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VI La política exterior de Perón. Se renuevan las caras del triángulo

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VI

La política exterior de Perón.

Se renuevan las caras del triángulo

“ (…) Un mundo ya dividido en dos imperialismos, fluctuantes, y un tercero disidente que delinea una “tercera posición” entre el socialismo soviético y el capitalismo yankee. Este experimento tenía un gran valor histórico porque de algún modo, alguien estaba ya intuitivamente inserto en el futuro, y preveía las consecuencias que tendría este proceso”. Félix Luna en “El 45”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1984.

No existe mejor manera para definir el trayecto de Perón en Argentina como el análisis de su política externa. Bastaría recordar que el triunfo electoral de 1946 había sido, en gran parte, la victoria del sentimiento nacionalista herido a causa de la intromisión del Departamento de Estado Norteamericano en la política interna del país. Esta situación es la que definiría posteriormente las relaciones con los Estados Unidos.

Pero había también otra cuestion a resolver, tanto para la Argentina como para los Estados Unidos. Porque si bien durante el período de guerra, el sistema soviético había sido impulsado a unirse a las potencias democráticas aliadas, único modo de contrarrestar al

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nazismo que de otra manera habría dominado incluso a Rusia entera, apenas terminada la contienda, y desaparecido el peligro común a todos los Aliados, se vio acentuada nuevamente la antigua rivalidad entre las dos potencias: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Esta polaridad impulsaria al nuevo líder argentino Juan Domingo Perón a definir su conocida teoría de la “Tercera Posición”.

Hasta aquí los elementos en juego visibles y claros. Sin embargo, es necesario también hacer notar que el tradicional triángulo diplomático en el que se había movido la Argentina durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial, un triángulo en el que los otros dos vértices eran Inglaterra y los Estados Unidos1, había dado lugar a la introducción de un cuarto vértice que muy pocos historiadores consideran en una visión de conjunto con respecto a los otros, pero que hacía ya bastante tiempo atendía su proprio juego en la República Argentina: la Alemania nazi.

1- Perón ante los Estados Unidos y el resto de América

Cuando el gobierno peronista tomó el poder, la división del mundo había sido ya decidida en Yalta, y el dominio bipartito sería re-acordado en Postdam.

No sin razón afirma el historiador argentino Félix Luna2, que toda la política internacional de Perón estaría caracterizada por la necesidad de aprovechar las ventajas que se pudieran obtener de las relaciones con los Estados Unidos, por una parte, y de su retórica de la “Tercera Posición”, por otro.

Al momento de asumir el poder, Perón tenía dos posibilidades: continuar el duelo con los Estados Unidos y contra el imperialismo anglosajón, fomentando el complot en América Latina y persiguiendo el proyecto del GOU de una hegemonía regional argentina, o bien ponerse bajo la tutela del país del Norte y aprovechar de su ayuda económico-financiera3.

1

Carlos Escudé, op. cit, p. 32 y ss, 86 y ss. La caracterización corresponde al autor, que en su obra describe muy acertadamente la situación político-diplomática de la Argentina en el momento.

2 Félix Luna, La Argentina de Perón (…) cit, p. 54 y ss.

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Peròn optaría por la segunda vía. En efecto, el discurso pronunciado durante el Acto de Proclamación de su candidatura el entonces Coronel se manifestaba dicendo4.

“No puedo terminar mis palabras sin referirme a los problemas internacionales. La base de mi actuación debe ser la defensa de la soberanía argentina, con tanta mayor energía cuanto mayor sea la grandeza de quienes intentan desconocerla, porque desprecio a los hombres y a las naciones que crecen ante los débiles y se doblegan ante los poderosos”.

Sin embargo, al referirse luego a las relaciones con el pueblo estadounidense, expresaba que a él se intentaría llegar “con una completa inteligencia”, de la misma manera que a las Naciones Unidas, con las cuales la Argentina se proponía colaborar “lealmente, pero

desde un plano de igualdad”.

Y en este sentido continuaba diciendo:

“De ahí mi oposición tenaz a las intervenciones pretendidas por el señor Braden embajador y por el señor Braden secretario adjunto, de ejecutar en la Argentina sus habilidades para dirigir la política y la economía de naciones que no son la suya”.

“El señor Braden revela muy pronto la razón de sus agresiones al Gobierno de la Revolución y a mí en particular; es que él quiere implantar en nuestro país un gobierno propio, un gobierno títere”. (…) Para facilitar su acción subordina a la prensa y a todos los medios de expresión del pensamiento; se asegura por métodos propios el apoyo de los círculos universitarios, sociales y económicos, descollando su extraordinaria habilidad de sometimiento en el campo de la política (…)”

En el mismo discurso, Perón desliga al gobierno de los Estados Unidos las responsabilidades que hace caer sobre Braden, pero lo compromete sin embargo a deshacerse de él y modificar las políticas ambiguas con respecto a la Argentina.

4

Discurso del entonces Coronel Don Juan Perón en el acto de proclamación de su candidatura, 12 de febrero de 1946. Dirección de referencia Legislativa de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Diario de Sesiones de la Honorable Asamblea Legislativa, Cámara de Senadores. Publicado en el orden del día del 4 de Junio de 1946, Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación.

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“Declaro que la intromisión del señor Braden en nuestros asuntos (…) no puede contar con el apoyo del pueblo y del gobierno de los Estados Unidos. El presidente Truman ha expresado recientemente que todos los pueblos capaces tienen el derecho de elegir sus propios gobiernos. El Senado de los Estados Unidos al aprobar el nombramiento del señor Braden para su cargo actual, estableció expresamente que no podría intervenir en las cuestiones de los países latinoamericanos, sin previa consulta. El mismo gobierno aludido reiteró hace poco la prohibición de intervenir en política de otros países a los hombres de negocios norteamericanos. (…) El proprio señor Braden alterna sus amenazas de intervención económica y militar con protestas de no intervencionismo”5.

El triunfo electoral de Perón había hecho cambiar también la línea intransigente del mismo Braden, que ya el 27 de Marzo de 1946, apenas establecidos los resultados de las urnas, había manifestado que las relaciones con la Argentina continuarían con el nuevo gobierno de Buenos Aires, y que no se aplicarían sanciones al régimen de Perón. En un memorandum de fecha 1 de Abril el Departamento de Estado norteamericano expresaba6:

“(…) Un nuevo gobierno se ha inaugurado en Argentina. El Gobierno de los Estados Unidos cree poder expresar el sentimiento de todos los gobiernos hermanos en el declarar su esperanza de que cuando el nuevo gobierno asuma el poder se reunirá el Congreso, e inmediatamente dará cumplimiento, mediante leyes concretas, a los compromisos contraídos solemnemente para con el sistema interamericano y particularmente a los asumidos por el Acta de la Conferencia Inter Americana de la Paz”.

Por otro lado, Braden había también encontrado opositores en su propio país. A fines de enero de 1946, la situación del entonces Secretario Auxiliar, el “cowboy Braden”, no era ya tan firme como antes, por cuanto los dos líderes del Congreso en lo referente a relaciones internacionales, los senadores Vandenberg y Connally7, se encargaban a menudo de

contrariarlo. El entonces Encargado de Negocios en Buenos Aires, Luti, esto hacía notar al Ministro de Relaciones Exteriores argentino Juan Cooke, agregando además:

5

Ibidem.

6Alberto Conil Paz / Gustavo Ferrari, op. cit., p. 165. 7

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Estados Unidos, Caja 8, Expte. 2, año 1946, “Política

exterior”, Nota informativa R.E. 97 del 30 de enero de 1946, Washington, el Encargado de Negocios a.i. Luti al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Juan Cooke, fs. 31-35.

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“La vacilante política del Departamento de Estado, sus afirmaciones y posterior negación en problemas como el de planes para la seguridad del Continente, hacen pensar a mucha gente que màs que una polìtica internacional, el Departamento de Estado está tratando de resolver una cuestión “personal” con la Argentina”.

