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IV De Chapultepec a San Francisco La organización de las Naciones Unidas

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IV

De Chapultepec a San Francisco

La organización de las Naciones Unidas

Casi terminada la Guerra, Washington comenzaba a demostrar su intención de transformar el consenso y el apoyo logrado de parte de las naciones americanas en algo permanente, en otras palabras, pretendía institucionalizar la propia supremacía en el Hemisferio Occidental.

Fue así que desde los Estados Unidos se invitó a todos los países latinoamericanos, con excepción de la Argentina, a participar de las actividades previas a la constitución de la que sería la alianza de las Naciones Unidas.

Para discutir el caso Argentina, se convocó en cambio una Conferencia de la Unión Panamericana, que se desarrollaría en la ciudad de México en febrero / marzo de 1945, conferencia que daría como resultado la conocida como Acta de Chapultepec.

En lo concerniente a la Argentina, en la mencionada Conferencia se decidió que la declaración de guerra –condición indispensable para participar de la Organización de las Naciones Unidas- quedaría abierta a la propia decisión del país, que llegado ese momento era la única república americana que no había cumplido con el compromiso que los Estados Unidos consideraban “de solidaridad hemisférica”.

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1- Los Estados Unidos a inicios de 1945 Roosevelt y Truman

El 20 de Enero de 1945, Franklin D. Roosevelt, que había sido ya presidente de los Estados Unidos durante doce años, y luego reelecto para la presidencia en noviembre de 1944 con casi 26 millones de votos (el 54%), había prestado juramento por cuarta vez como jefe del Poder Ejecutivo. Se sabía ya que su salud no era buena, no porque fuera de edad avanzada (tenía 63 años), sino en cambio porque doce años de presidencia, sumados a los problemas

generados por la crisis económica y por la Guerra, lo habían golpeado bastante1.

En política externa, como subsecretario durante el gobierno de Wilson en 1913, y luego candidato a la vicepresidencia en 1920, Roosevelt había siempre sido un internacionalista, es decir, en términos americanos, un adversario del aislamiento tradicional, y en cambio un factor decisivo de la colaboración de los Estados Unidos con las otras naciones a fin de crear un orden internacional basado en la ley, o bien se podría también decir que fue un prosélito de las políticas interventistas que siempre formaron parte de la tradición estadounidense. Como Wilson, Roosevelt deseaba la formación de organismos mundiales (o al menos continentales), basados en los procedimientos democráticos y los principios liberales, y dedicados a la elaboración de normas de derecho internacional.

En este sentido, estaba convencido y preocupado por sustituir a la Sociedad de las Naciones con una organización más vigorosa, más eficiente y más universal, y es así que para el tratamiento de los problemas de la posguerra había organizado la Conferencia Inter Americana sobre los Problemas de la Guerra y de la Paz, que debería sostenerse en el Palacio de Chapultepec en la Ciudad de México.

A la muerte de Roosevelt, que ocurrió al poco tiempo de haber asumido como presidente por cuarta vez –el 12 de abril de 1945- asumió el cargo su vicepresidente Truman,

1 Massimo Salvadori, Gli Stati Uniti da Roosvelt a Kennedy. Breve storia della Nazione Americana dal 12 Aprile 1945 al 22 Novembre 1963, Napoli, 1964, Edizioni Scientifiche Italiane.

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quien requeriría a Stettinius que permaneciera como Secretario de Estado y que se ocupara de

la organización de la Conferencia de San Francisco2. En lo referente a la Guerra no quedaba

otra cosa, sobre todo al inicio de su gestión, que dejarla andar. En cambio, debían prepararse sí, los planes para la posguerra, ya sea aquéllos concernientes al retorno a la normalidad en la política interna del país, ya sea los referentes a las relaciones de los Estados Unidos con el resto de los países Aliados, enemigos o neutrales.

En el discurso pronunciado con motivo del primer aniversario del fallecimiento de su antecesor Franklin Delano Roosevelt, Truman prometió seguir la política de cooperación

internacional que estructurara aquél3.

Entre otras frases del estadista pueden resaltarse algunas como

“No podemos seguir aislados de las otras naciones. (…) nuestra esperanza para el futuro de la civilización y para el futuro de la misma vida reside en el éxito de las Naciones Unidas”

Para luego comprometerse él mismo con estos ideales:

“Nos proponemos luchar con todas las fuerzas a nuestro alcance por dichos principios de cooperación internacional. Estamos determinados a hacer el esfuerzo máximo para que las Naciones Unidas sean un organismo fuerte y lleno de potencia vital”.

(…) Realizaremos los principios fundamentales y la política exterior e interna de Franklin D. Roosevelt. Quizás habrá que modificar algunos aspectos para conformarlos a las circunstancias, pero fundamentalmente los objetivos son los mismos”.

Luego de la muerte de Roosevelt, su sucesor decidió no continuar posponiendo las Conferencias previstas para el tratamiento de los problemas de la posguerra, y en la fecha prefijada se reunirían tanto la Conferencia de Chapultepec como también, poco después, la de San Francisco, que organizaría las Naciones Unidas.

Apenas finalizada esta última, sin embargo, Truman aceptaría la renuncia del Secretario de Estado Eduard Stettinius, renuncia que éste había presentado a la muerte de 2Norman Graebner, op. cit, Capítulo 11, Eduard Stettinius (…) cit.,p. 59.

3

El texto completo del mencionado discurso se encuentra publicado en diario La Nación, Buenos Aires, en su edición del 13 de abril de 1946.

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Roosevelt, y que al momento no le había sido aceptada. Es claro que, a pesar de que las razones esgrimidas serían diferentes, el verdadero motivo por el cual Truman había querido conservar a Stettinius había sido la llegada a buen término de la Conferencia de San Francisco4.

2- Las relaciones con Buenos Aires

Al iniciarse el año 1945 las relaciones entre Washington y Buenos Aires estaban formalmente interrumpidas desde junio de 1944, cuando el último embajador de los Estados Unidos, Norman Armour, había partido. Y el Gobierno de los Estados Unidos no tenía intención alguna de mejorar las relaciones, cuanto menos si la Argentina no se unía con palabras y con hechos a la acción de las Naciones Unidas.

La disconformidad de los Estados Unidos era talmente manifiesta, que incluso llegó a tener efectos en la prensa del país del Norte. Finalizando el año 1944, un intercambio de cartas entre el Secretario de Estado Norteamericano Stettinius y el diputado por California Anderson, había causado gran conmoción en la opinión pública estadounidense.

El texto de la primera de estas cartas, de Stettinius a Anderson, fechada el 13 de diciembre, rezaba textualmente en uno de sus párrafos:

“El Departamento de Estado ha mantenido firmemente la posición de que los Estados Unidos no deberían entrar en relaciones diplomáticas normales con la camarilla militar fascista que actualmente controla el gobierno de la Argentina. El “record” pro-Eje de dicho régimen es, estoy seguro, demasiado bien conocido para requerir una exposición detallada. Este gobierno no está en condiciones de tomar una actitud tendiente a beneficiar o fortalecer ese régimen, hasta que no se demuestre concluyentemente con datos inequívocos que ha habido un cambio fundamental en la política argentina, favorable a la causa contraria al Eje y en sostén de la unidad Interamericana y de la acción conjunta”.5

4Norman Graebner, op. cit., Cap. 11, cit., p. 61.

5

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 7, Expte. 4, año 1945, “Declaraciones del Sr. Anderson referentes a la Argentina”, R.E. 59 del 29 de enero de 1945, Washington, el Embajador en Estados Unidos al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto interino de la Argentina Doctor Cesar Ameghino, recibido el 8 de febrero del mismo año, fs. 3, anexo, p. 17.

