• Non ci sono risultati.

I. FAMILIARES DE DETENIDOS

1.3 Experiencia carcelaria alargada

Del otro lado del océano, la investigación de Touraut (2012) que se encuadra en la corriente de Rostaing, Schnapper y Chantraine, propone el concepto de experiencia carcelaria alargada para interpretar el modo en que los familiares por ella entrevistados viven la prisión “par de-là les murs”

(Chantraine, 2007): “la experiencia carcelaria alargada traduce la influencia que las instituciones carcelarias ejercen sobre personas que no son reclusas, como el entorno de los detenidos, y que van a probar, de manera singular, la prisión, cuya acción se extiende mas allá de sus muros y de lo que

4 Me refiero al proceso por el cual Rose y Clear no pretendían ocuparse del fenómeno del encarcelamiento masivo y, sin embargo, fue a partir de la realidad que encontraron al sondear a las personas que conformaron sus primeras muestras que hipotetizaron la existencia de relaciones entre la detención y las tasas de delito en un área determinada.

éstos encierran. La experiencia carcelaria alargada, vivida por los parientes de los detenidos es conexa y paralela a la experiencia carcelaria” (Touraut, op. cit.: 1).

Antes de comenzar con la presentación de su investigación, Touraut recurre a una explicación física que permite comprender, en gran medida, cuál es la dimensión que atribuye a la experiencia directa o inmediata que de la prisión tienen los detenidos y cómo esta se “extiende” o se “alarga” afectando, no siempre negativamente –y en esto se acerca a los resultados de Comfort (2003, 2007, 2008)–, la forma en que los familiares viven el mismo encarcelamiento. Según la autora, se trata de un fenómeno ondulatorio por el cual un punto de colisión produce ondas cuya intensidad se debilita al difundirse. Del mismo modo, los acontecimientos vividos por la persona detenida “repercuten”

sobre la vida de sus familiares y “la importancia de estas sacudidas está relacionada con la intensidad relacional que une a los actores” (op. cit.: 2).

Tratándose de una experiencia cuya extensión depende de otra, el comienzo y la finalización de ésta se encuentran directamente vinculadas, de forma tal que la experiencia alargada de los familiares comienza con la reclusión y termina con su liberación; sin embargo, las fronteras no siempre son tan claras y la autora se niega a “mensurar” la intensidad de los vínculos a partir de datos cuantitativos como la cantidad de visitas que el familiar hace al detenido.

En la investigación que aquí presento y desarrollo en los capítulos siguientes, el análisis de los prontuarios de las personas detenidas en las dos prisiones donde realicé la primer parte del campo, puso de manifiesto la importancia ordenadora que los trabajadores sociales y demás agentes del tratamiento atribuyen a la visita –mas aún si esta es frecuente y regular– que hace de ese familiar un

“referente afectivo de importancia” en la terminología característica de los informes sociales. De hecho, en los informes se destaca la presencia asidua de los familiares como una variable de importancia que permite hipotetizar un proceso de resocialización exitoso y, en aquéllos casos en que el tiempo para la liberación aún es prolongado, la presencia de los familiares de manera periódica se interpreta en términos de positiva colaboración del grupo familiar con el sostenimiento moral del detenido. Entonces, aún cuando la visita no resulte formalmente cuantificada por el grupo tratamental, el número global de éstas resulta considerado y, a título individual, el familiar visitante deviene un sujeto activo de la “recuperación” del detenido.

La posición que adopto aquí respecto del dato de las visitas se ajusta a la decisión metodológica de Durkheim (2004 [1893]) en materia de tipos de solidaridad: de forma similar, durante la realización del campo y a lo largo de esta tesis, he considerado a la visita como el “observable material” del acompañamiento familiar del detenido. Así, de manera cercana a la decisión de Touraut, no realizo una cuantificación de las visitas pero atribuyo a éstas, siguiendo los relatos de las personas que

participaron de la investigación, una importancia no menor y la capacidad de expresar materialmente una actitud familiar respecto del detenido que resulta, así, relativamente

“observable”.

Ahora bien, en la noción de experiencia carcelaria alargada según Touraut “no puede limitarse a la constatación de los perjuicios sufridos” y hasta aquí pareciera que podría establecerse un puente entre el análisis francés y la perspectiva de Comfort acerca del carácter “no solo negativo” de la prisión respecto de los familiares de las personas detenidas. Sin embargo, las diferencias son importantes entre una y otra visión: en el caso de la investigación francesa, existe el intento de captar las definiciones positivas que los actores dan a su situación y a las dificultades soportadas, debido a que se trata de una “prueba de gestión de los daños sociales que compromete la identidad social e individual de los actores” (Touraut, op. cit.: 2); en el caso de Comfort (2008), en cambio, existe una fuerte mirada hacia la literatura sociológica clásica, en este caso a Merton y Barber (op.

cit.) para interpretar las referencias de las mujeres entrevistadas a la prisión como agencia perversa de “ayuda” social recuperando la noción de ambivalencia sociológica que propusieran aquéllos autores y en un marco especial de fuerte retracción del estado social y ampliación del estado penal.

El campo realizado en la provincia de Santa Fe no indaga en la participación de la prisión o bien de la gestión de los daños que ésta causa en los familiares de las personas detenidas, como componente de la identidad de los familiares. En algunos supuestos me acerco a la idea de la ambivalencia propuesta por Merton, en particular cuando son los propios familiares quienes no se deciden a calificar la experiencia de la detención de un miembro de la familia en términos absolutamente negativos o positivos. No obstante ese acercamiento, el campo realizado con los detenidos y las detenidas de las prisiones santafesinas a lo que se suman las entrevistas con sus familiares en diversos puntos de la provincia, no se explica en términos de ambivalencia sino de asunción de roles activos que inciden en las dinámicas carcelarias.

De esta forma, la experiencia carcelaria “original” de los detenidos que supone siempre, en términos de Chantraine (2012), la titularidad de un margen de negociación extiende a sus familiares no solo la capacidad de experimentar la prisión sino también la capacidad de negociación que les es propia.

Es en esta tarea de negociación que los familiares asumen necesariamente el rol activo que tantas de las investigaciones anglosajonas y norteamericanas parecen negarles o, al menos, se trata de un aspecto completamente descuidado, excepción hecha de Comfort cuya postura, como vimos, es radicalmente distinta.