidad al prototexto solo se obtiene adaptando el significante al nuevo destinatario, el del metatexto, y esto significa también efectuar algunos cambios (Faini 2004:14).

Los estudios generales relativos a la traducción han puesto de manifiesto algunos problemas. A diferencia de los lenguajes artificiales, para los que, a la hora de traducir, se efectúa una sustitución mecánica que no depende del contexto, los lenguajes naturales no se basan en el principio de correspondencia biunívoca. En efecto, la mayoría de los elementos que forman parte de una lengua natural son polisémicos, esto es, tienen más de un significado, pueden adquirir valor connotativo. El significado apropiado y el posible valor connotativo se deducen del contexto. Por tanto, es imposible traducir los elementos de los lenguajes naturales prescindiendo de este.

En lo que concierne a la correspondencia entre dos lenguas, una lengua puede poseer palabras o construcciones que no existen en la otra. Por tanto, el traductor debe analizar con cuidado el prototexto y detectar los significados de los elementos lingüísticos que lo compone. Esta es la fase del proceso traductivo que corresponde al análisis (cf. Lûdskanov, 2008:51). Luego, el traductor debe elegir aquellos elementos lingüístico que pertenecen a la lengua del metatexto y que puedan transmitir el mismo sentido de los del prototexto. Es por esta razón que el proceso traductivo se define creativo, porque presupone unas elecciones no predeterminadas. Para elegir la solución más apropiada, el traductor debe tener a disposición la información traductiva necesaria, esto es,

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el conjunto de informaciones con respecto a una expresión o a una estructura lingüística para poderla entender y, luego, poderla traducir (Lûdskanov 2008:50-54).

Otro importante problema está relacionado con la adaptación de la traducción. Este concepto se contrapone al concepto mismo de traducción. Con respecto a este concepto, Eco (2003) afirma que el traductor debe seguir adaptando el texto de llegada al texto original y al presunto lector. En efecto, cada traducción es también una adaptación entre culturas diferentes y está sujeta a una manipulación intencional. Una traducción puede orientarse principalmente hacia dos direcciones: hacia una particular atención al prototexto o hacia el público del metatexto. En el segundo caso puede ocurrir que la traducción se convierta en adaptación. Esta adaptación se realiza o del texto al lector o del lector al texto (Bertazzolli 2006:91-2).

Además, se ha debatido mucho con respecto al problema relativo al estatus del metatexto porque no es fácil determinarlo. Algunos estudiosos lo consideran un texto secundario, otros, en cambio, lo consideraban un texto nuevo e independiente, como en el caso de Bassnett-McGuire (1980), que afirma que la traducción es una obra autónoma.

Como se ha visto, el debate sobre la traducción y sus problemas sigue desarrollándose desde hace tiempo y, en las últimas décadas, este ha contribuido al nacimiento de una nueva disciplina: la ciencia de la traducción.

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