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2. Tradurre l’America.

2.3 Risemantizzare la modernità

Nel 1979 Edward Said palesa con un’attenta analisi del discorso coloniale la presunta oggettività della Storia, mettendo a fuoco l’attitudine orientalista delle narrazioni sull’altro e affermando che il colonialismo non fu solamente un fenomeno di dominazione politico economica, ma che coinvolse anche la sfera della comunicazione e del sapere, le quali furono strumentalizzate dal potere imperiale con la costruzione di immaginari sociali al fine di legittimare le azioni di conquista. Le rappresentazioni di inferiorità culturale, politica e sociale dei popoli conquistati ebbero un riverbero notevole sulle discipline sociali, artistiche e sui mezzi di comunicazione, che si propagò nelle ex-colonie di allora e continua ancora oggi nei Paesi costituitisi indipendenti, confermando la periferizzazione del Terzo Mondo anche nella dimensione culturale ed epistemica.

In effetti le proiezioni del bisogno di conquista occidentale muovono dal passato, precisamente dalle formulazioni di assiomi puntuali su cui si basa l’odierno paradigma filosofico europeo.

Per esempio quella che il filosofo colombiano Santiago Castro-Gómez chiama la prospettiva del punto zero delle filosofie eurocentriche, si origina dalla messa in discussione delle dicotomie cartesiane mente/corpo e mente/natura, costitutive di una forma di conoscenza non situata, con pretensioni di universalità e di onnipresenza.

Secondo Castro-Gómez il punto zero che si crea a partire da questi presupposti di neutralità, dà vita a una visione apparentemente oggettiva, cioè a un punto di vista che occulta e maschera la propria localizzazione, le relazioni di potere da cui si crea il sapere, che poi assurge a universale, con la pretesa di parlare desde el ojo de dios. 56

Tale strategia permette all’uomo europeo di regolarizzare la propria conoscenza, dichiarandola univoca e unica capace di arrivare a un sapere assoluto; ciò implica automaticamente lo scarto del pensiero non occidentale e la sua classificazione come inferiore e locale, insieme alla

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Cfr.: Castro-Gómez, Santiago, La Hybris del Punto Cero. Ciencia, raza e ilustración

49 diretta conseguenza di incapacità di assurgere all’universalità del sapere europeo. Il locus di enunciación isolato da Mignolo va di pari passo allo slittamento semantico del concetto di storia locale a storia globale, come la tendenza all’invisibilizzazione del punto di vista rispetto all’individuazione geopolitica dei centri di produzione del sapere. Il sapere, infatti, alle soglie dell’epoca moderna, viene prodotto presso i centri di potere, i quali a loro volta controllano i circuiti periferici, definiti irrilevanti e prescientifici, secondo Castro-Gómez:

La historia del conocimiento, tal como es representada desde el punto cero, tiene un lugar en el mapa, una geografía específica. Asia, África y América Latina, al igual que en el mapa T-O de Isidoro de Sevilla, quedan por fuera de esta cartografía y no son vistas como regiones productoras sino consumidoras del conocimiento generado en los centros.

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In merito il peruviano Aníbal Quijano pone l’accento sul fatto che l’abilità nefasta dell’Europa fu legittimare, propagare e salvaguardare l’egemonia di una particolare prospettiva storica all’interno di un nuovo assetto di forze politiche, economiche e culturali, sistematicamente consolidate dalla modernità:

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Uno dei primi esempi di mappa Orbis Terrae (mappa T-O), stampata da Guntherus Ziner, Augusta, 1472. È l'illustrazione della prima pagina del capitolo 14 delleEtimologie di Sant'Isidoro di Siviglia e rappresenta i continenti come domini dei figli di Noè: Sem-Asia, Cam-Africa, Jafet-Europa.

50 el hecho de que los europeos occidentales imaginaran ser la culminación de una trayectoria civilizatoria desde un estado de naturaleza, les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad y de su historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie. Pero puesto que al mismo tiempo atribuían al resto de la especie la pertenencia a una categoría, por naturaleza, inferior y por eso anterior, esto es, el pasado en el proceso de la especie, los europeos imaginaron también ser no solamente los portadores exclusivos de tal modernidad, sino igualmente sus exclusivos creadores y protagonistas. Lo notable de eso no es que los europeos se imaginaran y pensaran a sí mismos y al resto de la especie de ese modo -eso no es un privilegio de los europeos- sino el hecho de que fueran capaces de difundir y de establecer esa perspectiva histórica como hegemónica dentro del nuevo universo intersubjetivo del patrón mundial de poder.58

Il processo per il quale la prospettiva europea si autoproclama unica ed egemone, confermando contemporaneamente una posizione ideologicamente eurocentrica, si fonda principalmente su quello che Enrique Dussel chiama il falso mito dell’Europa, una sorta di slittamento semantico su cui si basa la storia del Vecchio Mondo.

