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III. LOS QUE QUEDAN AFUERA

3.2 La visita en el plano simbólico

3.2.1 Natalia

Tiene apenas 31 años y a partir de la detención de su marido, cuando sus dos hijas María y Selene eran pequeñitas, comenzó a hacer absolutamente de todo para sobrevivir: trabajó como empleada doméstica, planchó ropa para otras familias, vendió productos de belleza puerta-a-puerta y últimamente, a partir de haber explicado a algunas familias para las que trabajaba que su marido estaba preso, algunas inmediatamente y otras en el transcurso de unas semanas, la despidieron por lo que cuando yo la conocí su única salida laboral era cortar césped a domicilio, tarea típicamente masculina en la división sexual del trabajo imperante en Santa Fe. Cuando le pregunté por qué había dicho a estas familias que su marido estaba preso sabiendo que así arriesgaba el trabajo, me respondió que era una

48 Las medidas extremas de protesta fueron dos, con fuertes secuelas para la salud de Alcides hasta el día de hoy:

primero, cuando estaba en una prisión de máxima seguridad en la provincia de Chaco, llevó adelante dos huelgas de hambre, una que duró una semana con la que consiguió ser recibido por las autoridades del penal, la otra, una “huelga seca”, es decir que no consumía ni siquiera líquidos y que le reportó serias complicaciones estomacales y hepáticas.

Pero la medida extrema que adoptó, estando en una prisión de seguridad moderada pero todavía muy lejos del domicilio familiar, fue coserse la boca durante varios días, medida con la que consiguió, finalmente, el traslado a Santa Fe donde vive su familia.

acción que le pedía (internamente) su religión. De hecho, toda la entrevista de Natalia está atravesada por su confesión evangélica y las explicaciones que Natalia se había dado a si misma a lo largo de los últimos siete años, habían pasado por el cedazo minucioso de una religión que alcanza, a diferencia de la católica, altos niveles comunitarios en los cuales las situaciones difíciles de la vida, como la detención de Javier solo podían afrontarse con el sostenimiento de otros evangélicos como ella.

Es una mujer alta y robusta, parece muy joven y tiene un largo cabello rubio. Lo que mas llama la atención en ella es su mirada serena que se altera solo cuando describe situaciones que la han indignado. Nos habíamos citado en una placita del norte de la ciudad que a ella le quedaba cerca de uno de los lugares donde estaría cortando el pasto esa mañana, pero cuando nos encontramos el calor excesivo y la tormenta en ciernes hizo que nos trasladáramos a un pequeño café, desierto a esa hora.

Natalia fue muy antipática al comienzo, esperaba de mi algún tipo de colaboración o indicación para obtener un trabajo estable o bien que la entrevista conmigo tuviese efectos inmediatos de sensibilización de la sociedad respecto de la situación de estas “familias invisibles” como ella llamaba a quienes tenían sus familiares detenidos. Si bien no fue la única de los sujetos de esta investigación que abrigó estas expectativas, si fue la única que demostró abiertamente su desilusión cuando, terminando la entrevista, respondí escuetamente a su pregunta sobre el efecto49 que su entrevista y la de otras mujeres que ella podría contactarme, podía tener en la vida de ellas como familiares y en las de los detenidos.

3.2.1.1 Asumir la distancia cultural y económica con los sujetos de la investigación

Si bien con muchas de estas mujeres establecí un lazo de amistad, forjado por los sucesivos encuentros y la mutua “confesión” de intimidades, los primeros contactos estuvieron condicionados por la disparidad evidente que se desprende, no solo de la condición de entrevista sino de los mundos culturales y sociales distintos que representábamos. Simbólicamente estuvo presente cada vez que fijábamos un lugar de encuentro, cuando decidíamos que la entrevista se hiciera en la casa de alguna de ellas y sin que yo lo pidiera, cada una de estas mujeres dedicaba largos minutos a explicarme cómo llegar o incluso establecer un punto en sus barrios, al que sería más sencillo llegar y allí esperarme50.

49 La respuesta no por vaga y escueta era insincera. De hecho, a medida que los encuentros con los familiares me fueron introduciendo en un mundo mas doloroso y violento del que había hipotetizado previamente, la pregunta por la

“utilidad” o “trascendencia” concreta de la actividad de investigación se hacía mas frecuente y volvía mas problemática la situación de confrontación con los sujetos que esperaban algún tipo de contribución a sus vidas.

50 Resulta particularmente interesante interpretar esta práctica de esperarme en la esquina a la cual llegaba el bus para, a partir de allí, guiarme por las intrincadas calles del barrio hasta sus casas –algo que hicieron todas y cada una de las mujeres que me invitaron a encontrarnos en sus viviendas– como formas de control, o de “(…) protección implícita, de legitimación que parecen querernos garantizar (…)” (Vianello, 2006: 15)

Análogamente, cuando preferían hablar “en otro lugar”, donde no hubiera otros familiares presentes, generalmente aquellos que podían estar disgustados con el/la detenido/a, aún cuando tomaba la precaución de evitar lugares céntricos, mis referencias estaban siempre dentro de “mi” territorio y era yo la que debía explicarles cómo llegar. Elegía siempre un bar en una de las avenidas mas transitadas y concurridas de la ciudad, o un aula en la facultad de derecho, ubicada en un edificio emblemático de la ciudad porque pensaba que así la sensación de extrañamiento sería menor, sin embargo la distancia de nuestras trayectorias de vida resultaba siempre manifiesta y a esto debía agregarse –como disvalor– esa suerte de pertenencia “universitaria” que resulta claramente excluyente frente a personas en cuyos horizontes vitales la universidad (e incluso la escuela media) no se presenta como opción posible.