Sin embargo, resaltaba también:

“Me permito hacer notar al señor Ministro que la oposición que encuentra el señor Braden en el desempeño de su cargo se debe principalmente no a una diferencia entre el objetivo que él se propone y el mantenido por sus opositores, sino a una cuestión de método o procedimiento para conseguirlo”.

Otro testimonio del descontento del propio pueblo estadounidense se encuentra en lo informado el 11 de abril por la Embajada Argentina en Washington al Ministro de Relaciones Exteriores Juan Cooke8, con referencia a un informe del secretario Manlio Zileri, en el que

analiza la actuación del Presidente Truman al cumplirse el primer año de gobierno:

“(…) El pueblo americano parece estar más satisfecho con la administración actual en lo que respecta a la conducción de los negocios exteriores del pais, aunque en ello también hay muchas críticas que se reflejan a diario en la prensa del país.

(…) La política hemisférica también ha despertado críticas y descontento que han aumentado después de las elecciones en nuestro país (se refiere a la Argentina). Es visible en el pueblo y en la prensa cierto desasosiego por esta política tan inconsistente”.

También en otra oportunidad en la que conferenciaron con el Secretario de Estado Byrnes, los senadores Connally, George, White y Austin, habían formulado violentas críticas a la política de Spruille Braden9.

Tampoco Sumner Welles estaba en todo de acuerdo con la política de los Estados Unidos, y en el mes de abril, en uno de sus discursos semanales que transmitía por radiotelefonía los domingos, había propuesto que los Estados Unidos abandonaran su

8

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 1, año 1946, “Política interna”, fs. 155 a 160, R.E. n° 403 del 11 de Abril de 1946, Washington, la Embajada de la República Argentina en Washington al señor Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Doctor Juan Cooke.

9

AMREC, Buenos Aires, Ibidem, Nota R.E. 437 del 23 de abril de 1946, Buenos Aires, el encargado de Negocios Luti al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Juan Cooke, fs. 164-174.

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“desastrosa” política interamericana, y que se convocara inmediatamente a una reunión de Ministros de Relaciones Exteriores para reparar el daño hecho “antes de que sea demasiado tarde”. En la misma oportunidad afirmó que “el Departamento de Estado violó el artículo 30 de la Carta del Atlántico, que compromete a los Estados Unidos a “respetar el derecho de todos los pueblos a elegir la forma de gobierno bajo la cual deberán vivir”10.

Por su parte Perón, cuando asumió la función el día 4 de Junio de 1946, derivaba inmediatamente al Congreso los acuerdos de Chapultepec y San Francisco, para que fueran aprobados. Esta decisión, como se dijo ya en capítulos anteriores, estaba obviamente orientada a reanudar las buenas relaciones con los Estados Unidos. Como se dijo también, aunque el entonces presidente Perón trataría de justificar discursivamente la medida, el hecho tuvo consecuencias entre los grupos nacionalistas, y el canciller Bramuglia se vio obligado a calmar los ánimos.

Con todo, y a pesar que los dos Tratados fueron finalmente aprobados tanto por el Senato como por la Cámara de Diputados, y aunque la nueva administración hacía todo lo posible por demostrar una buena disposición en la deportación de los refugiados nazis, Los Estados Unidos no parecían estar aún satisfechos, principalmente porque Perón, sin tantos escrúpulos, se había apurado por establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, e incluso sin esperar la decisión del Congreso al respecto, había invitado un embajador especial que con ese motivo llegó a Buenos Aires el 6 de Junio.

Pero poco después, y esto más bien en el orden político, a fin de reafirmar la seguridad, se firmaría el 2 de septiembre de 1947 el Tratado de Río de Janeiro, que favorecería la transformación radical de las relaciones entre los Estados Unidos y el resto del mundo, por cuanto afirmaba la solidaridad Hemisférica y creaba un sistema de seguridad colectiva contra cualquier agresión. La aceptación de todos los puntos del Tratado por parte del Gobierno Argentino ablandaría los puntos neurálgicos y favorecería el restablecimiento de las relaciones diplomáticas normales.

Sin embargo, a fines de 1948 Perón, rencoroso por las dificultades pasadas, encontraría un motivo para renovar el tradicional enfrentamiento atacando a los Estados

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Unidos. En primer lugar acusó a un ex diplomático de conspirar para dar muerte a él y a su esposa11, y poco después retiró a cinco periodistas del país del Norte el permiso para

transmitir noticias. Sin embargo, éste resultaría sólo un pequeño escollo en las relaciones diplomáticas entre los dos países, que parecían comenzar a funcionar.

En otro orden de cosas, y aunque es cierto que el éxito electoral de Febrero de 1946 en un cierto modo había significado también una victoria sobre la política de presión estadounidense, se había hecho necesario de todas maneras buscar el apoyo internacional en el resto del mundo, ya fuere en los tradicionales vínculos con Inglaterra, en las relaciones con los rusos, o bien incluso, valga decirlo, en la continuidad de una relación estrecha con los ex-tenientes y coroneles nazis, relación que nunca había sido en realidad interrumpida.

2- La “Tercera Posición” peronista

En lo que se refiere a los Estados Unidos, la política de Braden no sólo había reforzado el prestigio de Perón, aumentando su fuerza electoral, sino que sirvió también para acrecentar el sentimento enti-estadounidense en el pueblo argentino. La respuesta del nuevo presidente fue entonces la de establecer casi inmediatamente relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Esta actitud de aparente independencia es lo que definiría la elaboración de la denominada “Tercera Posición”.

En el plano internacional Perón adoptaría entonces una línea prudente y pragmática. La doctrina de la “tercera posición” por él predicada no se articula en un neutralismo ideológico, sino que tiene también como característica un decidido anticomunismo12. El

mismo Perón describía su posición como “algo entre la extrema derecha y la extrema izquierda”.

11 El presidente había acusado al ex-agregado de Cultura de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, John

Griffith, quien había ya sido expulsado de la Argentina a principios de 1948, por haber participado en una conspiración contra la seguridad del Estado. Sobre este tema se encuentra abundante documentación diplomática y recortes de periódicos en AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 36, Expte. 17 (en tres partes), año 1948, “Circular a América n° 46, a Europa n° 35, informando sobre el atentado contra el Excmo. Sr. Presidente de la Nación Juan D. Perón y su señora esposa.

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Se trataba de un intento de adecuar la política externa a través del logro de un compromiso con la Unión Soviética pero también con el mundo capitalista, mientras se intentaba mantener lejanos los peligros del socialismo, del cual Perón se mostró siempre distante. Es por este motivo que a pesar que dos días después de asumir el poder el nuevo presidente hubiese restablecido las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética como afirmación de la independencia de su política externa, tres meses después el Parlamento ratificaba también el Acta de Chapultepec, un hecho que ayudó a mejorar visiblemente las relaciones con los Estados Unidos13.

Esta “Tercera Posición” podría sin embargo entrañar diversas interpretaciones. Puede referirse a la política económica interna de Perón, como una tercera posición entre la oligarquía y los no privilegiados. Puede referirse a su acción política interna, su invalidación de todo extremismo: ni plena protección ni completa destrucción de libertades individuales, partidos políticos o principios federativos. O bien puede referirse a su política exterior, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, entre capitalismo y comunismo. Pero la tercera posición no implicaba centrismo o neutralismo, no significaba estar con ambas partes en disputa ni tampoco en una posición intermedia. Tal como lo definió el propio Perón, el justicialismo era flexible, no fijo, y podía virar a derecha o izquierda según lo requirieran las circunstancias14.