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Se refería también luego a las medidas económicas y a la situación reinante al respecto:

“En cuanto a nuestras relaciones económicas con la Argentina, el Departamento de Estado ha estado y continúa siendo guiado por la consideración de que las apremiantes exigencias del esfuerzo bélico deben tener prioridad sobre todas las demás. El comercio continuado con la Argentina ha estado sometido, por lo tanto, a esas consideraciones y a la posibilidad de usar fuentes alternativas de abastecimientos”.

La respuesta de Anderson a Stettinius resultaría igualmente amplia y contundente, expresando en su primer párrafo, en respuesta al calificativo de “camarilla fascista” con que el Secretario de Estado había calificado al gobierno Argentino:

“(…) Estoy sinceramente de acuerdo con dicha manifestación. El actual gobierno de la Argentina no solamente no ha cooperado con las Naciones Aliadas en la resistencia contra las potencias del Eje sino que ha cortado, recientemente, sus relaciones con la Unión Panamericana”. 6

Más adelante proponía abiertamente la “imposición de sanciones económicas”, no sólo por parte de los Estados Unidos sino también por las Naciones Unidas en conjunto. Y agregaba que:

“Los Estados Unidos no tienen ninguna pendencia con el pueblo argentino. Nuestro desacuerdo es con la actual camarilla gubernativa. Comprendo plenamente que la imposición de sanciones económicas colocaría a nuestro país en la situación de tener que asegurar el suministro continuado de ciertas mercaderías a países que ahora las obtienen de la Argentina. Esto significaría sacrificios temporarios, tanto en el interior como en el exterior, pero si con ello pueden obtenerse los resultados deseados, los sacrificios no habrán sido en vano.”

“Dado lo que antecede, me permito sugerir encarecidamente que nuestro gobierno y nuestros aliados tomen medidas inmediatas para obligar al gobierno argentino a llegar a un arreglo”. 7

6 Ibidem,

p. 14.

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La situación se informaba en la nota R.E. n 59 de la Embajada Argentina en Washington, de fecha 29 de enero de 1945, de la cual ambas cartas vienen enviadas como Anexo8.

El contenido de estas cartas cambiadas fue dado a conocer en diversos órganos de prensa de los Estados unidos entre ellos el “New York Herald Tribune y el Washington Post, situación que preocuparía a las altas esferas Estadounidenses.

Dadas las condiciones en que se la consideraba, la Argentina decidiría abstenerse de participar en las reuniones de la Unión Panamericana, mientras subsistiera “el

desconocimiento del derecho argentino y la alteración del proceso de consultas”. 9

La prensa apoyaba en su mayoría la decisión del Gobierno Argentino. El día después

de comunicada esta decisión escribía el periódico El Mundo10:

“(…) esta decisión del Gobierno de Farrell puede decirse que haya sido impuesta por la política de los demás países, que siguen, de mejor o peor grado, la de los Estados Unidos”

El mencionado matutino expresaba también que la proyectada reunión de Cancilleres

americanos11 distaba mucho de presentar “un aspecto de unidad de criterio continental sobre

los temas que abordará”. Y continuaba: “Algunos países se han negado a su celebración. Otros la condicionan al desarrollo que haya de tener. Solamente Chile y algún otro Estado en buenas relaciones con la Argentina admiten incondicionalmente la iniciativa de la Casa Rosada. Y los Estados Unidos se reservan hasta el presente su decisiva opinión sobre la materia”.

8 AMREC, Buenos Aires, Ibidem, p. 3, anexos en p. 14 a 18. 9

AMREC, Buenos Aires, Organismos Internacionales, División Unión Panamericana, paquete 8, carpeta 11, 1945, “El

Gobierno Argentino decide abstenerse de participar en las reuniones de la Unión Panamericana”, Telegrama ordinario n. 50 del 10 de enero de 1945, Buenos Aires, la División Asuntos Políticos del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Embajada Argentina en Washington (sin foliar).

10 AMREC, Ibidem, Diario El Mundo, “El Gobierno Argentino decide no participar en las reuniones de la Unión Panamericana”, 13 de enero de 1945 (sin foliar).

11 El artículo se refiere claramente a la Reunión de Cancilleres que convocara la Argentina para tratar el denominado

“Problema Argentino”, conferencia que fuera rechazada por los Estados Unidos, proponiéndose en cambio la Conferencia sobre los temas de la Guerra y de la Paz, de la cual la Argentina quedaría en cambio excluida.

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Más adelante, los Estados Unidos continuarían, como era de esperarse, con su política de aislamiento para con la Argentina. A modo de ejemplo, en una oportunidad el agregado militar a la Embajada Argentina en Estados Unidos informaba al Jefe del Estado Mayor del Ejército -y éste a su vez lo hacía con el Subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto- que el Departamento de Guerra de los Estados Unidos había anunciado que el 15 de mayo se realizaría en Chicago una Conferencia sobre leyes militares, a la cual se había invitado a los representantes de Justicia del Ejército de todos los países latinoamericanos excepto Argentina. Y que interrogado el Departamento de Guerra al respecto, había expresado que “dado el estado de las relaciones diplomáticas con nuestro país

(la Argentina), no se extenderá la invitación a nosotros”.12

En los Estados Unidos -como lo dijimos antes-, el 27 de junio de 1945, Edward Stettinius renunció a su cargo y el 2 de julio se designó a James Byrnes como Secretario de Estado, quien encontraría en la persona de Spruille Braden al experto que le hacía falta ante su inexperiencia. Braden había sido enviado a la Argentina como embajador poco después del reconocimiento del gobierno de Farrell, gobierno al que consideraba como una virtual dictadura que él no vacilaría en denunciar. Y si bien el nuevo Secretario de Estado en un arrojo de principios democráticos rápidamente eligió basarse en el principio americano que sostiene que “los pueblos deben ser libres para elegir su propia forma de Gobierno, un gobierno basado en el consentimiento de los gobernados y adaptado a su propio estilo de

vida”13, Spruille Braden torcería rápidamente los principios que el joven Secretario de Estado

en su inexperiencia no sabría mantener.

Pero no se trataría sólo de denuncias, sino también de acciones concretas. A inicios de 1945 Braden persuadió al secretario auxiliar Rockefeller para que cancelara un envío de armamentos a la Argentina que había sido previsto en virtud de la Ley de Préstamo y Arriendo. El 29 de mayo Washington anunciaba que no se enviaría equipo militar a la 12 AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 7, Expte. 2, fs 25, año 1945, “Asuntos varios”, nota

del 7 de marzo de 1945, Buenos Aires, el Jefe del Estado Mayor del Ejército al Subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina, en la que se transcribe el texto de la nota recibida del Agregado Militar en la Embajada Argentina en los Estados Unidos, de fecha 5 de marzo de 1945.

13 Norman Graebner, op. cit., Capítulo 12, James F. Byrnes(1945-1947), por Richard D. Burns, de Los Angeles State

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Argentina, hasta tanto su gobierno no hubiera cumplido con los compromisos de la Conferencia de México. Hacia el invierno argentino de 1945 era evidente que se había puesto término a la política conciliatoria para con el gobierno de Farrell, y que el Departamento de Estado estadounidense estaba regresando al programa coercitivo.

Los Préstamos y Arriendos serían cancelados también para el resto de los países. En agosto el presidente Truman canceló la ayuda a todos sus Aliados, dando instrucciones a la Administración Económica para que tomara medidas para paralizar todas las operaciones bajo

préstamos y arriendos, y para que todos los contratos en este sentido fueran anulados14.

Más adelante, en septiembre, un nuevo golpe se haría sentir cuando el Gobierno de los Estados Unidos colocó a la Argentina y España en la clase de las naciones enemigas, a los efectos del inmediato comercio de posguerra. Si bien la acción no significaba en absoluto la aplicación de sanciones, se esperaba que la cosa tuviera el mismo efecto psicológico. Sin embargo, y amén del efecto psicológico, la medida significaba el no restablecimiento de la libertad de comercio, con lo cual la Argentina no podría exportar sino a favor de permisos individuales. La inclusión del país en la lista de las Naciones que no recibirían el tratamiento amistoso general se explicaba en Washington por “consideraciones políticas”. La Argentina resultaba, de esta manera, el único país excluido del restablecimiento de la normalidad comercial15.