Secondo Dussel la costruzione dell’Europa come centro storico del mondo è il prodotto di un lungo processo di articolazione mitologica che non coincide propriamente con la linea di discendenza storica diretta (mondo asiatico come preistoria europea –> Grecia –> Roma –> Europa occidentale medievale cristiana –> Europa moderna), consacrata dal Rinascimento italiano e dal Romanticismo tedesco.

Il filosofo afferma che questa mitologia cronologica è alimentata da un’invenzione ideologica che «rapta a la cultura griega como exclusivamente europea y occidental, y que pretende que desde la época griega y romana dichas culturas fueron centro de la historia mundial».59

58

Quijano, Aníbal, Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, p. 212

59

Dussel, Enrique, Europa, Modernidad y Eurocentrismo, p.44, en Lander Edgardo (Compilador), La colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales.

Perspectivas Latinoamericanas, Edit. CLACSO-UNESCO, Buenos Aires, 2000, pp. 41-

51 Con un’appropriazione indebita l’Europa moderna autoproclama la propria discendenza diretta dal mondo europeo mitico semita orientale, questo processo avviene grazie a una serie di slittamenti semantici fondati su altrettante deviazioni o ruberie geografiche e politico-culturali. 60

Una simile revisione della genealogia europea implica delle conseguenze profonde nell’ambito della critica alla Storia Mondiale, che secondo Dussel si concretizzano principalmente nel processo di ri-centramento

60

En primer lugar, la mitológica Europa es hija de fenicios, de un semita entonces. Esta Europa venida del Oriente es algo cuyo contenido es completamente distinto a la Europa “definitiva” (la Europa moderna). A Grecia no hay que confundirla con la futura Europa. Esta Europa futura se situaba al norte de la Macedonia, y al norte de la Magna Grecia en Italia. El lugar de la Europa futura (la “moderna”) era ocupado por lo “bárbaro” por excelencia (de manera que posteriormente, en cierta forma, usurpará un nombre que no le es propio, porque el Asia (que será provincia con ese nombre en el Imperio romano: sólo la actual Turquía) o el Africa (el Egipto) son las culturas más desarrolladas, y los griegos clásicos tienen clara conciencia de ello. El Asia y el Africa no son “bárbaras”, aunque tampoco plenamente humanas3. Lo que será la Europa “moderna” (hacia el norte y el oeste de Grecia) no es la Grecia originaria, está fuera de su horizonte, y es simplemente lo incivilizado, lo no-político, lo no-humano. Con esto queremos dejar muy claro que la diacronía unilineal Grecia-Roma-Europa es un invento ideológico de fines del siglo XVIII romántico alemán; es entonces un manejo posterior conceptual del “modelo ario”, racista. En segundo lugar, lo “Occidental” será el imperio romano que habla latín (cuya frontera oriental se sitúa aproximadamente entre la actual Croacia y Serbia), que ahora contiene al Africa del norte. Lo “Occidental” se opone a lo “Oriental”, el imperio helenista, que habla griego. En lo “Oriental” está Grecia y el “Asia” (la provincia Anatolia), y los reinos helenistas hasta los bordes del Indo, y también el Nilo ptolomaico. No hay concepto relevante de lo que se llamará Europa posteriormente. En tercer lugar, Constantinopla desde el siglo VII, el imperio romano orientalcristiano, se enfrenta al mundo árabe musulmán creciente. Es muy importante recordar que “lo griego clásico” -Aristóteles, por ejemplo- es tanto cristiano bizantino como árabe musulmán. [...] En cuarto lugar, la Europa latina medieval se enfrenta igualmente al mundo árabe-turco. [...] Europa se distingue ahora del Africa, por primera vez (ya que ésta es musulmana berebere; el Magreb), y del mundo oriental (principalmente del imperio bizantino, y de los comerciantes del Mediterráneo Oriental, del Medio Oriente). Las Cruzadas son el primer intento de la Europa latina de imponerse en el Mediterráneo Oriental. Fracasan, y con ello la Europa latina sigue siendo una cultura periférica, secundaria y aislada por el mundo turco y musulmán, que domina geopolíticamente desde Marruecos hasta Egipto, la Mesopotamia, el imperio Mogol del norte de la India, los reinos mercantiles de Malaka, hasta la isla Mindanao en Filipinas en el siglo XIII. La “universalidad” musulmana es la que llega del Atlántico al Pacífico. La Europa latina es una cultura periférica y nunca ha sido hasta ese momento “centro” de la historia; ni siquiera con el imperio romano (que por su ubicación extremadamente occidental nunca fue centro ni siquiera de la historia del continente euro - afro - asiático). Si algún imperio fue centro de la historia regional euro-asiática antes del mundo musulmán, sólo podemos remontarnos a los imperios helenistas desde los Seleusidas, Ptolomeicos, el de Antíocos, etc. Pero, de todas maneras, el helenismo no es Europa, y no alcanzó una “universalidad” tan amplia como la musulmana en el siglo XV. En quinto lugar, en el renacimiento italiano (especialmente después de la caída de Constantinopla en 1453), comienza una fusión novedosa: lo Occidental latino, se une con lo griego Oriental, y enfrenta el mundo turco, el que, olvidando el origen helenístico-bizantino del mundo musulmán, permite la siguiente ecuación falsa: Occidental = Helenístico + Romano + Cristiano. [...], Dussel Enrique, Europa,