Perón supo también explotar con gran habilidad la incipiente guerra fría. Mientras empeoraban las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia durante la segunda mitad del año 1946, los servicios militares de Washington se preocupaban cada vez más ante el incremento de la influencia soviética en todo el Hemisferio. Asì lo afirmaría Perón en un discurso ante la Asamblea Legislativa15:

“Hemos practicado en todo momento una política de absoluto respeto a las soberanías extranjeras, y aún más, hemos intentado en todo momento comprender sus viscisitudes, pero

13Felix Luna, El 45 (…) cit., p. 152.

14 Harold Peterson, op. cit., v. II, 1914-1960, p. 200. El autor desarrolla un completo y crudo análisis sobre lo que considera

fue en Argentina, una dictadura que tomó el ejemplo de Mussolini, Hitler y Franco, entre otros: la época peronista.

15Discurso de apertura de Sesiones Ordinarias de la Asamblea Legislativa correspondiente a 1949. Dirección de referencia

Legislativa de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Diario de Sesiones de la Honorable Asamblea Legislativa, Cámara de Senadores, 1 de mayo de 1949, Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación.

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sin hechar jamás leña a la hoguera de sus disputas domésticas. Acaso sea éste uno de los escollos con que las Naciones Unidas han tropezado, tratando de establecer una imposible uniformidad ideológica, y desde luego, desde la agresión económica al partidismo internacional, ha sido éste uno de los serios problemas de la armonía general”.

En el mismo discurso, se refería también a las relaciones mantenidas con otras naciones:

“Hemos afianzado nuestras relaciones y convenios con los países de Europa; con unos, como Italia y España, con la cordial predisposición de afinidades de carácter substancial que hacen factible toda la rápida y afectuosa consideración de los asuntos recíprocos. Con los demás, con la esperanza indeclinable de que podemos y debemos resultarnos útiles y ayudarnos en la proporción de nuestros mutuos medios”.16

Y otro tanto decía sobre las organizaciones continentales proyectadas:

“Entendemos los problemas de la defensa continental como un todo, como una suma de los intereses comunes, pero suponemos que tal consideración no entraña disminución alguna de las soberanías ni de la independencia de los distintos países”.17

Sin embargo, recién se referiría en forma clara y directa a la Tercera Posición al describirla como “una posición distinta de la que significan el comunismo y el capitalismo”. En el discurso ante las Cámaras pronunciado el 1 de mayo de 1950 afirmaba textualmente18:

“(…) son cada vez más numerosos los hombres que no ven otra solución para lograr la paz que una tercera posición distinta de la que significan el comunismo y el capitalismo.

16

Ibidem.

17

Ibidem.

18Discurso de apertura de Sesiones Ordinarias de la Asamblea Legislativa correspondiente a 1950. Dirección de referencia

Legislativa de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Diario de Sesiones de la Honorable Asamblea Legislativa, Cámara de Senadores, 1 de mayo de 1950, Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación.

En el mismo discurso el entonces presidente se refería también a la Tercera Posición en sus aspectos político, económico y social:

(…) En el orden político, la tercera posición implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la humanidad en un sistema cooperativo de gobierno mundial

En el orden económico la tercera posición es el abandono de la economía libre y de la economía dirigida por un sistema de economía social al que se llega poniendo el capital al servicio de la economía.

Y en el orden social la tercera posición entre el individualismo y el colectivismo es la adopción de un sistema intermedio cuyo instrumento básico es la justicia social”.

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La Tercera Posición no es en manera alguna una posición de neutralidad frente a los problemas políticos, económicos y sociales del mundo contemporáneo.

Es en cambio una actitud positiva que se ofrece a la humanidad como solución de sus problemas.

Para mejor explicar su doctrina se refería al tipo de relaciones existentes en el mundo entre las dos más grandes potencias de la posguerra19:

“(…) Ambos sistemas tratan de infiltrarse mutuamente y la verdad es que ninguno de los dos ofrece al hombre perspectivas de felicidad tan elocuentes como para estar seguro de no ser infiltrado por el sistema opuesto.

“(…) En este sentido es indudable que el sistema comunista tendría mayores posibilidades de ganar el mundo occidental desde que el sistema capitalista no puede ofrecer otra doctrina que el fracasado individualismo liberal, mientras deja abiertos por otra parte los flancos, que son, fuera de los Estados Unidos, pueblos agobiados por la miseria y por el hambre, aliados por la desesperación con cualquier otro sistema que se les ofrezca”.

3- El programa exterior de Truman

y los Embajadores estadounidenses en Argentina

Teniendo en cuenta la neta bipolarización existente en 1947 entre las dos potencias emergentes de la Segunda Guerra Mundial -los Estados Unidos y la URSS-, en lo que se refiere a América Latina debe considerarse la necesidad de “seguridad hemisférica” que argüía la Administración Truman.

En los Estados Unidos existía una fuerte necesidad de tutelar el mundo occidental para proteger la propia seguridad nacional, mientras que se pretendía al mismo tempo crear un área amplia de intercambio entre América y Europa, a través de la cual condividir un mismo ideal de libertad. La amenaza a este sistema de seguridad hacía indispensable, para los Estados Unidos, la asunción de una posición fuerte contra eventuales infiltraciones de lo que se indicaba generalmente como el “movimiento comunista internacional”. Y cabe recordar

19

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que, como lo dijimos poco antes, Perón se manifestaba –aunque desde su pregonada “Tercera Posición”- más bien partidario del comunismo20.

Al tatar de hacer nuevamente suyo el espíritu panamericano y de apuntalar la crujiente estructura del sistema interamericano, la administración Truman revivía o recalcaba cuatro objetivos acariciados desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial: colaboración militar, seguridad hemisférica, estabilidad económica y solidaridad política. En cada uno de ellos centraría Washington su atención en 194721.

En lo que se refiere a la colaboración militar, aunque carente de directivas explícitas para sus operaciones, la Junta Interamericana de Defensa recomendaría el afianzamiento de las defensas continentales, mientras que el presidente Truman intentaría varios acuerdos para la Cooperación Militar Interamericana.

En cuanto al segundo punto –la Seguridad Hemisférica-, la fijación del 15 de agosto como fecha para la Conferencia de Río de Janeiro, representaba también un triunfo diplomático del presidente argentino Perón sobre Washington. Sin demandar el menor cambio en la política a la que se habían opuesto por espacio de dos años, los Estados Unidos ahora consentían en tratar a la Argentina como igual, es decir como digna de ser incluída en un pacto mutuo de seguridad22.

La exigencia de tutelar el Hemisferio Occidental de las interferencias externas se había ya puesto de manifiesto desde los primeros años de la historia estadounidense, partiendo de la Doctrina Monroe del lejano diciembre de 1823, y Washington no había cedido jamás su propia posición de liderazgo.

Justamente el Pacto de Río sería la primera aplicación empírica de la posibilidad, admitida en la Carta de San Francisco, de constituir un sistema de “defensa colectiva”, inserto en el más amplio mecanismo de resolución de las controversias de las Naciones Unidas.

20

Ver título anterior, “La Tercera Posición peronista”, en la presente página.

21Harold Peterson, op. cit., v. II, 1914-1960, p. 202.

22

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El segundo Pacto que generaría un acuerdo defensivo en lo que se refiere a Europa sería el Pacto Atlántico, firmado en 1949, que ampliaría el diseño estadounidense de aportar garantías militares a la propia zona de influencia, frente a la amenza de expansión del modelo soviético; y aumentando, al mismo tempo, la integración del sistema occidental.

La tercera de las metas que perseguía el presidente Truman, la estabilidad económica, entrañaría el más difícil y poco exitoso emprendimiento de los cuatro. Y puesto que los fondos a nivel mundial eran escasísimos, una vez más el dilema de Washington se convertiría en una oportunidad para la Argentina, que bendecida por los elevados precios de una cosecha alimentaria excelente, cabalgaba sobre la cresta de una repentina prosperidad que Perón no dejaría de aprovechar23.