Días mas tarde el Secretario de Comercio de los Estados Unidos Henry Wallace, opinaba que el país del norte podría duplicar sus importaciones de carnes conservadas de la Argentina, sin efecto apreciable sobre los precios de las carnes norteamericanas, pero predijo que el país no negociaría tratado de comercio recíproco alguno mientras la Argentina siguiera

teniendo un gobierno totalitario16.

Las restricciones económicas que se instauraron no fueron demasiado severas, no produciéndose tampoco bloqueo comercial alguno, en gran medida por intercesión de

14Diario La Prensa, Buenos Aires, 22 de agosto de 1945. 15Diario La Prensa, Buenos Aires, 13 de septiembre de 1945. 16Diario La Prensa, Buenos Aires, 16 de septiembre de 1945.

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empresas comerciales yanquis que tenían intereses en el mercado argentino. Sin embargo, la

prohibición de abastecer de equipo militar al gobierno de Farrell no se levantaría17.

3- Organización de la Conferencia sobre los problemas de la Guerra y de la Paz Las conversaciones de Dumbarton Oaks

Retrocediendo unos meses en el tiempo, en Enero de 1944 tenían inicio los encuentros preliminares para la Organización de la Conferencia sobre los problemas de la Guerra y de la Paz, durante los que se discutía como punto principal la estructura que debería tener la Organización Internacional que reemplazaría a la Liga de las Naciones.

Ya a fines de Diciembre, el Secretario de Estado estadounidense Cordell Hull había establecido las que según su punto de vista debían ser las ideas base para la constitución de una organización internacional para el mantenimiento de la paz y la seguridad, la cual debería

funcionar de acuerdo con las previsiones de la Carta de las Naciones Unidas18 y del punto 4 de

la Declaración de Moscú19.

Estas primeras recomendaciones establecían que debería existir :

“(…) un pequeño Consejo Ejecutivo, (…) una Asamblea General, (…) una Corte Internacional de Justicia”20,

y que las principales funciones serían las de:

17Edmund Smith, Jr., op. cit., p. 171.

18 FRUS, 1941, v. I, The American Republics, Joint statement by president Roosevelt and British Prime Minister Winston Churchill, 14 Agosto 1941, p. 367.

19 FRUS, 1943, v. I, The American Republics, p. 755. 20 FRUS,

1944, v. I, Preliminaries to the establishment of an International Organization for the maintenance of International

Peace and Security, I. Arrangements for exploratory discussions on World Security Organization, Memorandum del 29 de diciembre de 1943, Washington, el Secretario de Estado al presidente Roosevelt, p. 614.

El presidente Roosevelt daría su aprobación general a la propuesta en una reunión mantenida en la Casa Blanca el 3 de Febrero de 1944. Al respecto consultar FRUS, 1944, Ibidem, Notes on meeting of Secretary Hull with President Roosevelt at

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“establecer y mantener la paz y la seguridad, por la fuerza si fuere necesario, y (…) obtener el esfuerzo cooperativo entre las naciones a favor del desarrollo del bienestar general”.

Por otra parte, el primer propósito que se establecía era el de prevenir el uso de la fuerza en las relaciones internacionales “a excepción de las autoridades de la organización

internacional misma” 21.

Algunos meses más tarde, en las Conversaciones de Dumbarton Oaks, se discutiría en modo particular la estructura que debería tener la Organización Internacional que

reemplazaría a la Liga de las Naciones22

, y los criterios según los cuales los diferentes países

serían aceptados para formar parte de la nueva organización internacional. Sobre este tema, la China había propuesto que fueran aceptados todos los Estados e excepción de las potencias del Eje, cuanto menos hasta que las mismas no ofrecieren pruebas de estar totalmente

praparadas para cooperar con las otras naciones en paz y democracia23.

El Subsecretario estadounidense Stettinius proponía el mismo grupo de Naciones Unidas y Naciones Asociadas firmantes de la Declaración de las Naciones Unidas del 1 de

Enero de 1942 “y los otros Estados que estas naciones deseen invitar” 24.

En lo que se refiere a la Argentina, no resultaba difícil dejarla afuera, puesto que aunque había formado parte de la Liga de las Naciones, no había en cambio firmado la Carta

de las Naciones Unidas25, no había participado de ninguna de las reuniones, y por otra parte no

21 FRUS, Ibidem, p. 616. Es claro que en esta Organización Internacional, gran parte de la autoridad pertenecería sin duda

alguna a los Estados Unidos. En el citado Memorandum, p. 617, se establecía:

“The Executive Council should accordingly consist initially of: the United States of America, the United Kingdom, the Union of Soviet Socialist Republics, and Cina (…)”

22 FRUS,

1944, v. I, Preliminaries to the establishment of an International Organization for the maintenance of International

Peace and Security, II. Dumbarton Oaks Conversations, p. 713.

Iniciadas el 21 de Agosto de 1944, las Conversaciones de Dumbarton Oaks ocuparon un total de siete semanas, y se desarrollaron en dos fases: la primera (fase A), finalizada el 28 de Septiembre, se sostuvo entre los representantes de los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; la segunda (fase B), tuvo inicio el 29 de Septiembre y finalizó el 7 de Octubre, sostenida entre los representantes de los Estados Unidos, el Reino Unido y China.

23

FRUS, 1944, Ibidem, Dumbarton Oaks Conversations, p. 719.

24FRUS, 1944, Ibidem, Memorandum del 29 de agosto de 1944 y 13 de septiembre de 1944, Washington, el Subsecretario de Estado (Stettinius) al Secretario de Estado, p. 751 y 796. Para la lista completa de las Naciones participantes y de las asociadas consultar en cambiop. 757-758, Informal Minutes of Meeting N. 8 of the Joint Steering Committee held August 31

at Dumbarton Oaks (extract).

25 FRUS, 1944, Ibidem, Memorandum del 21 de Noviembre de 1944 de Mr. Henry Reiff, Especialista Legal en Organización

Internacional, Transition from the League of Nations to the New International Organization, p. 917. Puede consultarse la lista completa de las Naciones Unidas, las Naciones Asociadas y las que formaban parte de la Liga de las Naciones.

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había roto aún las relaciones con el Eje, lo cual permitiría a los Estados Unidos continuar sosteniendo que el país favorecía al Nazismo.

De todos modos, el Secretario de Estado estadounidense enfatizaba la importancia de la cooperación y refería su disgusto por el hecho de que el Gobierno Argentino se hubiera puesto “bajo presión de las fuerzas fascistas y otros elementos peligrosos en un momento tan

crítico para el Hemisferio”26.

La prensa estadounidense informaba sin embargo el día 9 de Octubre de 1944 que las Naciones Unidas estarían abiertas a la participación como estados miembros “de todos los

países amantes de la paz”27

.

En lo que respecta a la solución pacífica de conflictos, tema que sería luego el primordial tanto en Chapultepec como en San Francisco, las propuestas de Dumbarton Oaks ponían a todas las partes de un conflicto que pudiera hacer peligrar la paz, en la obligación de buscar una solución por medios pacíficos. Se mencionaban específicamente cinco métodos de procedimiento pacífico: negociación, mediación, conciliación, arbitraje y solución judicial. En caso de que las partes en conflicto no llegaran a una solución, deberían entonces someterse al Consejo de Seguridad. Pero en caso de que el Consejo decidiera que aquellas medidas que no fueran de fuerza no bastaran para mantener la paz, estaría facultado, en virtud de las Propuestas, para hacer uso de las fuerzas de tierra, mar y aire, a fin de mantener o restablecer la paz28.

26FRUS, 1944, v. I, Interest of the United States in the reaction of non-participating governments to the Dumbarton Oaks proposals, Memorandum of conversation del 16 de septiembre de 1944, el Encargado de la División del Caribe y América

Central (Cabot), p. 929.

