TRA REALISMO E DENUNCIA
1.2 Historia de arrabal
1.2.2 Le miserie del sobborgo
La Buenos Aires che viene mostrata in Historia de arrabal è, come si accennava, quella degli umili e dei delinquenti, la Buenos Aires dei sobborghi. In questo romanzo Gálvez descrive infatti la vita dei lavoratori delle zone povere, la cui esistenza trascorre nelle fabbriche, nel Frigorífico che mina la salute di tanti operai, nel porto visitato spesso da Linda e Daniel in occasione delle loro lunghe passeggiate da innamorati.
Una rappresentazione molto vivida dei luoghi più degradati dell’arrabal si offre al lettore quando il Chino porta via Rosalinda dalla casa paterna per rinchiuderla in una immonda stamberga:
Allí vivían, en aquella barriada de casuchas, levantadas todas sobre pilotes y construídas con tablas o con planchas de zinc. Pintadas con colores violentos, estaban ahora desteñidas y mugrientas. Distancia de medio metro, más o menos, las separaba; alguna inclinábase hacia su vecina, como hablándole. Todas eran caricaturescas. Las líneas torcidas, las tablas rotas, los colorinches, los pilares enclenques, las rareza de aquella singular arquitectura de desecho, convertían a las míseras viviendas en caricaturas trágicas. Como los mendigos o los atorrantes, que se visten con los trapos viejos de los bienhallados, así aquellas casuchas del arrabal estaban construídas con viejos e inservibles materiales de las casas de la ciudad.112
humo, los vapores producidos por el cocimiento de la carne. Pero todo esto; las asiduidades del empleado, que la molestaba haciéndole proposiciones; el no tener una hora libre en el día; y las perversidades de algunas obreras que la invidiaban porque era bonita; todo eso era preferible a la vida en el cuarto sucio y oscuro del inquilinato, soportando los golpes y las injurias de la madrastra», HA, p. 22. Ed ancora: «Para ella el trabajo fué una liberación. Antes de entrar, cada mañana, y desde que sus ojos divisaban la enorme mole blanca del Frigorífico, atenuábase su angustia interior y el espanto perpetuo de tener el Chino a su lado», ivi, p. 49.
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Ivi, p. 67.
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In quelle strade prive di pavimentazione e flagellate dalle frequenti inondazioni che interessavano l’isola, «Bodegones inmundos y covachas donde parecía imposible que pudiesen vivir seres humanos, muchas de ellas refugios de malevos, alternaban con casitas decentes, en su extrema pobreza, habitadas por los trabajadores de la isla».113
Anche questo squallido paesaggio scelto da Gálvez come scenario della sua narrazione manifesta la tendenza ad accordarsi o a contrastare, come avveniva in
Nacha Regules, con i sentimenti dei personaggi che si muovono al suo interno.
Durante una passeggiata con Daniel Forti, l’angoscia che opprime il cuore di Linda al pensiero del possibile ritorno del Chino si fonde infatti con la desolante oscurità di una strada del sobborgo: «Comenzaba a anochecer. Irala era allí una calle negra y desolada. [...] El suelo negro por el polvo de carbón. Y negras las paredes todas, y negro el aire, y más negro que todo la tristeza de Rosalinda».114
Naturalmente trova spazio nel romanzo anche la rappresentazione dei luoghi del vizio, ma la loro varietà viene in questo caso sintetizzata dalla descrizione di un solo postribolo, El Farol Rojo – probabile rappresentazione di quel famigerato Farol Colorado, realmente in funzione all’epoca, citato con frequenza da vari scrittori “postribolari”–:115
lugar próximo, frecuentado por marineros e individuos maleantes, mezcla de cinematógrafo y de prostíbulo, llamado El Farol Rojo porque ostentaba al frente un inmenso fanal de luz bermeja. Rosalinda miraba con terror a aquel lugar. El aspecto de las tristes mujeres que allí ejercían su oficio, las palabras y los gestos canallescos, las voces de los borrachos, los cantos de los marineros en lenguas inintelegibles, y, sobre todo, aquella luz trágica que ensangrentaba el suelo de la calle y las paredes de las casas vecinas, todo le infundía, supersticiosamente, visiones de crímenes. 116
113
Ivi, pp. 17-18. La Isla Maciel.
