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Cuando no se quiere solicitar la visita íntima: Soledad y Poli

IV. EL EQUILIBRIO INSTITUCIONAL: la importancia de las “carpas”

4.4 Las carpas como fuente de conflictos

4.4.1 Cuando no se quiere solicitar la visita íntima: Soledad y Poli

Cuando me acerqué a hablar con Alberto no solo él había llamado mi atención al ser uno de los pocos varones entre los familiares, sino también las dos mujeres con quiénes conversaba, una de ellas se fue antes que yo entrara en contacto con el grupo y la otra era quién relataba, con un tono de voz alto como si estuviera indignada, alguna situación vivida adentro del penal. De hecho, cuando

95 Estas expresiones han sido tomadas, textualmente, en el relevamiento de los legajos (carpetas personales) de cada detenido que se encuentran protocolizados en la oficina correccional de las prisiones y que constituye material de trabajo cotidiano para el personal profesional: es allí donde se agregan y archivan los informes sociales, psicológicos y ambientales de los detenidos y, en algunos casos también, de sus familiares. Allí también se agregan los “partes disciplinarios” a partir de los cuales se califica, trimestralmente, la conducta. Por estas razones, dichos legajos tienen una importancia central en el desarrollo de la condena.

irrumpí en el grupo para presentarme, Alberto movía la cabeza como quién asiente y demuestra conocer la situación que ella contaba.

Me había llamado la atención su modo provocativo de vestir, no porque yo tuviera alguna reserva (de tipo moral) frente al modo de vestir sino porque en los alrededores de la prisión, las mujeres que esperan para entrar tienden a adoptar vestimentas de colores neutros y, fundamentalmente, que no puedan recibir el calificativo de “provocativas” y así complicar el ingreso. De hecho, Soledad se referirá en varios momentos de la entrevista a este aspecto.

Soledad: mirá, yo para venir acá vengo muy estricta vestida. Si, muy estricta. No se puede entrar así [se señala a sí misma, como ella está vestida].

Vanina: pero alguien te lo dijo expresamente?

Soledad: acá te lo dicen! [se ríe de mi pregunta] Si, yo quería venir con este vestidito y me puse abajo una calza pero, la verdad, se me notaba todo…entonces me paró una policía [empleada penitenciaria] y me dice “señora, disculpe pero usted con esas ojotas no puede entrar”, “no, no, si yo me cambio en el baño!” le dije, “ah, bueno, bueno, porque así vestida y con esas ojotas no la van a dejar entrar”

Vanina: pero las ojotas ¿por qué?

Soledad: porque dicen que las ojotas se rompen, se hace un hueco y se mete droga “ah” le digo “¿me viste cara de drogona a mi?!”, “no, madre, vos quizás que no lo hacés pero hay otras que si lo hacen…”, “ah, no, yo ni loca!” le dije! […] O, por ejemplo, vos querés entrar con este escote así y te dicen “¿pero vos qué te pensás? ¿Qué venís al baile? Entonces….

¿vos qué te creés? ¿qué porque venís así vas a estar dale que dale…? Y cosas así, viste, y esas cosas te duelen…

Después de entregar las provisiones semanales para su hijo, la esposa de Alberto regresó al grupo dónde estábamos hablando. Rápidamente acordamos que iría a su casa a visitarlos ya que estaban interesados en contarme su experiencia visitando a su hijo detenido, por primera vez en prisión, hacía ya dos años. Se fueron pero yo me quedé en el galponcito, como hacía todos los jueves –día de entrega de los alimentos y vestimentas destinadas a los detenidos– observando y en algunos casos también colaborando con familiares que llegaban por primera vez y no sabían cuál era la ventanilla a la que debían dirigirse. Durante unos minutos, conversamos con Soledad de cuestiones intrascendentes hasta que ella, adoptando una actitud directa que mantendría en cada una de las entrevistas que tuve con ella, me preguntó por qué permanecía allí si no entraba a visitar a nadie. Le

comenté sobre mi investigación y ella se mostró muy interesada por participar ya que le parecía una buena oportunidad para denunciar el estado deplorable de la comida que los detenidos recibían en los últimos meses. Su conocimiento del ambiente carcelario, sin embargo, había comenzado hace una década cuando había ido a visitar a su primo Rolo quien, actualmente, seguía detenido pero en un sector especial de la prisión, destinado a aquéllas personas que deben estar separadas del resto por motivos de “resguardo físico”.