Para los detalles sobre la preparación de la Conferencia Internacional consultar FRUS, 1944, v. I, Memorandum of

conversation, the Chief of Division of Caribbean and Central American Affairs (Cabot) del 16 de septiembre de 1944, p. 927-930.

27

FRUS, 1944, Ibidem, Informe de prensa del 9 de Octubre de 1944 del Departamento de Estado, Proposal for the Establishment of a General International Organization, p. 891.

28

AMREC, Buenos Aires, 1945, Caja 7, expte. 6, “Leyes, Resoluciones y Decretos de carácter interno y publicaciones

oficiales”, fs. 1-7, R.E. 85 del 8 de febrero de 1945, la Embajada de la República Argentina en Washington al señor Ministro Interino de Relaciones Exteriores y Culto Doctor Cesar Ameghino. Se adjunta el boletín 292 del Departamento de Estado, en el que aparece un artículo escrito por el Secretario de Estado sobre el Plan de la Conferencia de Dumbarton Oaks.

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4- Chapultepec

Conferencia Interamericana sobre los Problemas de la Guerra y de la Paz

A- Antecedentes

El 27 de Octubre de 1944 el Gobierno Argentino había solicitado a la Unión Panamericana que convocara a una nueva reunión de ministros de Relaciones Exteriores de las repúblicas americanas a fin de estudiar el problema argentino. Y a pesar de que había sido el Gobierno Argentino quien había requerido esta reunión de consulta, resultó ser justamente éste el único país que quedó fuera, convocándose en cambio una Conferencia bajo el título de “Conferencia Interamericana sobre los Problemas de la Guerra y de la Paz”.

La Cancillería Argentina había decidido proponer la convocatoria para esta reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de América para revertir el aislamiento “impuesto” por los Estados Unidos, y porque en el Gobierno Argentino se consideraba que la situación creada no era ni más ni menos que el resultado de la actitud de algunos países para con él.

Cuando el representante argentino en la Unión Panamericana, Rodolfo García Arias, presentó al presidente del Consejo de esta organización el requerimiento para la convocatoria a la que nos referíamos, de la misma manera hizo conocer a todos los gobiernos americanos la situación del Gobierno Argentino, afirmando que la misma estaba creando divisiones incompatibles con el espíritu de fraternidad existente entre las naciones unidas por la

proximidad, determinando artificialmente una atmósfera de separación29.

El requerimiento argentino tomó por sorpresa a los Estados Unidos, que pasaron inmediatamente a la ofensiva. El 28 de Octubre, el Secretario de Estado Stettinius, enviaría un

29

Juan Archibaldo Lanús,op. cit., p. 21. También consultar FRUS, 1944, v. VII, Negotiations by the United States with the

other American Republics preliminary to the Conference on problems of War and Peace, meeting at Mexico City, February-March 1945, Memorandum del Representante de la República Argentina García Arias, al Encargado del Governing Board

del la Unión Panamericana Cordell Hull, p. 31-33.

(…) the exceptional period through which the world is passing requires exceptional understanding and generosity of spirit. We are at the close of one of the most critical periods in the history of humanity. Peace and harmony, which must be its fruit, cannot be brot forth from division or rancor. The great and difficult problems which nations must solve, require the whole-hearted collaboration of all.

(…) no true and stable order can be established in the American community on the basis of the arbitrary exclusion of one of its members.

(…) In conclusion, the Argentine Government is confident that the fraternal spirit that inspires the foregoing observations will be shared by all the American Governments and that the Meeting which is proposed will serve to assure harmony and mutual respect among the nations of the Continent.

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cablegrama a todas las Representaciones de los Estados Unidos en América Latina, anunciando que, puesto que el Gobierno Estadounidense no reconocía al Gobierno de Farrell, no respondería a ninguna comunicación de la Argentina, y que por otro lado se esperaba que todas las Repúblicas Americanas evitarían cualquier respuesta directa o indirecta a la propuesta argentina, hasta tanto no se arribara a un consenso luego de intercambiar diversos

puntos de vista30

.

La respuesta del México fue casi instantánea, al igual que la de Venezuela. El subsecretario Mexicano de Asuntos Exteriores Manuel Tello consideraba necesario esperar dos o tres meses para observar la conducta argentina, pasados los cuales si la Argentina verdaderamente llevaba adelante sus promesas de cooperación con las Naciones Unidas, no habría motivo para no retomar las relaciones normales sin necesidad de convocar a la

mencionada reunión31, mientras el gobierno venezolano, en tanto, aparte de enfatizar el hecho

de que no existía objeción jurídica alguna sobre el gobierno de Farrell, se manifestaba favorable a la realización de una reunión de Cancilleres para dar a la Argentina la posibilidad

de realizar un “enmendamiento honorable”32.

También el Gobierno del Ecuador veía con benevolencia la solicitud argentina y

consideraba necesario acrecentar la armonía y la unidad continental33.

En tanto, sin embargo, el canciller mexicano continuaba intentando la posibilidad de incorporar a la Argentina a las discusiones sobre los problemas generales de la posguerra y con este fin proponía la realización de una reunión de Cancilleres el 1 de Febrero de 1945. Mientras tanto, el día 8 de Noviembre de 1944 convocaría a los Embajadores de Uruguay, Brasil y Cuba a fin de coordinar los trabajos tendientes a incorporar a la Argentina, a condición de que el Gobierno de este país respetara los acuerdos de Río de Janeiro y de esta

30 FRUS, 1944,v. VII, Negotiations by the United States with the other American Republics preliminary to the conference on problems of war and peace, meeting at Mexico City February-March (Preliminaries to Chapultepec Conference), Tel. del 29

de octubre de 1944, el Secretario de Estado actuante Stettinius a todas las Representaciones de América Latina menos a la de Argentina, p 27-28.

31 FRUS

, 1944, Ibidem, Tel. del 30 de octubre 1944 del Encargado en México Bursley al Secretario de Estado, p.28-29.

32

FRUS, 1944, v. VII, Preliminaries to Chapultepec Conference, Telegrama del 30 de octubre de 1944, el Encargado

estadounidense en México Messersmith a Stettinius, p. 28; también Tel. del 30 de octubre de 1944 del Embajador en Venezuela Corrigan al Secretario de Estado, p. 29-30.

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manera rompiera las relaciones con el Eje, y garantizara al pueblo argentino la posibilidad de

expresarse en manera libre34.

El Departamento de Estado estadounidense consideraba en cambio “insincera” la propuesta argentina, y sostenía que la discusión sobre este tema obligaría a posponer los problemas más urgentes de la posguerra. Por este motivo, el gobierno estadounidense prefería en cambio aceptar la convocatoria pero tratar el caso argentino al final de las reuniones, y por otra parte que los delegados de Buenos Aires tuvieran participación en la Conferencia sólo para el tratamiento del punto concerniente a la Argentina.

Los motivos por los cuales los Estados Unidos se oponían a la participación argentina tienen que ver particularmente con la no cooperación de la Argentina en la prosecución de la guerra contra el Eje. El Secretario de Estado actuante Stettinius estaba absolutamente convencido que el Gobierno Farrell no solamente no había cooperado con las otras repúblicas

americanas, sino que, en cambio, había ayudado al enemigo35, y por este motivo consideraba

oportuno que ningún representante de su Gobierno participara de la reunión36.

Los países latinoamericanos permanecían divididos en cuanto a las opiniones sobre este punto. Algunos, como el Brasil, Perú y Cuba, apoyaban la postura de Washington,

mientras que Venezuela, Colombia y Ecuador37, como dijimos antes, apoyaban al Gobierno

34 FRUS, 1944, v. VII, Preliminaries to Chapultepec Conference, Telegrama del 8 de Noviembre de 1944 del Embajador de

los Estados Unidos en México, Messersmith, al Secretario de Estado Stettinius, p. 39/40.