Modernidad y Eurocentrismo, pp. 41-44, en Lander Edgardo (Compilador), La colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas, Edit. CLACSO-UNESCO, Buenos Aires, 2000, pp. 41-53.

52 della modernità, ossia l’individuazione di due concetti di modernità, uno eurocentrico, regionale e provinciale, sviluppatosi nel corso del XVIII secolo che consentì all’Europa di uscire dall’immaturità per mezzo della ragione come processo critico (Riforma, Illuminismo e Rivoluzione francese sono i processi storici che danno vita a questa emancipazione), focalizzandosi esclusivamente sull’area europea del globo e lasciando da parte il resto del mondo; e un secondo concetto di modernità che implica una visione di più ampio respiro, che segue come determinazione fondamentale l’identificazione del mondo moderno, cioè degli Stati, dei loro eserciti, delle filosofie ed economie, come centro della Storia Mondiale.

Di conseguenza non si può pensare alla Modernità e a una Storia Mondiale prima del 1492, ossia prima della scoperta dell’America. Rispetto al locus de enunciación del filosofo della liberación, la Modernità comincia quando la Spagna si costituisce centro del mondo, quando fa dell’America la sua periferia.

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Lo slittamento semantico che fa dell’origine europea un evento mitico, può essere pensato anche nel campo della letteratura. Armando Gnisci tratta l’idea di letteratura europea come

mito universale, e quindi come “sineddoche”della letteratura mondiale (intendendo quell’aspetto della sineddoche con il quale si indica la parte per il tutto). L’etimologia dell’aggettivo “universale”, presente nell’espressione “letteratura universale”, ci ricorda che “universalismo” proviene dal latino universum. Il concetto di “comune a tutti gli umani” è espresso, quindi, mediante una parola che significa il suo contrario: un unico verso. La letteratura europea (una parte delle letterature del mondo) è diventata cioè la parte rappresentativa del tutto. 61

61

Cfr.: Gnisci A., Creoli meticci migranti clandestini e ribelli, Roma, Meltemi 1998, p.90, in Sinopoli Franca, Il mito della letteratura europea, Roma, Meltemi, 1999, p.155.

53 Nel libro di Franca Sinopoli, Il mito della letteratura europea, si parla di slittamenti concettuali dell’espressione ‘letteratura universale’, fatta propria dalla letteratura europea per fondare un’identità mitica.

Secondo l’autrice «è proprio la forza del mito, infatti, che sta alla base della trasformazione del paradigma letterario europeo in paradigma “universale”, nell’accezione detta, cioè riconducente gli altri modelli

letterari alla esemplarità del proprio. Ricondurre i diversi ad unum versum».62

L’autrice mette in atto una pratica archeologica della costruzione di idea di universalità letteraria dell’Europa, simile alla genealogia del concetto di modernità riorganizzata da Dussel. Facendo questo i due studiosi palesano la costruzione dei concetti di letteratura europea e di modernità, e nel contempo cercano di richiamare l’attenzione sulla necessità di uno studio che si situi oltre il presente liquido e che sia capace di isolare e risemantizzare gli assiomi su cui si sviluppano molti degli attuali –ismi.

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