114
Ivi, p. 41.
115
Cátulo Castillo, che ne descrive dettagliatamente l’ambiente, lo definisce ad esempio come «una mancebía torva y célebre, [...] con su enjambre de mozas querendonas y la polaca “taquera”, que regentaba, con ojo de lince, la entrega de latas, correspondientes a cada “servicio”», in “Prostíbulos y prostitutas”, in AA. VV., Prostibulario, Merlin, Buenos Aires 1967, p. 23. Dell’esistenza di questo «prostíbulo, biógrafo y taberna llamado “El Farol Colorado”» dà notizia anche A. Carretero, op. cit., p. 128.
116
Questo inquietante luogo, al pari delle eleganti case d’appuntamento incontrate in
Nacha Regules, è frequentato da politici di provincia disposti ad offrire protezione
alla sua tenutaria in cambio dei favori delle ragazze. E proprio al suo interno la povera Linda subisce – per espressa volontà del Chino – la violenza di un mostruoso marinaio che presenta le caratteristiche del bruto del racconto naturalista:
Tenía algo de clown y a Linda infundíale temor. ¡Qué ojos tan chiquitos, qué boca tan torcida, qué manos enormes y peludas! La nariz, de una anchura inverosímil y chata, se doblaba hacia arriba, como las de ciertos perros. Todo el mundo se reía allí de su fealdad y ridiculez, pero él no hacía caso y seguía cantando y bebiendo y gritando como un salvaje.117
Questa raffigurazione bestiale del negro richiama nuovamente la paura ed il rifiuto del diverso che le massicce ondate migratorie susseguitesi a Buenos Aires nei decenni precedenti alla pubblicazione del libro avevano provocato negli abitanti della capitale, intellettuali inclusi.
Nel testo dedicato alla storia di Rosalinda sono descritte infine, e con maggiore precisione che in Nacha Regules, le strade che la ragazza è costretta a precorrere nell’abituale itinerario di una prostituta callejera di periferia:
Con su único vestido, sucio, gastaldo y moteado por roturas mal disimuladas, y con su ropa interior harapienta y mal oliente, no podía trabajar en Buenos Aires y ni aun en Avellaneda, comenzó a recorrer de noche la calle Facundo Quiroga, en el pueblo del Dock Sur, orillada por bares y restaurantes de mala muerte y frecuentada por marineros de todas las naciones. Cuando pudo mejorar su indumentaria, frecuentó algunas calles de Avellaneda.118
Solo dopo aver accumulato la somma necessaria a migliorare il suo aspetto ed il suo guardaroba, Linda può infatti offrire le sue “prestazioni” anche all’interno dei locali del vizio disseminati nei sobborghi della capitale:
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Ivi, pp. 62-63.
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Mejor vestida, con habilidades que antes no sospechara, para arreglarse y gustar a los hombres, Rosalinda conoció, en el sur de la ciudad, por medio de otras muchachas, varios disimulados lugares de mal vivir. [...] Así fué conociendo Rosalinda toda la ignominia de Buenos Aires.119
Persino il racconto di tali vicissitudini, tuttavia, sembra più debole e rassegnato che in Nacha Regules. L’unica cosa che in Historia de Arrabal resta dunque del precedente romanzo è la sconsolata nota di dolore – quel dolore suscitato in Gálvez dall’orribile crimine di vendere esseri umani – presente nella descrizione di El Farol Rojo, nel quale «veíase en toda su tristeza la miseria humana. Todos los vicios, y el peor de todos, que consiste en negociar sobre los instintos bestiales».120
119
Ivi, p. 67.
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