35

FRUS, 1944, v. VII, Preliminaries to Chapultepec Conference, Memorandum del 11 de Noviembre de 1944, el

Subsecretario de Estado Stettinius al presidente Franklin D. Roosevelt, p. 42. En el mismo el Subsecretario sintetizaba su posición en tres puntos fundamentales, textualmente:

1. We agree with the desirability of a meeting of the Foreign Ministers to discuss war and post-war questions but Argentina would not be invited.

2. We do not agree with the Mexican Foreign Minister’s proposal to consult with the other Governments to find a formula for the recognition of Argentina.

3. We are agreeable to the appearance of a representative of the Argentine Government after the close of the meeting on post-war problems for the sole purpose of discussing the Argentine situation.

36 FRUS, 1944, v. VII, Preliminaries to Chapultepec Conference, Tel. del 12 de noviembre de 1944, Stettinius al Embajador

de los Estados Unidos en México (Messersmith), p. 43. (…) We do not believe that a representative of the Farrell

Government should attend the meeting on war and post-war problems.

37 FRUS, 1944, Ibidem, Tel. del 1 de diciembre de 1944, el Embajador en Ecuador (Scotten) al Secretario de Estado, p. 70.

Según afirma en este telegrama, Scotten preveía que si la Conferencia se desarrollaba sin la presencia de alguna de las repúblicas (en este caso concreto se refería a la Argentina), el Pan-Americanismo fracasaría.

(15)

Argentino. También los Gobiernos de Chile38 y Uruguay39 se manifestaron de acuerdo con la convocatoria a la reunión. Panamá, por su parte, consideraba que la Argentina debería tomar parte de la Conferencia, pero sólo si el Gobierno observaba acciones que significaran un

cambio y una adecuación a los postulados de Río de Janeiro40.

A este punto, llegado el mes de Diciembre el Consejo de la Unión Panamericana no había discutido aún el pedido argentino. Mientras el representante argentino en la Unión Panamericana, Rodolfo García Arias, intentaba encontrar consenso, Ecuador proponía la

constitución de una comisión especial para discutir el “problema argentino”41, y el canciller

paraguayo Juan Horacio Chiriani pedía que una Comisión Investigadora visitara el país42.

Finalmente el 21 de Diciembre de 1944, en una reunión llevada a cabo en el Departamento de Estado en Washington se decidió convocar la Conferencia para el 1 de Febrero de 1945, como lo habían propuesto inicialmente los mexicanos, e invitar a todas las repúblicas americanas menos a la Argentina. E incluso si algunos presidentes habían manifestado que este punto era el más importante para América Latina y para el

Pan-Americanismo, el “problema argentino” fue de todas maneras pospuesto como último tema de

la Agenda de la Conferencia43.

38 FRUS,

1944, Ibidem, Memorandum of Conversation del 13 de noviembre, el Director actuante de la División de Negocios de las Repúblicas Americanas (Armour), p. 46. El Gobierno Chileno recalcaba la importancia de la discusión del caso Argentino como primer tema de la Agenda.

39 FRUS, 1944, Ibidem, Tel. del 23 de Noviembre de 1944, el Embajador en Uruguay (Dawson) al Secretario de Estado, p.

61. Ver también Tel. del 30 de Noviembre, el Embajador Dawson al Secretario de Estado, donde el Gobierno del Uruguay proponía que a los fines de considerar el caso, el Gobierno Argentino podría participar de una reunión informal entes del desarrollo de las reuniones de consulta.

40

FRUS 1944, v. VII, Preliminaries to Chapultepec Conference Tel. del 20 de Noviembre de 1944 del Embajador en

Panamá (Warren) al Secretario de Estado (Hull), p. 59.

41

FRUS 1944, Ibidem, Tel. del 7 de Diciembre de 1944, Washington, el Secretario de Estado a los Representantes

Diplomáticos de las Repúblicas Americanas, p. 75. Los Estados Unidos rechazarían la propuesta diciendo que esto sólo provocaría un retraso en las conversaciones, y consideraban en cambio que era urgente la convocatoria a una reunión de Cancilleres. Sobre este punto ver FRUS 1944, Ibidem ,Tel. del 8 de diciembre, el Secretario de Estado a los Representantes Diplomáticos en las Repúblicas Americanas menos la Argentina y El Salvador, p. 76.

42

FRUS 1944, Ibidem, Telegrama del 1 de diciembre de 1944, Washington, el Secretario de Estado estadounidense al

Embajador en México (Messersmith), p. 71.

43

FRUS 1944, Ibidem, Memorandum del 21 de Diciembre del Secretario de Estado Asistente para las Repúblicas

Americanas (Rockefeller) al Secretario de Estado, p. 82-83. Sobre la aceptación de las Repúblicas Americanas de la propuesta estadounidense ver Tel. del 30 de diciembre de 1944, Washington, el Secretario de Estado al Embajador en México (Messersmith), p. 86.

(16)

Pospuesta la reunión una y otra vez, mientras tanto el 4 de febrero de 1945, Roosevelt, Churchill y Stalin -en contra de la opinión de Churchill que había sugerido otras ciudades más apropiadas- se reunían en Yalta, en el Palacio de Livadía. Años más tarde escribiría el historiador Juan Archibaldo Lanús que esta Conferencia de Yalta conserva en la historia una “atmósfera legendaria”, por cuanto en esas desoladas planicies del Mar Negro se

jugaría en cierta forma el “reparto del mundo” 44. Las conversaciones se prolongarían hasta el

11 de Febrero, para terminar entre cenas y brindis en los mismos salones donde el zar y su familia solían pasar temporadas de descanso.

Concurrieron a Yalta Anthony Eden, Secretario de estado de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña; V.M. Molotoff, Comisario del pueblo para los Asuntos Exteriores de la URSS; Edward Stettinius (h), Secretario de Estado de los Estados Unidos. Las resoluciones en tanto están firmadas por Winston Churchill, primer ministro de Gran Bretaña; Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, y Joseph Stalin, presidente del Consejo de Comisarios del pueblo de la URSS.

Entre las resoluciones más importantes se acordó eliminar o fiscalizar las industrias alemanas que pudieren utilizarse para la producción bélica; eliminar el partido nazi, las leyes, instituciones y organizaciones nazis, terminar con todas las influencias nazis o militaristas en la administración pública y en la vida cultural y económica del pueblo germano.

Resolvieron además que se procediera al establecimiento, con el resto de los aliados, de una organización internacional para mantener la paz y la seguridad mundiales. La Resolución reza textualmente:

(…) En Dumbarton Oaks se echaron las bases para tal organización. Hemos convenido que se convocará una conferencia de las Naciones Unidas a reunirse en San Francisco, California, el 25 de abril de 1945. 45

44Juan Archibaldo Lanùs, op. cit., p. 41.

45 AMREC, Buenos Aires, Guerra Europa, Casilla 47, Expte. 618, Tomo II, 1944, “Reunión de Yalta” (sin fecha precisa ni

numeración de páginas).

(17)

En lo que respecta a la Conferencia Interamericana sobre los Problemas de la Guerra y de la Paz, finalmente y luego de haber sido postergada en tantas oportunidades, el 22 de Febrero se reunía en el Palacio de Chapultepec en Ciudad de México.

Como se explicara anteriormente, la Argentina había sido expresamente excluida. De esta manera iniciaba la nación sudamericana el año 1945, totalmente aislada de este primer encuentro de la posguerra, en el cual las otras Repúblicas Americanas definirían los puntos de lo que poco después se convertiría en un sistema inter-americano reconocido mundialmente por sus principios e instituciones.

B- La cuestión de la seguridad colectiva

Reunida finalmente en Febrero de 1945 -en el Palacio de Chapultepec- la Conferencia Interamericana sobre los problemas de la Guerra y de la Paz, uno de los principales temas de la agenda resultó ser la cuestión del fortalecimiento de la seguridad colectiva en el Hemisferio, un punto en el cual el bloque latinoamericano apoyaría con firmeza un proyecto conjunto, presentado por las delegaciones brasileña, colombiana y uruguaya.