Finalmente, la cuarta meta del presidente, la solidaridad política, sería resuelta en la Novena Conferencia Interamericana, que reunida en Bogotá se abocaría a la creación de la Organización de los Estados Americanos.

Pero lo más importante que resulta destacar es que todas estas metas estaban en realidad relacionadas con el objetivo primordial de controlar el comunismo, o mejor dicho la amenaza soviética como potencia que podía sobreponerse y sobrepasar a los Estados Unidos. Es en función de este objetivo primordial que el Presidente Truman, en un discurso ante el Congreso, el 12 de marzo de 1947, afirmaría y daría a conocer lo que pasaría a la historia como “doctrina Truman”, que tenía gran conexión también con la cuestión económica de la posguerra. Según lo expuesto en esa oportunidad por el presidente Truman, los Estados Unidos se reservaban el derecho de intervenir en cualquier parte del mundo donde la agresión comunista amenazara a la democracia24.

23

Harold Peterson, op, cit., p. 203.

24El Cuarto Punto de la Doctrina (Point Four Programm) concordaba, como el mismo Truman lo describe en sus Memorias,

con la política de impedir la expansión del comunismo en el mundo libre, a través de un intenso esfuerzo por llevar adelante “no sólo el idealismo de la democracia, sino también los efectos tangibles de un mejor tenor de vida” (…).

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El historiador y ensayista Sergio Bagú afirmaría que los dos términos de la ecuación sobre los que descansa la doctrina Truman surgen inequívocos: para que haya defensa de la democracia debe haber antes agresión por parte del comunismo25.

En la enunciación de su Doctrina, el presidente Truman aprovechaba también la grave situación económica mundial devenida de la Guerra, y anunciaba la nueva decisión de los Estados Unidos de “apoyar a los pueblos libres que están resistiendo el intento de ser sometidos por minorías armadas o por presiones exteriores”. La decisión de Truman tenía un objetivo politico directo: mostrar la firme actitud de Washington a Moscú en un momento en que allí se hallaba reunida la Conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores de todos los países aliados en la Guerra.

En esta conferencia, iniciada dos días antes -el 10 de marzo-, y que no finalizaría hasta el 24 de abril, gradualmente fue poniéndose de relieve que la URSS no contaba entre sus intereses prioritarios con el de propiciar una rápida reconstrucción de Europa Occidental, y mucho menos de Alemania. La Conferencia serviría también para que el General Marshall, delegado estadounidense, regresara de Moscú convencido de que si los Estados Unidos no ayudaban, toda Europa podía quedar dentro de la esfera de intereses de la URSS26.

Al asumir el General Marshall como Secretario de Estado en los Estados Unidos el 21 de enero de 1947, a raíz de la renuncia de su antecesor James Byrnes27, se expresaría ya

con respecto a la nueva política exterior del país, que en realidad no era sino en cierta forma la continuidad de los lineamientos ya marcados anteriormente. De profesión militar, Marshall llegaba al Departamento de Estado luego de cuarenta y cinco años de carrera, durante los cuales no había intervenido en absoluto en asuntos de política. Como la mayoría de los soldados, nunca había votado. No teniendo interés político alguno o asuntos en el extranjero que defender, podía trabajar sin problema alguno tanto con Demócratas como con Republicanos. En otras palabras, él seria capaz de introducir en la Secretaría de Estado la

25

Sergio Bagú, La realidad Argentina en el siglo XX. Argentina en el mundo, Fondo de Cultura Economica, Buenos Aires, 1961.

26 Ramon Tamames: El Plan Marshall. La recuperación economica de Europa Occidental, en “Los hechos politicos del siglo

XX”, Madrid, 1986, Hyspamerica, v. VII, p. 30.

27

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 36, Expte. 1, año 1947, “Política Interna”, R.E. n° 75

del 21 de enero de 1947, también 675 del 15 de noviembre de 1943, Washington, el embajador argentino Oscar Ivanissevich al Ministro de Relaciones Exteriores en Argentina doctor Juan Atilio Bramuglia, fs. 14.

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actitud de un independiente “no-partidario”, una persona en quien podrían confiar los legisladores de ambos partidos en el Congreso. Marshall no sólo fue el Secretario de Estado más notablemente no político, sino también uno de los que sustentaron mayor poder, un poder devenido particularmente de la relación que mantenía con el presidente Truman, que literalmente lo adoraba28.

Interrogado por primera vez por los representantes de la prensa, el día 7 de febrero Marshall expresó que con respecto a América la finalidad de la política exterior de los Estados Unidos era la seguridad colectiva, pero que para lograr esa seguridad el país debía permanecer armado hasta tanto no existieran dudas en el mundo sobre un próximo conflicto29.

En lo concerniente a los asuntos Latinoamericanos, el nuevo Secretario de Estado fue capaz de alivianar la tirantez entre el Departamento y el presidente argentino Perón. En 1947, en la Conferencia de Río de Janeiro, lograría una victoria diplomática notable al persuadir a los países latinoamericanos de firmar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, conocido como Pacto de Río. Luego llevaría también a buen término la Novena Conferencia Internacional de Estados Americanos en Bogotá, en abril de 194830.

Por lo referente a la Argentina, y en la esperanza de suavizar algunas de las tensiones que ya eran tradición, a partir de junio de 1947 el presidente Truman decidió tratar con Perón por medio de hombres de negocios en lugar de diplomáticos de carrera. Desde 1941, tres embajadores veteranos –Armour, Braden y Messersmith- habían cumplido fielmente con sus respectivas misiones en la esfera política, pero no habían logrado armonizar las cuestiones económicas argentino-norteamericanas.

Sobre la actuación de los embajadores Armour y Braden nos hemos explayado ya en capítulos anteriores. En cuanto a Messersmith, su gestión había sido casi podríamos decir de lo mejor.

28Norman Graebner, op. cit., Capítulo 13, George Catlett Marshall (1947-1949), por Alexander de Conde, de la University of California, p. 246.

29

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 36, Expte. 2, año 1947, “Politica externa”, R.E. n° 134, del 11 de febrero de 1947, Washington, el embajador argentino Oscar Ivanissevich al Ministro de Relaciones Exteriores en Argentina doctor Juan Atilio Bramuglia (recibido el 10 de Marzo), fs. 8 a 10.

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El Gobierno de los Estados Unidos lo había nombrado embajador después de la elección de Juan Domingo Perón como Presidente de los argentinos. Hasta ese momento Messersmith había sido representante de su país en México, y llegaría a Buenos Aires el 22 de mayo de 1946 para ocupar un cargo que se encontraba vacante desde hacía ocho meses. La actividad de Messersmith sería el anverso de la moneda de la misión que meses antes había cumplido Braden. Dejó de lado las preocupaciones vinculadas a temas emergentes de la segunda guerra, y en vez de desconfiar de la Argentina, trató mas bien de informarse y comprender su política interna e internacional. En vez de ligar sus afectos a la oposición, trató de ganar amigos en el gobierno, e intentó establecer las bases de una cooperación que removiera los obstáculos que aún impedían la normalización de las relaciones bilaterales. Intentó convencer a su gobierno de la necesidad de terminar con las medidas de hostigamiento y discriminación económica que aún persistían contra la Argentina. La posición del nuevo embajador estaría ejemplificada en un telegrama que en noviembre de 1946 enviara al Secretario de Estado31.