Ella tiene 34 años, un hijo pequeño, otro adolescente y una larga historia de violencia conyugal a la que puso fin, hace un año mediante una denuncia por lesiones graves, el inicio del proceso de divorcio y la posterior reanudación de la convivencia con su marido porque éste no podía pagar un alquiler separado.

Soledad: ellos [los detenidos] no me pueden ganar a mi porque yo ya lo hice: tengo 34 años madre, yo ya la hice con mi vieja, entonces yo para darme cuenta de esas cosas soy…a mi me gusta ser viva…pero a veces nos va mal a las vivas…

Vanina: de repente te pusiste seria. ¿Por qué decís que también les va mal?

Soledad: y si…, madre, porque si yo sería viva no estaría pasando las cosas que estoy pasando, me pasan muchas cosas malas en la vida…Si, desde que me separé no es fácil…

Vanina: y por qué te separaste?

Soledad: porque no iba mas la relación, viste? El es una persona muy inteligente, muy trabajadora, no me hacía faltar nada pero lo que pasa es que es malo, entendés? Cada vez que tomaba, se perdía… Hoy lo cago a palos yo, madre, porque sino me defiendo cobro como un caballo…imagináte que mide dos metros! Si, no me dejó mano sin meter…Es que ellos te llevan a esto, madre, ellos te llevan. No reaccionaría haciéndole daño pero que lo cago a palos con lo que tengo a mano, lo cago a palos…un día estábamos y me dio con una olla en la cabeza! Conocés las ollas Essen96?, bueno, la cuadrada…pero estaba caliente porque justo yo estaba haciendo una torta y me rompió la torta y con la olla me dio en la cabeza: crak en la cabeza, me había quemado todos los dedos me acuerdo…Ahí lo denuncié.

Estuvo preso el hijo de puta. Yo tenía unos espejos, así, lindos..., me rompió todos los espejos el hijo de puta. También cobró con otra Essen. Casi tres ollas, casi lo maté también:

no me iba a romper mas nada porque le iba a cortar los dedos…Ahora el me taladra la cabeza “que por qué no me cuidó, que yo era su amor…”, y bla, bla, bla [adopta el tono de

96 Ollas Essen: un marchio di padelle fatte di un materiale stra-resistente che permette di giungere la temperatura di un forno. Il suo riferimento a queste padelle fa capire, presto, l’intensità del colpo ricevuto visto che si tratta di padelle molto pesanti.

quién no cree nada de lo que le dicen] Ahora estamos bajo juez y como el no tenía donde irse y mucha plata no tiene como para un alquiler de 800 mangos97, entonces se quedó…mi único amigo es el celular chiquito [con el que se comunica con Chicho, su novio detenido].

Este es el contexto en el cual Soledad llega, por segunda vez en su vida, a la prisión como visita:

antes de su primo, a quién continúan asociándola y por el cual “nadie la mira” como muestra del respeto por él. Diez años después vuelve a Las Flores para conocer a un detenido con quién durante meses había intercambiado mensajes de texto y llamados. A Soledad le gusta repetir lo que le han dicho sus amigas y también otros detenidos que comparten el pabellón con el, dicen que Chicho está muy enamorado”. Ella, en cambio, se resiste a definirse de ese modo pero, fundamentalmente, rechaza la idea de ser “su mujer”: tanto en la forma –es decir, no admite que el la inscriba con ese

“título” en el formulario que los detenidos tienen que completar indicando quiénes son las personas autorizadas a visitarlo– como en su fondo –esto es, se siente genuinamente molesta si él pretende proyectar con ella como si ella fuera su esposa.

Esta resistencia, amplia y definida, en los términos formales que la prisión como institución requiere, se traduce en la voluntad de no aceptar el trámite para obtener las visitas íntimas que son propias, según lo que se desprende de las entrevistas, de las “esposas” o “concubinas”, es decir, mujeres que afirman una relación con la persona detenida.

Vanina: pero ¿no es que tienen la visita en la celda?