El proyecto preveía la extensión de los compromisos interamericanos contra agresiones provenientes del exterior del continente, para que abarcaran también la agresión por parte de los Estados americanos. La delegación uruguaya, que reflejaba el temor de su gobierno ante el programa de rearme de Perón, insistía en que debía concertarse un acuerdo que estableciera “sanciones colectivas” contra todo agresor americano. El proyecto conjunto determinaba que las Repúblicas Americanas debían celebrar consultas entre sí siempre que una agresión, tanto exterior como americana, amenazara a alguna de ellas, con el objeto de concertar medidas colectivas que se adoptarían para contrarrestar la amenaza a su seguridad común. Las sanciones conjuntas que podría poner en práctica la comunidad del Nuevo Mundo comprendían desde el no reconocimiento del gobierno del estado agresor hasta el uso efectivo de la fuerza militar contra el mismo.

Se preveía además la incorporación de los principios fundamentales del proyecto conjunto, a un tratado interamericano permanente que se redactaría al término de la Segunda Guerra Mundial.

(18)

Ocurre sin embargo que un acuerdo para el uso conjunto de fuerzas militares contra un estado americano considerado agresor serviría también para abrir una puerta legal a la

intervención yanqui en América Latina. Algunos autores, como Edmund Smith46 por ejemplo,

afirman que “tan abrumador era el predominio de los Estados Unidos en el Hemisferio, que Washington consideró necesario controlar cualquier sistema de sanciones establecido en virtud de tal pacto”.

En el Acta de Chapultepec se definía la agresión, proveniente del exterior o del interior del Hemisferio, como “interferencia en el esfuerzo de guerra”, y por tanto mientras durase la guerra, el gobierno de los Estados Unidos podría cumplir las obligaciones impuestas

por el acuerdo, incluido el uso de sus fuerzas armadas, sin necesidad de aprobación47.

C- La aceptación de la Argentina

Con respecto a la Argentina, tema excluido de la agenda oficial de la Conferencia, los delegados decidieron que, si declaraba la guerra al Eje y restringía sus actividades, todas las Repúblicas Americanas retomarían oficialmente las relaciones con ella.

46Edmund Smith, Jr., op. cit, p. 158.159.

En efecto, la Resolución N° 8 del Acta de Chapultepec declara textualmente en su Parte I, incisos 3 y 4 :

3° Que todo atentado contra la integridad o la inviolabilidad del territorio, o contra la soberanía o la independencia política de un estado americano, será, de acuerdo con la parte III de este Acta, considerado como un acto de agresión contra los demás Estados que la firman. En todo caso, se considerará como un acto de agresión la invasión, por fuerzas armadas de un estado, al territorio de otro, traspasando las fronteras establecidas por tratados y demarcadas de conformidad con ellos.

4° Que en el caso de que se ejecuten actos de agresión o de que haya razones para creer que se prepara una agresión por parte de un estado cualquiera contra la integridad o la inviolabilidad del territorio, o contra la soberanía o la independencia política de un Estado americano, los estados signatarios de la presente Acta se consultarán entre sí para concertar las medidas que convenga tomar.

En tanto, en el inciso 5° se especificaba también que

« (…) los signatarios de ella reconocen que tales amenazas y actos de agresión, definidos en los párrafos tercero y cuarto, constituyen un obstáculo al esfuerzo bélico de las Naciones Unidas y exigen que se adopten dentro del alcance de sus poderes constitucionales generales y de guerra, los procedimientos que se estimen necesarios, a saber : el retiro de los jefes de misión; la ruptura de las relaciones diplomáticas; la ruptura de las relaciones consulares; la ruptura de las relaciones postales, telegráficas, telefónicas; la interrupción de las relaciones económicas, comerciales y financieras; el empleo de las fuerzas militares para evitar o repeler la agresión.

El texto completo de la Resolución VIII (Asistencia Recíproca y Solidaridad Americana) puede consultarse en el Archivo

General de la Nación (de ahora en más AGNA), Buenos Aires, Legajo 663, Cámara de Diputados de la Nación, 1948, Orden

del día 144, Comisión de Asuntos Extranjeros y de Culto, Aprobación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca enviado en revisión por el Honorable Senado de la Nación, 25 de Agosto de 1948.

(19)

El Gobierno de los Estados Unidos, en manera individual, fue más allá aún, y aseguró que si se tomaban estas medidas, estaba dispuesto incluso a utilizar su influencia para

hacer entrar a la Argentina en la inauguración de las Naciones Unidas48.

En efecto la Resolución LIX de la mencionada Acta de Chapultepec, que sintetizaba los requisitos para la Argentina, significó casi una luz verde para el régimen de Farrell.

Fue particularmente en este momento que muchos en el régimen argentino, especialmente Perón –al momento vicepresidente- comenzaron a darse cuenta de cuán aislada quedaría la Argentina luego de la victoria de los Aliados, y aunque durante toda la Guerra se había mantenido neutral, en la inminencia del inicio de la Conferencia de San Francisco, el Gobierno de Buenos Aires, especialmente empujado e influenciado por Perón, el día 27 de Marzo de 1945, declararía finalmente la Guerra a Alemania y Japón, y tomaría parte en la Conferencia.

El carácter de miembro originario de la organización había sido ya objeto de discusión en Dumbarton Oaks. Los Estados Unidos querían incluir a las Naciones Unidas y a aquéllas que, sin haber declarado la Guerra, habían por lo menos ayudado en el esfuerzo bélico.

Al inicio de las conversaciones, Roosevelt había aceptado que las repúblicas de Rusia Blanca y Ucrania fueran admitidas a las Naciones unidas, y pidió como contrapartida la conformidad para que todas las naciones asociadas que hubieren declarado la guerra antes del

1 de Mayo de 1945, fueran invitadas a la Conferencia de San Francisco49. Este requerimiento

fue aceptado por parte de Stalin, aunque esta aceptación no incluía a la Argentina.

Apenas reunida la Conferencia, el representante ruso Molotov solicitó entonces que las dos repúblicas soviéticas Rusia Blanca y Ucrania fueran admitidas a la Conferencia. Cuando se debatió la propuesta rusa, el subsecretario estadounidense Stettinius aceptó la propuesta de Molotov a condición de que se invitara también a la Argentina. De esta manera, en la reunión del comité ejecutivo, los delegados americanos votaron por la admisión.

48Alberto Conil Paz/ Gustavo Ferrari, op. cit., p. 154 49Alberto Conil Paz/ Gustavo Ferrari, op. cit., p. 156.

(20)

Pero he aquí que la comunidad latinoamericana deseaba además que el Acta de Chapultepec se incluyera en un tratado permanente tan pronto como terminara la guerra, con la Argentina como signataria del mismo, que se denominaría Pacto de Seguridad Regional. Se quería encontrar también de esta manera una solución al problema del reconocimiento del gobierno de Farrell. El bloque latinoamericano expuso con claridad su convencimiento de que un sistema regional, del cual estuviera excluida la Argentina, sería considerado insatisfactorio50.

Se trabajó por lo tanto en la elaboración de una fórmula aceptable sobre la cuestión argentina, que fue adoptada como Resolución LIX del Acta Final de la Conferencia. Esta resolución deploraba el hecho de que la Argentina, hasta ese momento, no hubiera tomado medidas “que le hubieran permitido participar en la Conferencia de México”, pero hacía notar que la unidad americana es “indivisible” y que la Argentina “siempre ha sido parte integrante

de la Unión de las Repúblicas Americanas”51.