“(…) En realidad, nosotros no teníamos absolutamente ninguna razón para reterner los productos, excepto los de la guerra, de la Argentina después del fin del conflicto. La guerra terminó, y nosotros no hemos estado en guerra con los argentinos. Al quitar las restricciones sobre las exportaciones a la Argentina de artículos manufacturados, etc., no de materiales de guerra, no estábamos concediendo nada a Perón. Estábamos simplemente sosteniendo una política justa y correcta para nuestros intereses (…)

A diferencia de su predecesor, Messersmith trabaría amistad con el presidente Perón, quien según la mayoría de los historiadores lo apreciaba y experimentaba una gran estima por él. Pero al mismo tiempo que entablaba excelentes relaciones con la Argentina, no lograba ponerse de acuerdo con el Departamento de Estado sobre la política que debía seguir su país frente al país rioplatense. Al poco tiempo de llegar a Buenos Aires, se planteó un serio antagonismo entre él y Braden, que pronto tomó estado público32. En una oportunidad

Messersmith expresaba textualmente al secretario de Estado:

31

FRUS, 1946, v. XI, p. 310-302. Ver también Juan A. Lanus, op. cit.,p. 39.

32 Juan A. Lanús, op. cit., p. 39. El autor cita un fragmento de un cable secreto enviado por Messersmith al Secretario de

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“Hay razones para creer que desde algunas fuentes del Departamento de Estado esta siendo divulgado, por lo menos a una parte de la prensa y a algunos comentaristas, que yo “me estoy vendiendo”, que “estoy adulando a Perón”, que “estoy sacrificando principios”.

Para Messersmith el problema fundamental que debían enfrentar los Estados Unidos no era “el peligro nazi”, sino la actividad creciente de Moscú en los países de América. Otra preocupación para el embajador la constituía el aumento o mantenimiento de la influencia británica en la Argentina33.

El Embajador dejaría su cargo decepcionado porque no había podido hacer todo lo que deseaba. A fines de junio de 1947 Truman consideró que su misión había finalizado, y así lo manifiesta un Telegrama34.

Personal para el Secretario Marshall. Recibí a las 9:30 de esta mañana un telegrama urgente, junio 4, diciendo que el presidente lo había instruido para que me informara que, habiendo completado mi misión, tal como se lo anunciara a la Prensa el 3 de junio, mi renuncia es aceptada y se desea que regrese a los Estados Unidos (…)

Durante los cinco años siguientes, Truman probaría otra táctica, y tres magnates industriales tratarían de vender buena voluntad e ideas de libre empresa a los consumidores argentinos.

El primero fue James Bruce, importante ejecutivo de la National Diary Products Corporation y de la Baltimore Trust Company. Bruce no tardó en establecer relaciones de abrazos y palmadas en el hombro con Juan Perón y sus funcionarios. Luego de dos años en su misión, cedió su puesto a un viejo amigo, Stanton Griffis, propietario de las librerías Brentano e íntimamente asociado con el Madison Square Garden, la Paramount Pictures y otras actividades empresarias. El último del trío, que al igual que Griffis sirvió durante poco más de un año, fue Elsworth Bunker, presidente de la Nation Sugar Refining Company35.

33Juan A. Lanús, op. cit., p. 40. 34

FRUS, 1947, v. VIII, The American Republics, Telegrama confidencial urgente de fecha 5 de Junio de 1947, el Embajador Messersmith al Secretario de Estado, p. 201-202.

(17)

Cuando James Bruce partió en agosto de 1947 para hacerse cargo de su puesto, llevaba instrucciones del presidente Truman y del Secretario Marshall de ser “tan cordial como fuera posible con los argentinos”.

Poco después, declaraba en una entrevista conjunta con el ministro plenipotenciario de la Embajada Guy Ray, que el sentimiento antinorteamericano había desaparecido en la Argentina y que el plan para mejorar las relaciones comerciales entre ambos países estaba “marchando en forma promisoria”. En la oportunidad habló también sobre la posibilidad de formar una comisión mixta de hombres de negocios de los dos países, con el fin de lograr mejores posibilidades comerciales36.

Dos años después, al abandonar la Argentina, los periódicos peronistas saludaban al señor Bruce como a un “gran diplomático, gran amigo de la Argentina”.

4- Los movimientos de la oposición en Estados Unidos

Volviendo al tema de la amenaza soviética, valga decir que la atención de los Estados Unidos se había desplazado de la Alemania nazi a la Rusia comunista, y que por tanto se pregonaba discursivamente la lucha abierta contra el comunismo de todo tipo. Sin embargo, dentro del propio país algunos legisladores acusaban a ciertos funcionarios como decididos favorecedores del advenimiento del comunismo. Estos mismos legisladores criticaban la gestión de los Secretarios de Estado norteamericanos con respecto a la Argentina.

En efecto, Alvin O’Konski, diputado republicano por Wisconsin, daba cuenta de ello en su discurso pronunciado el 24 de Febrero de 1947 ante la Cámara de Representantes37. En

ese sentido no podemos dejar de observar la habilidad del presidente Perón, que había

36Diarios La Nación y La Prensa, Buenos Aires, 8 de octubre de 1948. 37

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 22, Expte. 4, año 1947, “Relaciones

argentino-estadounidenses”, p. 111 a 149, “Traducción del discurso que pertenece al Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América, Sesión del 24 de Febrero de 1947”, Anexo al Telegrama n° 67 (no se encuentran otros datos de referencia en el citado documento).

(18)

comenzado a ganarse a los diputados de la oposición en los Estados Unidos, y de esta manera logró suavizar las relaciones. El discurso de O’Konski comenzaba de esta manera:

“Señor Presidente, ahora que se está revelando poco a poco la política falsa y traicionera de nuestro Departamento de Estado, es obligación moral de cada miembro del Congreso estudiar detalladamente la estúpida conducta de nuestro país durante los últimos seis años, con respecto a los asuntos argentinos. Debiéramos prepararnos a fin de evitar que se repita la estupidez.

(…) La Argentina ha sido víctima de la más afrentosa campaña de calumnias durante los últimos seis años. La Argentina es el país acerca del cual han sido dichas más mentiras por la prensa de nuestro país y por funcionarios de gobierno responsables de los Estados Unidos. Todo esto a instigación y bajo la dirección de nuestro Departamento de Estado.

(…) Todo paso dado por la Argentina después de la Conferencia de Cancilleres de Río de Janeiro38 fue seguido por una denuncia de Washington, concebida en términos enérgicos.

Luego de esta afirmación, el Diputado O’Konski se explayaba en no menos de diez páginas enumerando todos los casos en que la Argentina había obrado correctamente y en cumplimiento de los compromisos asumidos, y en cambio los Estados Unidos habían hecho todo lo posible para continuar desprestigiando a sus gobiernos39.

38

Se refiere a la Conferencia del año 1942.

39La que sigue es una síntesis de los puntos que el Diputado O’Konski presentaba en su discurso:

(…) El orden ascendente de estas manifestaciones puede registrarse en la siguiente forma: primero, la Argentina no cumplió los compromisos contraídos en Río de Janeiro y, por consiguiente, no cooperaba con las demás naciones americanas. Luego, cuando la mayoría de las Repúblicas rompieron con el Eje, la abstención de la Argentina dio origen a nuevas desavenencias. Cuando la Argentina rompió con el Eje en enero de 1944, se adujo que el Gobierno Argentino se negaba a expulsar a los agentes del Eje y toleraba su presencia allí, en detrimento del resto del Hemisferio. Todo el asunto llego al frenesí cuando Farrell reemplazó a Ramírez. Su gobierno fue acusado de tendencias fascistas y de ser una amenaza para todo el Hemisferio durante el periodo de guerra, y se agregó la acusación de que la Argentina constituía una amenaza permanente para América, debido a su nazi-fascismo.

Toda concesión hecha por la Argentina tendiente hacia una mayor cooperación con las Naciones Unidas fue seguida por una nueva forma de condenación. Cuando, hacia fines de octubre de 1944, el gobierno de Buenos Aires anunció que no se continuaría permitiendo la publicación de ningún diario de tendencia totalitaria, el Departamento de Estado disparó una salva contra el peligro que representaban los armamentos de la Argentina, asegurando que la Argentina estaba realizando todos los esfuerzos posibles para crear una poderosa fuerza armada.