Natalia creía que el capital relacional que mi “pertenencia” permitía suponer, facilitaría el acceso a ofertas de trabajo que precisamente ella estaba buscando.

Otras investigaciones señalan también situaciones similares. Así Kessler-Dimarco (2013: 233 y ss.) en una investigación sobre los jóvenes y la policía en los distintos “territorios” de la ciudad de Buenos Aires, se refieren a las dificultades de estos jóvenes para llegar hasta el edificio ubicado en un barrio de alto poder adquisitivo donde se llevarían a cabo las entrevistas. Tratándose de un lugar al que no habían ido antes, estos jóvenes se preguntaban cuáles serían las reacciones de los policías si los vieran allí, caminando por calles a las que no pertenecían y en las cuales serían considerados sospechosos.

Pero las dificultades para acotar, en el campo, la brecha económica real entre quien lleva adelante la investigación y las personas que la protagonizan, se encuentran descriptas con mucha claridad en la investigación de Bourgois (2005) cuando relata su situación de hombre blanco en un barrio de negros y la dificultad para explicar a los habitantes de allí y también a los policías su oficio de investigador y antropólogo.

En esta investigación, las expectativas más altas y por lo mismo las situaciones mas “duras” las experimenté con Natalia y Nora51: una a partir de su fe evangelista, la otra debido a su férrea creencia católica, ambas atribuyeron a un designio divino el hecho de encontrarse conmigo para dar a conocer sus historias.

Nora: [dirigiéndose a mi, con lágrimas en los ojos y reteniéndome del brazo cuando me estoy yendo] escucháme Vanina, no hay ninguna posibilidad de que ustedes puedan, llegado el caso, hacer algo para que ella [su hija, Gloria] pueda tener una vivienda acá en San Justo?

51 Me ocupo de Nora y su hija Gloria, con detenimiento, en el capítulo 4 referido a la Premialidad por carácter transitivo. Nora fue una madre abandónica, que “distribuyó” sus hijos en diversos institutos estatales y que nunca había tenido, según sus hijas, manifestaciones de cariño respecto de ellas. Una de sus hijas, la que está detenida con ella, le reprocha abiertamente la falta de apoyo para que ella pudiera librarse de la condena y, sin embargo, recibe todo tipo de

Vanina: Conseguir cómo decís vos?

Nora: Claro. No se…por intermedio del gobierno, por intermedio de la universidad…

Gloria: pero mami yo no quiero nada regalado!

Nora: [interrumpiendo lo que dice su hija] pero no, perdonáme, a esta altura del partido nadie te regala nada querida!

Gloria: o sea, mi idea era conseguir un terreno donde ya esté hecha la casa, no me molesta a mi ir mejorándola, cambiándole las paredes, cambiándole alguna ventana, eso es lo de menos pero yo lo que quiero es una casa, dejar de pagar un alquiler….! En vez de pagar un alquiler, pagar cuotas por mes…es decir, bueno, pago 300 por mes pero se que eso es mío, eso es lo que yo quiero pero yo se que…yo le decía a ella la otra vez “yo no quiero que vengan y me digan ‘te regalamos una casa’”, no, lo que yo quiero es…

Nora: ah no, si a mi me la regalan yo la agarro…[se distiende con la idea del regalo pero no deja de apretar mi brazo]

Gloria: No, ya se mami, pero como vos misma dijiste hoy nadie te regala nada. Pero yo digo, una casa no me importa en que barrio…mi idea era así y ya estoy teniendo audiencias en la municipalidad…

Nora: por eso yo le pregunto a Vanina si ellos no tienen alguna posibilidad [se vuelve a acongojar, insiste dirigiéndose a mi] de ayudarte…

Vanina: Yo creo que planteando la situación a los servicios sociales, en alguno tendría que poderse…es decir, plantear que sería para tu mama que estuvo equis cantidad de tiempo sin un laburo productivo, sumado a vos con tus cinco hijos, algún servicio social debería poder hacer algo…

Natalia: (…) y bueno, después de tanto andar, porque le mandé cartas al gobernador, a todos… [se refiere a la búsqueda de un subsidio para acceder a una vivienda]. Porque yo, cuando me determino a hacer algo…Y esto que estoy hablando acá con vos es una de las cosas que le pedí también a Dios para que salga a la luz lo que vive una persona y también esto yo creo que es parte de Dios para que se sepa que hay un mundo que a veces las personas ni saben que existe…que existe el sufrimiento y que no es una parte que no existe…existimos, si y sufrimos un montón! [se acongoja y hace una pausa. Busco su mirada pero la dirige hacia otro lado, tensa las manos, está casi llorando].

comprensión de sus dos hijas, tanto de la que está detenida como de su hija Gloria que nunca estuvo presa. La realidad