De esta manera, la Conferencia de Chapultepec, el 8 de marzo de 1945 decidía comunicar al gobierno de Buenos Aires la voluntad de todas las Repúblicas Americanas de admitir a la Argentina a formar parte de las Naciones Unidas, voluntad que quedaba particularmente expresada en los artículos 3, 5 y 6 de la Resolución LIX:

1- “Deplora que la Nación Argentina no haya encontrado posible hasta ahora tomar las medidas que hubieran permitido su participacion en la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, con cuyas conclusiones se consolida y extiende el principio de solidaridad del Hemisferio contra toda agresión.

2- Reconoce que la unidad de los pueblos de América es indivisible y que la Nación Argentina es y ha sido siempre parte integrante de la Unión de las Repúblicas Americanas.

3- Formular sus votos por que la Nación Argentina pueda hallarse en condiciones de expresar su conformidad y adhesión a los principios y declaraciones que son frutos de la

50Edmund Smith, Jr.: op. cit., p. 161. 51Edmund Smith, Jr., op. cit., p. 161.

(21)

Conferencia de México, los cuales enriquecen el patrimonio jurídico y político del Continente y engrandecen el derecho público americano al cual en tantas ocasiones ha dado la Argentina contribución notable.

4- Renovar la declaración de que, como se estableció en La Habana, se amplió y se vigorizó en el Acta de Chapultepec, y se ha demostrado en la Asociación de las Repúblicas Americanas, como miembros de las Naciones Unidas, la Conferencia considera que una completa solidaridad y una política común entre los Estados Americanos, ante las amenazas o actos de agresión de cualquier estado Americano, son esenciales para la seguridad y la paz del Continente.

5- Declarar que el Acta Final de la Conferencia queda abierta a la adhesión de la Nación Argentina, siempre de acuerdo con el criterio de esta Resolución, y autorizar al Excmo. Sr. Lic. Ezequiel Padilla, Presidente de la Conferencia, para que comunique al Gobierno Argentino, por su conducto de la Unión Panamericana, las resoluciones de esta Asamblea”.52

Ante el peligro de quedar desplazada de la comunidad de Estados que formularía la nueva organización mundial de la posguerra, y al percibir como próximo el final de la contienda, el Gobierno de Buenos Aires decidió finalmente declarar la guerra al Eje, haciendo

efectiva su decisión en el Decreto 6945 del 27 de marzo de 194553.

Una semana después de la Declaración de Guerra, la Argentina firmaba el Acta de Chapultepec, cuya publicación ordenó el Poder Ejecutivo luego de aprobarla en Acuerdo

General de Ministros54.

La firma del Acta de Chapultepec había sido aprobada en la sesión plenaria del día 6 de marzo de 1945, y fue firmada por parte de la Argentina el 4 de abril de 1945 en el Ministerio de Relaciones Exteriores de México. Luego de la declaración de guerra, el

52

AMREC, Buenos Aires, 1945, Department of State Bulletin, U.S. Department of State, XII, 11 de marzo de 1945, 450-51, que contiene el texto completo de la Resolucion LIX. Consultar también Edmund Smith, Jr., op. cit., p. 161 ; también Juan Archibaldo Lanùs, op. cit., p. 23-24.

53Juan Archibaldo Lanús, op, cit., p. 24.

54 Se trata del Decreto 21.196/45, que incluye también la Carta de las Naciones Unidas. Consultar Juan Archibaldo Lanús, op. cit., p. 137.

(22)

Gobierno de Farrell fue reconocido por las potencias triunfantes, y la Argentina fue por ende admitida en las Naciones Unidas.

5- Pormenores y reacciones ante la Declaración de Guerra

A partir del 30 de noviembre de 1944, las relaciones diplomáticas con Buenos Aires estaban siendo gestionadas por Nelson Rockefeller, que con una táctica diferente a la de sus antecesores obtendría en tres meses lo que no se había obtenido en tres años: que la Argentina declarara la guerra al Eje. El nuevo Secretario percibió la creciente popularidad del entonces vicepresidente Perón entre las masas argentinas, las ambiciones presidencialistas del astuto coronel, y su voluntad de arribar a un acuerdo con los Estados Unidos. Fue entonces que ofreció a la Argentina el reconocimiento diplomático y el ingreso en las Naciones Unidas, a cambio de la declaración de Guerra contra el Eje y la renuncia a los intereses comerciales con Alemania. Luego de contratos y tratativas, el 27 de marzo el gobierno de Farrell tomaba la medida decisiva que, según se esperaba, traería aparejado el reconocimiento diplomático conjunto de la comunidad americana.

Es así que el decreto 6945/45 disponía la Declaración de Guerra, considerando que el Japón había agredido a los Estados Unidos en Pearl Harbour y que frente al gesto unánime de los países hermanos que concurrieron a la Conferencia de México, la Constitución Nacional autorizaba al gobierno para tomar las siguientes medidas:

1- El Gobierno de la Nación acepta la invitación que le ha sido formulada por las veinte Repúblicas Americanas participantes de la Conferencia (se refiere a la Conferencia de México) y adhiere al acta final de la misma.

2- A fin de identificar la política de la Nación con la común de las demás Repúblicas Americanas (…) declárase el estado de guerra entre la República Argentina por una parte y el Imperio de Japón por otra.

2- Declarase igualmente el estado de guerra entre la Republica Argentina y Alemania, atento al carácter de esta última de aliada del Japón.

(23)

4- Se adoptarán de inmediato las medidas necesarias al estado de beligerancia, así como las que se requieran para poner término definitivamente a toda actividad de personas, firmas y empresas, de cualquier nacionalidad, que puedan (...) interferir en el esfuerzo bélico de las Naciones Unidas o amenazar (…) la seguridad de las naciones americanas 55.

El 27 de marzo el general de Brigada Edelmiro Farrell dirigió una proclama al pueblo argentino, con motivo de la declaración de guerra en la cual declaraba que el Gobierno “ha meditado cuidadosamente estas circunstancias y entiende que la República debe responder al llamado de sus hermanas de América, solidarizándose con ellas y con las Naciones Unidas, en

su lucha contra las potencias del Eje”56.

Inmediatamente luego de la firma del Acta de Chapultepec57, Rodolfo García Arias,

embajador ante la Unión Panamericana, remitió una carta al Secretario General de esa entidad Leo S. Rowe, en la que entre otras cosas le informaba que el 4 de abril, Rodolfo Calvo, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario, había firmado en nombre de la República Argentina el Acta Final de la Conferencia de Chapultepec ante la presencia del Ministro de Relaciones Exteriores de México Manuel Padilla, el Decano del Cuerpo Diplomático embajador del Perú, Luis Fernán Cisneros, y George Messersmith, Embajador de los Estados Unidos.

55Edmund Smith, Jr., op. cit.,p. 162.

56La proclama rezaba textualmente, en uno de sus fragmentos:

“Las veinte naciones hermanas del Continente, en estado de guerra con el Eje, se reunieron en México para coordinar su aporte. Tuvieron en vista, en primer término, la felicidad de los pueblos de América, en base a la seguridad colectiva. Los acuerdos de México tienen profundas raíces en la tradición histórica y jurídica de América. Sus principios, declaraciones y recomendaciones se identifican con las ideas de nuestros libertadores, precursores de la unidad espiritual del Continente. La adhesión de la República a los referidos acuerdos internacionales significa solidarizarse con la acción de las demás repúblicas hermanas del Continente, unidas contra Alemania y Japón.

La guerra del Pacífico es una lucha que afecta a los países americanos. La prolongación de esa guerra significa para el Continente la continuación del esfuerzo bélico, con todos los perjuicios que para la economía, el bienestar y la tranquilidad de sus pueblos representa. Ante el juicio de la Historia, no es posible que algún día se reproche de egoísmo a la Argentina, porque tal sentimiento no tuvo jamás cabida en la tradición de su pueblo.

El Gobierno ha meditado cuidadosamente esas circunstancias y entiende que la República debe responder al llamado de sus hermanas de América, solidarizándose con ellas y con las Naciones Unidas, en su lucha contra el Eje.