(…) Una segunda medida tangible adoptada por la Argentina fue la suspensión de todas las comunicaciones radiográficas, telegráficas y telefónicas con los países del Eje. Uno de los Decretos del nuevo gobiern , que se remonta al 10 de Junio de 1943 (Decreto 75/43) fue el que suspendió todas las comunicaciones cifradas o el empleo de mensajes en código hacia Alemania o Japón.

(…) En noviembre de 1942 la Embajada Norteamericana denunció la existencia de una cadena de espías en la Argentina. El agregado naval fue expulsado por su complicación en esta desagradable tarea. (…) La Argentina no sólo expulso a los ciudadanos del Eje que se consideraba indeseables, sino mediante un Decreto prohibió la utilización de visaciones a los nacionales de estos países.

(…) Una forma de ayuda más importante aún para las Naciones Unidas fue el suministro de víveres y materiales estratégicos a los Estados Unidos, Gran Bretaña y las demás repúblicas americanas.

(19)

(…) Podemos analizar esta fase del régimen existente desde varios puntos de vista. Primero, el Gobierno de Farrell mantenía el respeto a la Constitución y a los Tribunales Nacionales. (…) En segundo lugar el Poder Judicial fue dejado intacto y con sus facultades sin alterar. (…) Conviene reflexionar sobre la diferencia entre este estado de cosas y el imperante en Brasil, donde la dictadura de Vargas era infinitamente más rigurosa que la Argentina.

(…) La actitud de los Estados Unidos ha sido de ininterrumpida y no oculta hostilidad hacia el Gobierno argentino, con una aplicación constante de la peor clase de “pinchazos”. Cual ha sido la razón para ello? Qué esperaba obtener este país del antagonismo hacia la Argentina? El resto de América Latina nos ha respaldado en el esfuerzo por desterrar y aislar a la Argentina? Son estas cuestiones elementales, las que cualquier ciudadano norteamericano interesado sinceramente en conservar el enorme bien que significa la Política de Buena Vecindad que hemos conseguido en los últimos diez años, debe tratar de contestar.

(…) Ha habido solamente cuatro razones concebidas por las cuales los Estados Unidos han presionado a la Argentina durante estos años; son las siguientes: 1. Obligar a la Argentina a declarar la guerra al Eje; 2. Obligar al pueblo argentino a cambiar su gobierno mediante una revolución y poner en el mando a uno que nos gustara; 3. expulsar a los militares y reemplazarlos por civiles; 4. admitir un dominio norteamericano ilimitado sobre la vida económica de la Argentina, lo que, por inducción, significaría la expulsión de los intereses británicos y demás intereses europeos.

Si hubiéramos seguido la política de amenazas y epítetos para hacer que la Argentina declarase la guerra, entonces, lógicamente, deberíamos haber cesado cuando lo hizo. La cuestión es más importante. Hemos invitado al pueblo argentino a derrocar a su gobierno por la fuerza? Todo lo señalaba así, puesto que nuestro Departamento de Estado proclamaba que no trataría con los “hombres malos” de Buenos Aires hasta el momento en que cambiara la composición del Gobierno Argentino. Si esto no es una evidente invitación a la revolución, sería difícil encontrar una en cualquier sitio. Y el aspecto más penoso del asunto es que nos estábamos entrometiendo en los asuntos internos de otro pueblo, en la forma más evidente, directa y ultrajante. No era más que una violación definida del concepto del gobierno de facto y de la no intervención en los asuntos internos de otro pueblo.

(20)

El señor Sumner Welles, en sus buenos e ilustrativos artículos, ha frustrado este concepto. El uso de la intervención es un arma peligrosa y generalmente actúa en la forma exactamente opuesta a la que se pensaba. Fortifica al gobierno contra el cual esta dirigida; despierta el orgullo nacional del pueblo, y lo obliga, para bien o para mal, a apoyar a dicho gobierno, para que no ceda a la presión extranjera. Hemos fortalecido al gobierno de la Argentina con cada declaración emanada de Washington.

Luego analizaba las características de la Administración Farrell en Argentina y con referencia al reconocimiento de ese Gobierno argumentaba:

(…) La historia de las agitadas y tirantes relaciones argentino-estadounidenses no finaliza con el año 1944. Después de eso, se dio el reconocimiento de mala gana. Las acusaciones de influencia nazi continuaron, culminando en el Libro Azul. El General Perón se convirtió en el blanco favorito de los ataques y diatribas. A la larga, los Estados Unidos llevaron las de perder. El examen del caso argentino es indispensable para comprender la historia completa de las relaciones interamericanas. Aparte de todo lo que se ha dicho acerca de la conducta del régimen de Farrell y de lo que se podría decir acerca de Perón y el nuevo gobierno, queda la cuestión de suma importancia de si esta política de ataque frontal y presión ha producido los resultados planeados. Podríamos asumir, como argumento, que en los años pasados los gobiernos argentinos han sido tan malos como se los describía; queda el hecho de que ninguno de nuestros esfuerzos produjo el resultado que deseábamos alcanzar. No es una simple cuestión de hechos, sino de tácticas y técnicas. La historia de lo que ha ocurrido desde la Revolución de Junio de 1943 lleva a una sola conclusión: que de alguna forma, de alguna manera hemos hecho retroceder a las relaciones interamericanas en muchos, muchos años”.

Pocos días después de pronunciar este discurso, en conversaciones mantenidas con el Consejero Drago, Encargado de Negocios a.i. de la República Argentina en Estados Unidos, el diputado había expresado que “el Departamento de Estado se halla minado por los comunistas de los cuales Braden es el principal exponente”. En la misma oportunidad el diputado O’Konski había también manifestado confianza de que Braden no duraría mucho en el Departamento de Estado, y que él haría “todo lo posible para expulsar a los comunistas que manejan este Departamento”.40

40

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 22, Expte. 4, año 1947, “Relaciones

(21)

En otra oportunidad, el 13 de marzo, O’Konski iniciaría su discurso en la Cámara de Representantes41, diciendo:

(…) Today I will discuss specific individuals who have been and are employed in our State Department and who have actively participated in the Comunist Program to destroy our prestige with our neighbour South of the border.

(…) If I told you that a man born across the seas, migrated to the United States in May of 1940, and in February of 1943 was appointed Auxiliary Foreign Service Officer in our State Department at Havana, Cuba, was then stationed in Buenos Aires and finally returned to Washington D.C. with a salary of $ 8,000 per annum, as Assistant to Secretary of State Spruille Braden, you would lend me a courteous ear and not forget the entire affair. Yet, this is precisely what happened”.

Luego de esta invitante introducción, O’Konski se ocupaba de pormenorizar la historia de dos señores, de apellidos Hillman y Potofsky, quienes según argumentaba, habían ejercido una influencia enorme en el Departamento de Estado. Según lo expuesto, en 1922 Hillman había viajado a Rusia y allí había logrado el apoyo de Lenin para su Sociedad Industrial Ruso-Norteamericana, en la cual al poco tiempo colaboraría también Jacob Potofsky. Las pruebas -decía- indicaban claramente que la Sociedad industrial Ruso-Norteamericana tenía un interés político tanto como comercial en la revolución bolchevique.

Mas adelante O’Konski especificaba el hecho de que Potofsky y Hillman eran íntimos del señor Braden y del Departamento de Estado norteamericano, y que la presión ejercida especialmente por Potofsky sobre Spruille Braden había agitado en modo tal al Comintern, que había provocado una ruptura de las relaciones políticas y comerciales entre los Estados Unidos y el Gobierno de Juan Perón.