Soledad: no, porque yo no soy su mujer, no tengo íntima con él…., no hice los trámites para la autorización…

Vanina: y por qué no los hacés?

Soledad: y para qué?

Vanina: para tener más privacidad…, poder estar en la celda…

Soledad: tengo privacidad porque yo estoy con el todas las veces que quiero, cuando yo no estoy es porque va a venir su familia. Entonces yo ahí puedo entrar y salir o estar en el patio, pero bueno, si alguna vez se diera talvez la haría…

Vanina: ah, harías el trámite entonces…

Soledad: talvez, talvez…Pero todo a su tiempo. El me dijo que lo haga pero yo le dije “yo no soy tu mujer”. Quizás hago mal porque yo veo que a los hombres no les gusta que les digan así, pero todo a su tiempo…todo tiene un tiempo, hay un tiempo para todo.

97 Mangos: pesos (dinero).

No obstante la diferencia importante que surge de describir la propia relación como noviazgo sujeto a estrictas reglas temporales a las que Poli se refiere obstinadamente, por ejemplo, calculando los meses que llevaban juntos y dudando si considerar o no como parte del noviazgo el tiempo en que no se veían En su caso, entonces, no se trata de negar la relación que no solo la vincula a Mariano sino que incluso ha determinado su mudanza a Santa Fe para estar cerca de él, pero insiste en no ser considerada “su mujer” como si la expresión denotara una relación de posesión que no está dispuesta a admitir.

Poli: ahora aparezco en la planilla como su novia…: una vergüenza!

Vanina: pero ¿por qué una vergüenza?¿vos preferías venir como “amiga”?

Poli: qué se yo…igual yo tengo una vergüenza para todo…pero si, si…aunque no se porque ahí adentro ninguno dice “mi novia”, todos dicen “mi mujer”. Yo no se si el dijo “mi mujer”…yo ya le dije “yo no soy tu mujer”

Vanina: entonces, para vos, ¿qué diferencia hay?¿cuándo pasás a ser la mujer de…?

Poli: y, cuando estás casada o tenés un hijo con la persona…antes no. No, antes no. O bueno, no se, andar ponéle seis años con alguien…yo con éste [Mariano] un año, ni un año hace, poquito hace…igual, pasó mas rapido el tiempo! Para mi, parece que hace cinco meses que estoy con el…

Vanina: pero vos tuviste que hacerte los análisis para tener la íntima? [hago esta pregunta luego que ella me relatara como transcurría el día de visita en la celda de Mariano].

Poli: no, si yo no tengo visita íntima..yo no se cómo hacen, no se cómo es pero yo no me hice nada…

Vanina: será por casualidad porque conozco personas que han tenido que hacerse los estudios para la íntima…

Poli: si, si, el me había dado toda esa información por si yo quería hacerla pero yo no tengo ganas de hacerme nada. Nunca me hice nada [se ríe]. No, yo no tengo ganas de hacerme nada…no se si ellos [el servicio penitenciario] sabe que yo tengo íntima. Saben que yo vengo a la visita y punto, pero para mi es que…como el se lleva bien con el que cuida los pabellones, le dice algo…no se, digo yo, qué se yo…El me dijo, si yo quería que tengamos todas las visitas en celda...me dijo los análisis que tenía que hacerme. Pero, de última vos vas y hacés algo si tenés ganas y si no querés, no hacés…, por un lado es mas tranquilo [que

en las carpas], la gente no está ahí viendo, qué se yo…pero yo no tengo tiempo de hacerme los análisis, estoy muy ocupada [se ríe porque antes me había explicado que hasta que no comiencen las clases no tiene nada para hacer durante el día], hacer la cola ahí, con toda la gente enferma…, no, dejáme nomás! [se ríe, nos reímos].

Estas mujeres sabían que existía un procedimiento cuyo único inconveniente radicaba en la práctica de exámenes médicos, pero por motivaciones que parecen reconducibles a la necesidad de apartarse del estigma que el detenido comunica a todo aquello que “es suyo” (Goffman, 2009), preferían transcurrir el día de visita en las carpas o en las celdas aún exponiéndose a una posible sanción que, en el caso de Poli y Mariano éste parece evitar gracias a su buena relación con el guardia.