(…) Medite el pueblo argentino y acompañe esta actitud de solidaridad americana, reafirmando su fe en los altos destinos de la Patria al invocar a Dios, fuente de toda razón y justicia.

Hoy, como en todas las horas graves de la República, al espíritu heróico ha de sumarse una ponderación de juicio, de tal magnitud que nada desoriente la inteligencia ni disminuya la calidad del sentimiento.

Todo el esfuerzo se encamina hacia la paz, la libertad y la justicia, y al aceptarse la invitación a suscribir el ActaFfinal de la Conferencia de México, se confirma que: “Cada estado es libre y soberano y ninguno podrá intervenir en los asuntos internos o externos de otros”.

El texto completo de la proclama puede consultarse en las ediciones de los días 28 y 29 de Marzo de 1945 de los diarios La Prensa y La Nación. También Juan A. Lanús, op. cit., p. 25.

(24)

Con el reconocimiento diplomático y el ingreso en las Naciones Unidas, la Argentina dejaba el aislamiento internacional en el que había estado sumergida.

Cinco días más tarde (el 9 de abril), los Estados Unidos, Gran Bretaña y todas las Repúblicas Americanas reestablecían las relaciones diplomáticas con la Argentina, aunque en la práctica este restablecimiento de relaciones sería gradual y progresivo, especialmente con

los Estados Unidos58.

El Decreto 6945, por el cual la Argentina adhería al Acta de Chapultepec y declaraba la guerra al Japón y Alemania fue posteriormente aprobado por el Congreso de la Nación en

1946, juntamente con la Carta de las Naciones Unidas59.

Así como habían sido encontradas las reacciones al respecto en el pueblo argentino, de la misma manera se enfrentarían luego las opiniones de los diferentes historiadores.

Veinticinco años después, el historiador argentino Félix Luna60 relataría cómo una

gran ola de manifestaciones callejeras y algunos artículos periodísticos como el del semanario “La Víspera”, titulado “General Farrell, queremos morir aquí” (escrito por Arturo Jauretche), eran “los últimos esfuerzos para detener la vergüenza de un acto que, de todos modos, resultaba ya inevitable”.

En efecto, el historiador considera que la declaración de guerra había sido una humillación para el gobierno de Farrell y que lo había debilitado ante la opinión pública y 58 AMREC,

Buenos Aires, 1945, Caja 7, expte. 2, “Asuntos varios”, 1945, Telegrama cifrado n. 01692 del 21 de Noviembre de 1945, Washington, el Encargado de Negocios en los Estados Unidos, Luti, al señor Ministro de Relaciones Exteriores en Buenos Aires, Cooke, fs. 111. Varios meses después, en noviembre de 1945, Braden insistía en que la política del levantamiento de la restricción de las exportaciones a la Argentina se realizaría paulatinamente, y negaba que pudiera ponerse en práctica e modo inmediato.

59 El Proyecto de Ley de aprobación del Acta Final de la Conferencia sobre Problemas de la Guerra y de la Paz y la Carta de

las Naciones Unidas se encuentran en AMREC, Buenos Aires, División Organismos Internacionales, paquete 11, carpeta 57, 1946, “Mensajes al Honorable Congreso sobre la Carta de San Francisco y el Acta Final de Chapultepec”, fs 2 a 4, el presidente Juan Perón al Honorable Congreso de la Nación, nota girada a la Comisión de Asuntos Extranjeros y de Culto del Congreso; y fs. 10, Proyecto de Ley del Senado y la Cámara de Diputados.

“Articulo 1°: Apruébanse la adhesión al Acta Final de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, concluida en la ciudad de México el 8 de Marzo de 1945, y a la Carta de las Naciones Unidas firmada en San Francisco el 26 de Junio del mismo año, ratificadas por el poder Ejecutivo el 27 de Marzo y 8 de septiembre de 1945, respectivamente”.

(25)

ante las Fuerzas Armadas, habiendo sido conducida la política internacional “sobre premisas equivocadas”, por lo que como consecuencia había desembocado “en un recurso humillante”61.

Otros autores, sin embargo, se mostrarían cierta y decididamente de acuerdo con la declaración de guerra de parte de la Argentina, por cuanto de esta manera se normalizaban las relaciones con todos los estados americanos, y se aseguraba un puesto en la inminente Conferencia de las Naciones Unidas. Tal es el caso de Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari,

quienes aseverarían textualmente62: “No cabe duda que la Argentina ganaba mucho más de

cuanto cedía”.

6- San Francisco

Luego de innumerables marchas y contramarchas, cuando las potencias aliadas y asociadas finalmente convocaron a la Conferencia de San Francisco, el Gobierno Argentino no figuraba en la lista de invitados. Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill y José Stalin habían decidido ya, en la Conferencia de Yalta, que las invitaciones sólo se cursarían a

aquellos Estados que hubieran declarado la guerra al Eje antes del 1 de Marzo de 194563.

La Argentina estaba ausente, por lo tanto, cuando se inauguraba la Conferencia de San Francisco. Era éste sin duda el gran acontecimiento político del cual iba a surgir el orden internacional que las Potencias Aliadas habían proyectado para la posguerra. Pero la batalla por la aceptación de la República Argentina se libraría enseguida.

Esta era, sin duda alguna, la cuestión más importante al menos desde el punto de vista de las Repúblicas Latinoamericanas. El bloque latinoamericano era más inflexible en esta cuestión que en ninguna otra, y la delegación de Washington hizo honor a la promesa de apoyar a la Argentina, formulada en la Conferencia de México. Como consecuencia, los Estados Unidos debieron enfrentar la violenta oposición de la Rusia Soviética al ingreso de la

61Félix Luna, El 45 (…) cit., p. 27.

62Alberto Conil Paz/ Gustavo Ferrari, op. cit, p. 155. 63Juan Archibaldo Lanús, op. cit., p. 41.

(26)

Argentina, y de este modo surgió, podríamos afirmar, la primera ruptura de la unidad de las “potencias patrocinadoras”. El choque provocado por el esfuerzo americano conjunto de apoyo para la admisión de la Argentina a la ONU reavivó la denominada “cuestión argentina”64.

A- La participación Argentina

Los Estados Unidos habían elaborado un acuerdo conjunto con Rusia según el cual se prometía el apoyo soviético del ingreso de la Argentina como retribución si los Estados Unidos aprobaban la admisión de las Repúblicas de Bielorrusia y Ucrania como miembros de la ONU. Sin embargo, la delegación rusa exigió también luego la incorporación del Gobierno Polaco de Lublìn como precio adicional, cosa que los Estados Unidos no podían aceptar puesto que se habían comprometido con Gran Bretaña a oponerse a este régimen.

De inmediato, los soviéticos desafiaron a los latinoamericanos al solicitar, el 30 de abril, que se postergara la cuestión de la admisión de la Argentina en la Conferencia, “hasta tanto los gobiernos patrocinadores puedan estudiar la situación, con el objeto de determinar si el gobierno de esa nación todavía es fascista o no”, o bien que se votara la cuestión. Las repúblicas latinoamericanas, con el apoyo de los Estados Unidos, aceptaron el desafío, obteniendo una votación a favor del ingreso de la Argentina de 31 votos contra cuatro en contra.

Esta votación provocó que algunos grupos comenzaran a diseminar propaganda que parecía imputar motivos fascistas a los Estados Unidos, Gran Bretaña, América Latina y otros

países que votaron por la admisión de la Argentina65.

Ante las violentas críticas y protestas de Molotov contra los Estados Unidos, el 28 de mayo el Secretario de Estado Stettinius formularía una declaración en la que aseguraba al 64Edmund Smith, Jr., op. cit., p. 167.

65

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 6, Expte. 16, año 1947, “Informe sobre

intervenciones llamadas doctrinas”. Consultar particularmente The Washington Post, en su edición del 12 de mayo de 1945,

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