También se refería al Libro Azul sobre la Argentina, sobre el cual afirmaba que “no contiene nada, excepto pura propaganda comunista de pacotilla”, y a raíz de esto se preguntaba “cómo fuera posible esperar que la República Argentina creyera que los Estados

41 El discurso completo, en su versión original en inglés y traducido al español se encuentra en AMREC, Buenos Aires,

Divisiòn General de Asuntos Políticos, Caja 36, Expte. 1, año 1947, “Politica interna”, Departamento de traducciones, “How a notorious international comunist duped our State Department, Speech of Hon. Alvin E. O’Konski of Wisconsin, Thursday, March 13th., in House of Representativs”, fs. 90 a 111.

(22)

Unidos no deseaban dominar, cohesionar o inmiscuirse en la soberanía de cualquier nación del Hemisferio”.

5 - La Argentina y la Alemania nazista

Aunque el tema continúa siendo uno de los grandes agujeros negros –o al menos grises- del período peronista en Argentina, habiendo permanecido oculto durante mucho tiempo a los ojos de los historiadores a causa de la negación absoluta de las fuentes archivísticas necesarias para la confirmación de los datos, es evidente que durante los últimos años se ha desarrollado una fuerte corriente de investigaciones sobre la relación del Gobierno Argentino con los criminales de guerra nazis. Entre los autores que se refieren al tema, Jorge Camarasa realiza el análisis más pormenorizado de nombres de alemanes nazis transportados a la Argentina después de 1945 y durante todo el periodo peronista42.

Refiere este autor que poco después de asumir el poder, Perón dio impulso a una campaña para estimular la inmigración de personal calificado: el Gobierno mostraba un interés especial por científicos, técnicos, ingenieros e instructores militares, y había puesto a punto una estrategia para hacerlos llegar a Buenos Aires. Según el historiador, los consulados argentinos en Europa –principalmente en Suiza, España e Italia- se apoyaban en las vías de fuga puestas en práctica por la Iglesia Católica43.

El contacto y el traslado de las personas no se realizaban casi nunca en forma totalmente legal, y cuando los inmigrantes arribaban a Buenos Aires comenzaba a funcionar la denominada “Comisión Peralta”, la cual había sido constituida en 1948 con el objetivo de interrogar a las personas apenas llegadas, y evaluar la posición de quienes habían llegado ilegalmente, controlando sus actividades durante la guerra, para atribuirles confianza o hacerlos retornar inmediatamente al país de origen44.

42 Jorge Camarasa, op. cit., p. 63 y ss. 43

Jorge Camarasa, op. cit., p. 60-61.

(23)

Las pruebas documentales encontradas denuncian varios intentos por legalizar la situación de ciertos ex agentes de la S.S. Entre otros el entonces jefe de la Gestapo en Portugal, Erich Schroeder, se había esmerado en sus tramitaciones para obtener una visación de entrada en la República Argentina, pero sus intenciones fueron descubiertas45.

Se comprobó también que otros alemanes relacionados con el Nazismo continuaban viviendo relajada y tranquilamente en Argentina. Entre ellos el criminal de guerra Martín Borman, quien supuestamente residía en Posadas, Provincia de Misiones46, y German

Schuchardt, que según los archivos del Partido Nazi existentes en Alemania había sido uno de sus dirigentes en Argentina, información que había llegado a la Embajada de los Estados Unidos47.

También la oposición antiperonista en Argentina trabajaba para desenmascarar a los nazis que entraban a diario a la Argentina. La cuestión fue planteada particularmente por el Diputado del Partido Radical Silvano Santander, quien en una oportunidad pidió una explicación con respecto a la alegada presencia de por lo menos treinta alemanes, italianos y croatas importantes. En esa oportunidad ofrecía además los nombres de quienes supuestamente habían trabajado para el partido Nazi, una lista que resultó de provecho para la labor del embajador de los Estados Unidos James Bruce, quien se puso rápidamente a la tarea de comprobar quienes de los nombrados se encontraban efectivamente en Argentina48.

Sin embargo, la Argentina no estaba sola en la tarea. Porque también los Estados Unidos, amparados y cubiertos por su falsa expresa voluntad de “limpiar” al mundo del

45

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 9, Expte. 12, año 1948, “La Embajada de los Estados

Unidos solicita no se permita la entrada al pais a Erich Schroeder, ex oficial de la SS y jefe de la Gestapo en Portugal”, Nota Verbal Confidencial de fecha 18 de Junio de 1948, Buenos Aires, la Embajada de los Estados Unidos al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, fs. 3. La Embajada de los Estados Unidos en Argentina solicitó que la visa no fuera otorgada.

46

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 9, Expte. 10, año 1948, “La Embajada de los Estados

Unidos informa que en Posadas, Provincia de Misiones, reside el criminal de Guerra Aleman Martin Borman”, Nota verbal (traducción no oficial) de fecha 18 de Mayo de 1948, Buenos Aires, la Embajada de los Estados Unidos al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, fs. 2.

47

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 18, Expte. 3, año 1949, “Asuntos varios”, Nota Verbal Confidencial (no presenta fecha), Buenos Aires, la Embajada de los Estados Unidos al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, fs. 14.

48

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 19, Expte. 8 (1ra. Parte), año 1949, “Relaciones con

la República Argentina”, nota de fecha 26 de Julio de 1949, La Embajada de la República Argentina en Washington, al Ministro de Relaciones Exteriores Atilio Bramuglia (sin foliar). La información aparece en un artículo del New York Times, firmado por Milton Bracker y titulado “Grupo antiperonista trae a colación cuestión nazi”.

(24)

nazismo, ellos mismos se servían de los alemanes, al mismo tiempo que pretendían impedirlo a la Argentina.

Un artículo de la Revista “Life” de fecha 9 de diciembre de 1946, titulado “Cerebros nazis ayudan a los Estados Unidos”49, inicia afirmando:

“Aún antes de que se terminase de luchar en Europa, algunos de los mejores cerebros del equipo científico más apreciado por Hitler, desapareció de Alemania. Estos hombres, que habían hecho a su país superior a los Aliados en el campo de proyectiles guiados, supersónica, aerodinámica y balística, fueron rápidamente transportados a los países en contra de las cuales habían estado luchando.

El artículo especificaba que estos científicos nazis eran “técnicamente clasificados como empleados civiles del Departamento de Guerra de los Estados Unidos, bajo contratos cortos renovables”. Se especificaba que “no son prisioneros, y para los mejores de ellos hay posibilidades de empelarlos en un futuro a sueldo regular”. (…) Algunos de ellos salieron de Alemania escasamente a tiempo”. Y lo que es más, prueba del oportunismo exagerado de los Gobiernos estadounidenses, el artículo termina afirmando:

“Aunque las otras naciones hicieron grandes ofertas, algunas veces con éxito, por la crema de la ciencia alemana, los Estados Unidos obtuvieron bastante de lo que querían (…)”

Otro historiador y periodista, Uki Goñi50, ha logrado rescatar datos imprescindibles

para comenzar a ligar las puntas sueltas de las relaciones internacionales de la Argentina durante el período que nos ocupa.

Entre otros hechos, describe cómo en 1947 la oficina de informaciones de Perón organizó una vía de fuga en el Norte de Europa, para expatriar ilegalmente proyectistas alemanes de aéreos supersónicos nazis y hacerlos llegar a Argentina a través de Suecia y Dinamarca, para que trabajaran en el ambicioso programa aeronáutico del presidente51.

49

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 3, año 1946, “Estados Unidos. Asuntos

Varios”, fs. 410. La traducción completa del artículo viene agregada como anexo al D.R.E. secreto de fecha 22 de enero e 1947, Buenos Aires, el Director del Departamento de Relaciones Exteriores del Ministerio de Relaciones Exteriores Argentino al señor Director de Defensa Nacional, Coronel Juan José Tasso.

50

Uki Goñi, Operazione Odessa (…) cit., p. 172 y ss.

(25)

Explica también las características de la apertura de una oficina clandestina en Suiza con el objetivo de reclutar “técnicos” alemanes para emplearlos en el desarrollo de proyectos militares argentinos. Esto efectivamente contaba con el apoyo de funcionarios antisemitas del gobierno suizo52. El autor se refiere también a los numerosísimos acuerdos llevados a cabo en

este sentido entre el entonces presidente Perón y la Iglesia Católica.

Lo cierto es que el clamoroso triunfo de Perón en las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946 aplanó el camino para la masiva evacuación de nazis de Europa para su posterior alojamiento en Argentina, o al menos así lo consideraba el Gobierno de los Estados Unidos.

Prueba de ello son las advertencias y reclamos enviados de parte de la Embajada de ese país sobre personas que debían ser arrestadas y deportadas a su país de origen, tal el caso de Carl Reuter, que según las confesiones de ex-agentes alemanes en proceso se había naturalizado ciudadano argentino y trabajaba como agente pagado por los servicios de espionaje alemán, y cuyo hermano, Gerard Reuter, domiciliado en Buenos Aires, había sido el Asistente gerencial de un banco alemán53.

A fines de septiembre, el Asesor Político del Comandante de las Fuerzas de Ocupación de los Estados Unidos en Alemania informaba a la Embajada de los Estados Unidos, y por su intermedio al Ministerio Argentino de Relaciones Exteriores, sobre un plan convenido para la partida clandestina de España de ex-agentes alemanes54.

Entre tanto, el conocido jerarca nazi Rodolfo Freude tomaba el puesto en su escritorio en la Casa Rosada, donde asumía la dirección de la Oficina de Informaciones Presidencial, y

52Uki Goñi, Operazione Odessa (…) cit., p. 181. 53

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 10, Expte. 47, año 1946, “Embajada estadounidense

remite nómina de ex-agentes alemanes que pretenden penetrar clandestinamente en nuestro país”, fs. 4. La información de referencia se encuentra en un Memorando sin fecha ni firma, aparentemente enviado por la Embajada de los Estados Unidos al Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, entre los meses de septiembre y octubre (según solución de contigüidad con otros documentos que presentan fecha).

54

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 10, Expte. 47, año 1946, “Embajada estadounidense

remite nomina de ex-agentes alemanes que pretenden penetrar clandestinamente en nuestro pais”, fs. 19, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina acusa recibo de la Embajada de los Estados Unidos de América de información proveniente del Comandante de las Fuerzas de Ocupación de los Estados Unidos en Alemania, D.G.A.P. reservada, el Subsecretario de Relaciones Exteriores y Culto Luis Irigoyen, a la Embajada de los Estados Unidos, Buenos Aires, 2 de octubre de 1946.

(26)

del nuevo Centro Investigativo del Estado (CIDE). Según un ex agente de Freude interrogado por los militares que despojaron a Perón del Gobierno en 1955, la tarea de Freude en la oficina era la de recoger noticias secretas sobre actividades comunistas. De esta manera lo describe Uki Goñi55, quien afirma además que Perón estaba decidido a salvar la mayor

cantidad de nazis posible de los procesos contra crímenes de guerra, y a ese fin Freude instauró una estrecha relación con el antropólogo y escritor antisemita Santiago Peralta, que en ese momento se encontraba al frente de la Oficina de Migraciones. Ese mismo año (1946), habría sido creado a instancias de Peralta un Instituto Nacional para las etnias, encargado de prevenir la “formación de comunidades o minorías extranjeras”56.

En lo que se refiere a Freude, es claro que los Estados Unidos estaban bien al tanto de la cuestión, asegurando que éste había eludido todas las tentativas de los Aliados para deportarlo a Alemania, convirtiéndose en ciudadano argentino. Asimismo se habia descubierto que Freude tenía una fortuna de por lo menos 20 millones de pesos, y se creía que fuera uno de los millonarios que financiaban la campaña electoral del Coronel Perón57.

Por cierto que los Estados Unidos no estaban ajenos a estos movimientos del Gobierno Argentino, y continuaban enviando las listas de miembros del Partido Nacional Socialista alemán en Argentina, y reclamando su deportación. Mediante una nota verbal fechada el 14 de enero de 1947, la Embajada de los Estados Unidos de América refería y reclamaba información sobre las Notas Verbales de fechas 30 de Julio, 9 de Septiembre y 8 de Noviembre de 1946, y remitía al Ministerio de Relaciones Exteriores una lista denominada Serie II, tomada de los archivos del partido, conteniendo los nombres de los miembros que habían regresado a Alemania58.

En otro orden de cosas, no podemos dejar de ver que el gran objetivo de la política exterior argentina después de la Revolución del 4 de junio de 1943 era la formación de un bloque de Estados sudamericanos, cuyo centro sería la Argentina. Esta política se dirigía

55 Uki Goñi, Operazione Odessa (…) cit., p. 151-153. 56

Uki Goñi, Operazione Odessa (…) cit., p. 152.

57Diario La Nación, Buenos Aires, 1 de Febrero de 1946. 58

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 8, Expte. 3, año 1946, “Estados Unidos. Asuntos Varios”, Nota Verbal de fecha 14 de enero de 1947, Buenos Aires, la Embajada de los Estados Unidos al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina, fs. 363.

(27)

principalmente contra los Estados Unidos de América y su política de buena vecindad (la solidaridad panamericana), pero al mismo tiempo intentaba congraciarse con ella.

Algunos autores, como Edmund Smith59, opinan con razón que, como Alemania

sabía que con esta situación quedaría frustrada la política de buena vecindad de los Estados Unidos de América, tenía por consiguiente sumo interés en mantener íntimas relaciones con el régimen argentino.

El régimen militar, sin embargo, en su empeño por mantener las cordiales relaciones con los Estados Unidos, intentaba hacer “buena letra”, aunque sus esfuerzos solo servían para tapar en parte las facilidades otorgadas a los alemanes refugiados en el país. Entre otras cosas el Gobierno del General Farrell había hecho deportar por decreto a más de 70 agentes del Eje, y estas deportaciones continuaron estando ya Perón en la presidencia. Entre estas personas fueron deportados agentes de la talla de Harnish, vinculado al caso Hellmuth, a quien se hizo ya referencia en capítulos anteriores.

No sólo eso, sino que además, a través del Decreto 7032/45, se había establecido que “los bienes valores y créditos de cualquier clase pertenecientes a personas de cualquier nacionalidad, residentes en el país, cuyas actividades constituyan a juicio del Poder Ejecutivo, una amenaza para la seguridad del Estado, el esfuerzo bélico de las Naciones Unidas o la paz, el bienestar y la seguridad de las Naciones Americanas, serán puestos bajo la fiscalización, custodia o administración del Consejo de Administración”. Y en virtud del mismo se disponía en el decreto 1821 de febrero de 1946 lo siguiente: “los bienes que podrán ser entregados a las personas detenidas en el momento de ser embarcadas no podrán ser otros que los de estricto uso personal, dado que los demás -de cualquier clase-, caen dentro de la interdicción establecida”60.

59

Edmund Smith, Jr., op. cit, p. 115. El autor cita el Blue Book on Argentina, del U.S Dept. of State, en p. 11-18.

60

AMREC, Buenos Aires, División General de Asuntos Políticos, Caja 33, Expte. 24, Tomo VII, año 1946, “Varios”, Nota Reservada de fecha 7 de febrero de 1946, Buenos Aires, el Jefe de la Policía Federal, General de Brigada D. Juan Filomeno Velazco al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, en la que se solicita destino para efectos secuestrados, fs. 1. Consultar también, en el mismo tomo, fs. 4 a 6, nota reservada D.A.J. 306, de fecha 14 de febrero de 1946,Buenos Aires, el Asesor Letado del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto Umberto Viñas Ibarra, en respuesta a la consulta del Jefe de Policía Federal sobre el destino para efectos secuestrados.

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